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Marc Fraley miró fríamente al profeta, diciendo —Eso no es asunto tuyo; solo necesitas decirme dónde está Ethan Smith.
Sin embargo, el profeta no solo no respondió, sino que una vez más cerró los ojos.
Marc Fraley dijo sombríamente —Viejo Cosa, no pruebes mi paciencia! Si no lo dices, ¡te mataré!
—Aunque lo dijera, igual me matarías —dijo el profeta con indiferencia.
Marc Fraley se sorprendió, luego rió a carcajadas —¡Sí que tienes habilidades! Está bien, te prometo que si lo dices, ¡no te mataré!
—No te lo diré —negó con la cabeza el profeta.
—Hoy, diga o no diga, es mi día de morir.
Marc Fraley entrecerró los ojos, diciendo —Viejo Cosa, ¡deja de jugarretas conmigo! ¡Habla o no!
El profeta ni siquiera se molestó en moverse; simplemente se quedó allí sentado con las piernas cruzadas, los ojos medio cerrados, como si estuviera a punto de morir.
—¡Estás buscando la muerte!