—Te lo dije... Nunca podrías escapar de mí, Fénix. Prometo matarte antes de que termine la noche —siseó furioso entre dientes apretados mientras se cernía sobre mí.
Me encontraba en el suelo, revolcándome por el doloroso golpe en mi cabeza... Duele tanto que siento como si se estuviera partiendo en dos.
Mi miedo creció hasta convertirse en un monstruo mientras él hablaba y cruzaba lentamente la distancia que quedaba entre nosotros, de manera que su pie ahora tocaba mis muslos.
Aunque tengo los ojos fuertemente cerrados y no puedo verlo, lo reconozco. Nunca olvidaré esa voz mientras viva. Sus palabras estarán siempre grabadas en mi memoria y continuarán dándome pesadillas a diario.