El taxista recibió la tarifa y le dijo tranquilamente a Connor:
—Joven, la carretera adelante está bloqueada por algunos coches deportivos, así que no iré más allá. Puedes caminar desde aquí.
—¡De acuerdo, gracias! —Connor asintió y continuó caminando.
Después de unos diez minutos caminando, vio un gran grupo de personas reunidas más adelante, y numerosos coches deportivos estaban aparcados tranquilamente al borde de la carretera. Cualquiera de estos coches podría valer millones, y el ensordecedor rugido hacía que uno se sintiera mareado.
Cuando Connor llegó a Calle Hewbrew, encontró dos coches deportivos compitiendo, y la escena era animada.
Connor no podía relacionar este lugar con la chica gentil e inocente, Luna. Entonces, sacó su teléfono, encontró el número de Luna y la llamó de nuevo.
—Ring, ring... —El teléfono sonó durante mucho tiempo antes de que ella finalmente contestara la llamada.
—Connor, ¿has llegado? —ella gritó.