«Ven conmigo y te daré el mundo que deseas. Ven conmigo y ninguno de ellos saldrá herido. Ven conmigo y no necesitarás sentir el dolor» —Decratic extendió su mano nuevamente para que Iris la tomara—. Sus ojos rojos mostraban obsesión. «No quieres ver lo que puedo hacer en esta vida también, Na».
Iris miró la mano extendida de Decratic y la tomó. Para entonces, la cara de Zale se había puesto muy roja y Aliana casi había perdido el conocimiento, pero aún intentaba sacudir la cabeza, indicando a Iris que no lo hiciera.
A la larga, el plan de Caña de involucrarse al Serafín y al Reino Sagrado para proteger a Iris fue acertado. No importaba cuántos guerreros pusiera a su alrededor, no funcionaría, cuando la criatura a la que se enfrentaban era Decratic.
Como cambiaformas, no tenían la capacidad de contrarrestar el poder de la magia oscura que Decratic poseía. Este momento era el ejemplo perfecto de lo que más preocupaba a Caña.