La tormenta de tiempo parecía aún más violenta esta segunda vez. El ensordecedor aullido del viento se había vuelto más grave y más fuerte, sonando ahora más como un rugido monstruoso. Era como si una bestia enorme luchaba por liberarse de sus cadenas bajo las olas, su voz retumbando a través de todo el mundo y sacudiendo los cielos.
El cielo mismo parecía como si hubiera sido rasgado y colapsado. Una inundación de niebla hirviendo se vertía a través de su presa rota, devorando la superficie hirviente del Gran Río. El minúsculo punto del barco de madera volaba a través del abismo aullador, rodeado por una oscuridad frenética. A veces, un estallido tronador ahogaba la furia de la tormenta, como si los pilares del mundo estuvieran fracturándose y desmoronándose.
Entonces, un cegador relámpago iluminaba momentáneamente la turbulenta extensión de agua oscura. Ocultas por la niebla, olas colosales se levantaban y caían como montañas negras, llevándose consigo un peso aniquilador.