Sunny, Nephis y Ananke pasaron varios días en el templo del Hechizo de Pesadilla, descansando y explorando la desolada ciudad mientras se preparaban para la última etapa del viaje. Esos días eran extrañamente tranquilos y pacíficos, pero también agridulces.
Esto se debía a que los tres sabían que su tiempo juntos estaba llegando a su fin.
La joven sacerdotisa, que había sido su cuidadora y guía durante las últimas semanas, no iba a poder seguir a sus pupilos hasta donde necesitaban ir. Gracia Caída, la ciudad de Ocaso, yacía mucho más allá de la frontera de donde se le permitía existir.
Tal era el destino de todos los Nacidos del Río.
Tanto Sunny como Nephis eran dolorosamente conscientes de lo que esperaba a Ananke en el futuro. Por eso, aunque trataban de ocultar sus emociones, una sombra oscura se cernía sobre sus corazones.