El tiempo fluía con pereza.
...Tanto literal como figuradamente.
La corriente del Gran Río arrastraba el cadáver de la Tortuga Negra hacia el pasado, y varios días transcurrieron en una extraña, pero agradable inactividad. Los siete soles salían y se ponían, sumergiéndose en las chispeantes aguas. El cielo era como un cuadro onírico de lila, azur, carmesí y negro azabache.
La antigua serpiente continuaba rondando la isla oscura, consumiendo lentamente la sangrienta carne del Gran Monstruo que había matado, y observando a Sunny y Nephis disfrutar de su inesperado respiro.
Ambos pasaban su tiempo ociosamente. Sintiendo la necesidad de descansar y recuperarse después del angustioso periplo por el desierto blanco, no tenían prisa por esforzarse demasiado.