"Ya era mañana cuando Sunny llegó a la torre del dormitorio donde se alojaba el profesor Obel. El frío se había vuelto aún más opresivo, y el viento era como un cuchillo afilado que cortaba despiadadamente su piel.
Era bastante extraño. Poco después de que las noticias del inevitable ataque de la Bestia de Invierno se extendieron por la ciudad, toda la población parecía haber enloquecido. El miedo, el pánico y la desesperación eran como un incendio forestal que se extendía por la capital asediada, arrojándola al caos total. Por un tiempo, parecía como si Falcon Scott se hubiera convertido en una bestia herida y frenética.
—Pero ahora, una extraña calma impregnaba las calles cubiertas de nieve —comentó Sunny. Por su parte, incluso cerca del puerto, la multitud se había vuelto mansa y dócil. Llegaron unos cuantos barcos más, y se llevaron a unos cuantos millones de personas más. El resto o se entregó al destino, o abandonó por completo.