Había todo tipo de Criaturas de Pesadilla que al parecer habían decidido echar una siesta en la superficie plana de concreto de la autopista costera. Fauces bestiales se abrían en feroces gruñidos, mandíbulas afiladas goteando saliva viscosa, garras dentadas, guadañas curvas de hueso y varios instrumentos de muerte que Sunny no sabía ni cómo describir... todo volaba hacia el convoy, acercándose más y más a cada segundo.
Cuanto más rápido se movían los vehículos, más rápido convergían las abominaciones sobre ellos.
—Maldición...
Sunny estaba de pie en el techo vibrante del Rhino, disparando una y otra vez con el Arco de Guerra de Morgan. En un corto lapso de tiempo, había disparado una lluvia de flechas, matando al menos una docena de las Criaturas de Pesadilla que se acercaban. Sus músculos ya protestaban por el implacable ritmo, pero, potenciado con sus cuatro sombras, Sunny sabía que podía mantener esa misma cadencia de fuego por mucho más tiempo.