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Mientras sus manos bajaban por su cuerpo, separando sus muslos y alcanzando su sexo, Abigail sintió un estallido de anticipación. Ya estaba excitada, su cuerpo preparado para el placer.
El toque de Cristóbal la envió vertiginosamente al límite. Sus dedos frotaban su clítoris en círculos, enviando olas de placer recorriendo sus venas, y ella se sentía cada vez más cerca del clímax.
—Oh-Oo… —Sus suspiros fuertes se mezclaban con el sonido del agua golpeando el suelo.
Los gritos de Abigail se volvían más audibles, su cuerpo temblaba mientras se acercaba al clímax. La erección de Cristóbal se apretaba contra su vientre, una fricción deliciosa que solo aumentaba su placer. Y entonces, con un súbito estallido de intensidad, ella alcanzó el orgasmo, su cuerpo estremeciéndose con el desenlace.