Gloria se fue después de la cena. Abigail y Cristóbal estaban solos en su dormitorio.
Abigail se sentó junto a él, cuidando con delicadeza y amor las heridas en la frente, el cuello, los hombros y los brazos de Cristóbal.
Su mirada estaba fija en ella como si la estuviera viendo por primera vez, la profundidad de sus emociones visible en la forma en que la miraba. Su bondad y su actitud atenta lo conmovían. Su corazón latía rápido, indicando que se había vuelto a enamorar de ella.
Abigail levantó los párpados y se encontró con su mirada. Había tanto que quería preguntarle, tantas preguntas sobre lo que había pasado de repente que lo había llevado a correr tanto peligro. Pero decidió dejarlo descansar por ahora. Sabía que tendrían tiempo para hablar más tarde, y en ese momento, quería brindarle consuelo y cuidado.