La ensordecedora explosión resonó en el aire, rompiendo la tranquilidad del entorno. Lance y Britney fueron lanzados hacia atrás, sus cuerpos colapsando contra la pared opuesta.
El golpe repentino los dejó aturdidos y en malestar.
Britney sujetó su cabeza, un dolor ardiente emanando de la parte trasera de su cráneo. Las secuelas de la explosión abrumaron sus sentidos y sus oídos no dejaban de zumbar. Se retorció y gimió, intentando levantarse, pero su fuerza la abandonó, haciéndola colapsar de nuevo en el suelo. Su visión estaba borrosa, como si estuviera oscurecida por una densa neblina.
Luchando contra la desorientación, Britney forzó la apertura de sus ojos, entrecerrándolos para ajustar su vista. El acre olor a humo llenó sus fosas nasales y sus pulmones se encogieron instintivamente ante los nocivos vapores. Su audición seguía amortiguada, con el persistente zumbido que le impedía percibir sonidos discernibles.