Tan pronto como giró hacia el pasillo que llevaba al baño, alguien agarró a Abigail por detrás y le apretó la boca. Intentó escapar, pero los brazos de hierro del individuo la rodearon con fuerza, haciendo que sus esfuerzos fueran en vano.
La arrastraron por el pasillo al otro lado. Antes de que pudiera reaccionar, fue llevada a un área de almacenamiento, y se cerró de golpe la puerta. La parpadeante luz del techo proyectaba sombras inquietantes en las paredes, acentuando la urgencia del momento. Cuando él la empujó contra la pared, ella vislumbró al hombre.
Era Cristóbal.
Antes de que pudiera comprender la situación por completo, sus labios se encontraron con fuerza con los de ella, silenciando cualquier palabra que pudiera haber dicho. El olor del alcohol, el sabor familiar de su boca y su calor la envolvieron, haciendo que su estómago revoloteara.