Unos días después…
Cristóbal estaba junto a la ventana de su habitación de hotel, mirando el horizonte de Singapur. Finalmente había llegado aquí y se había registrado en un hotel cerca de la casa de playa donde Abigail estaba alojada.
Su expresión era solemne mientras procesaba la información que Benjamin acababa de compartir sobre la impenetrable seguridad que rodeaba a Abigail.
—Su casa también está bien protegida. Parece que incluso los pájaros pedirán permiso antes de volar sobre el área —suspiró Benjamin—. Y esos doce guardias siempre la siguen, haciendo un escudo a su alrededor. Nuestra tarea es más desafiante de lo que pensábamos.
—Tampoco es muy activa en las redes sociales —intervino Viviana—. Le envié varios mensajes. Todos todavía no vistos. Es como si hubiera creado la cuenta solo para advertirme. ¿Cómo vamos a contactarla? Y sobre todo, no podemos alertar a Sebastián.