Jasper se paró en el umbral de la lujosa cabaña de Abigail, momentáneamente sorprendido por su opulencia. La habitación exudaba un aire de grandeza, adecuado al estatus de Abigail.
Su mirada recorrió los suntuosos muebles, la impresionante mesa de trabajo y la decoración de buen gusto, todo resaltando el prestigio de su posición. Sin embargo, en medio de los extravagantes alrededores, era Abigail misma quien acaparaba su atención.
Estaba sentada detrás de la gran mesa de trabajo, desprendiendo una belleza y seguridad innegables. Su nuevo aspecto cautivó a Jasper, sus rasgos llamativos realzados por los lentes de contacto azules que había elegido. Sus ojos, antes de un cálido ámbar, ahora brillaban con una intensidad que contenía un toque de misterio.
La transformación era innegable, y aunque no podía negar su atractivo, no pudo evitar sentir cierta nostalgia por la Abigail más simple y familiar que había conocido antes.