—Abi… Por favor, déjame explicar —pidió Cristóbal con un tono suplicante—. Ábrelo.
Abigail se apoyó en la puerta, su mano en la boca, temiendo que él escuchara sus sollozos.
Cristóbal tenía la sensación de que ella estaba al otro lado de la puerta, cerca de él. Colocó su palma contra el marco de la puerta, intentando sentir su calor.
—Por favor, habla conmigo —murmuró—. Dame una oportunidad para explicar.
—Te pregunté varias veces por qué te casaste conmigo —dijo Abigail con una voz quebrada—. Podrías haberme dicho. ¿Cuál es el punto de explicarlo ahora? No importa lo que digas, parecerá una mentira. —Inhaló temblorosamente y añadió—. Vete. No voy a escuchar ninguna de tus explicaciones.
Su voz se volvió severa al final.
—No digas eso, Abi… Sólo una vez, escúchame.
Abigail se arrojó a la cama y sollozó, enterrando su cara en la almohada.
Por otro lado, Cristóbal sintió el vacío en su palma. Inmediatamente supo que ella no estaba cerca de él.
—Abi…
Bang-Bang-Bang…