Abigail tiró el vaso desechable a la basura y se dio la vuelta para irse.
Una figura se interponía en su camino.
Cuando vio a la persona molesta frente a ella, su expresión calmada se volvió rápidamente fría.
—¿Has venido a quemarme de nuevo? —preguntó, con tono agudo.
Viviana no podía entender por qué no estaba enfadada con ella incluso después de escuchar su tono provocativo. No era su característica.
Era una mujer que nunca toleraba que otros le hablaran con grosería, pero sonrió culpablemente a Abigail.
—No fue intencional. —Sin embargo, no estaba dispuesta a aceptar su error—. Te pido disculpas por haberte lastimado ese día.
Abigail parpadeó dos veces, desconcertada. «¿Está embriagada?», pensó. «¿O está planeando algo en mi contra?»
Entrecerró los ojos hacia ella con sospecha.
A Viviana no le importó su extraña mirada. —He oído que han extendido tu período aquí —dijo.
—En… —Abigail solo asintió brevemente.