Después de alejarse de la suite que compartía con Jade, Harry se dirigió al salón del resort y se sentó allí, agonizando en silencio por lo que acababa de suceder.
Allí se sentó, mirando fijamente los diseños ornamentados de la pared mientras repasaba todo el evento en su cabeza. Cuanto más lo pensaba, más frustrado se sentía y más pesado era el peso en su pecho.
Todo había sido meticulosamente planeado, hasta el último detalle. Pero ahora, todo estaba en ruinas por un malentendido. La reacción de Jade lo había dejado aturdido y no podía evitar que la ira y la decepción brotaran dentro de él.
—¿Cómo podía pensar tan poco de él? ¿Cómo podía mirarlo a la cara y decirle todo eso?
—¿Si no hubiera regresado cuando lo hizo, ella se habría ido así nomás y lo habría dejado volver a una habitación vacía?
—¿Significaba tan poco para ella que no merecía el beneficio de la duda sin importar lo que hubiera visto o entendido de lo que había visto?