Atravesar el teletransportador de Kazz no se sintió diferente a los que ya habían cruzado antes.
Aun así, esta vez no era un viaje escolar. No iban a un planeta desconocido para luchar contra bestias, sino que iban a un mundo del que la mayoría de los humanos ni siquiera sabría que existe.
Como siempre, sólo les tomó un pequeño momento aparecer en su destino. Cuando todo el grupo abrió sus ojos, se encontraron en una gran sala vacía con cuatro guardias que aparentemente los esperaban.
—¡Vaya, realmente estamos aquí! Pero… ¿soy yo o este lugar se ve algo simple? —preguntó Nate mirando a su alrededor. No se dio cuenta, pero algunos de los guardias fruncieron el ceño ante este comentario.
—¿Qué, pensaste que llegaríamos directamente a la sala del trono? Estamos en algún tipo de sala de aterrizaje, imbécil, por supuesto que se vería como cualquier otra sala. —replicó Sam.