Morok salió a la superficie a pie, haciendo que tanto Baba Yaga como Nandi se preguntaran cómo podía tener una visión tan estrecha de la vida.
—No puedo creer que ni siquiera se molestó en recordar los nombres de las hermanas de Quylla. Es más allá de lo grosero y si sigue así, su primera cita será corta y la última. —Dijo Baba Yaga.
—No puedo creer que aún estés pensando en ese imbécil mientras tu preciado proyecto se aleja. —Nandi soltó—. ¿Qué pasa con tus híbridos y, más importante aún, qué pasa conmigo?
—No puedo retenerlos en contra de su voluntad. Todo lo que quiero es hacer felices a mis hijos. Comenzar una nueva familia sobre la miseria de mi primogénito condenaría mi proyecto al fracaso y va en contra de todo por lo que he trabajado. —Respondió Baba Yaga.
—No importa lo que pienses, no soy una tirana sino una madre. Incluso cuando mis hijos van en contra de mis deseos, no los encierro en la cárcel hasta que obedecen. Eso no es amor, eso es locura.