Los meses pasaron y pronto llegó el final del segundo trimestre. Los métodos de enseñanza de Lith le dieron un dolor de cabeza a Marth, pero era del tipo bueno. A diferencia de otros profesores, Lith no dejaba todo para el autoestudio y solo daba consejos crípticos.
Lith siempre daba una explicación completa de los ejercicios que asignaba e incluso un breve tutorial. El problema era que ninguna de sus lecciones era simple. Los ejercicios siempre requerían una comprensión profunda de los principios de la magia avanzada y la capacidad de ponerlos en práctica.
El resultado fue que la mitad de la clase aprobó los ejercicios y la otra mitad fracasó rotundamente. Curiosamente, los resultados parecían estar influenciados más por la cantidad de práctica de cada estudiante que por su talento innato.
La razón por la que Marth no le había ordenado utilizar métodos más ortodoxos era que aquellos que prosperaban en las lecciones de Lith también mejoraban en la mayoría de las otras materias.