Celestine sabía que Rex la estaba chantajeando. Tragó saliva y pensó que debería aceptar el anillo, pero después de irse, podría quitárselo, así que extendió la mano. Rex sonrió y le puso el anillo en el dedo anular. Miró sus dedos rectos y sonrió antes de besarlos. —Tienes unos dedos finos, Celeste —dijo Rex levantando la mirada para mirar su rostro. Ella estaba haciendo una mueca que hizo reír a Rex. —Sé lo que estás pensando. No cometas el error de quitarte nuestro anillo de compromiso, Celeste. Me pondré loco y no te gustará —añadió Rex con una sonrisa.
Celestine sentía ganas de llorar. Nunca había lamentado nada en su vida como lamentaba haber venido aquí anoche. Siempre venía a la casa de Rex cuando estaba en el País M. Incluso le dio una habitación aquí, pero nunca había pasado nada como esto antes. Rex siempre la había tratado con respeto y cuidado. Aunque nunca ocultó cómo se sentía realmente por ella, nunca cruzó la línea. Entonces, ¿qué cambió ahora?