Mientras ocurría el alboroto en la tienda, Ray, quien había sido obligado a acompañar a una mujer a hacer compras desde la mañana, se había cansado de esperar a que ella probara toda la tienda, así que se levantó y se fue. Salir de su oficina era algo que dejó de hacer a menos que fuera a visitar el columbario.
Su abuelo lo llamó a casa anoche e introdujo a la hija de su amigo. Como era de esperar, Ray se opuso, pero su abuelo estaba preparado. Prometió destruir el columbario de los Lee si Ray no hacía lo que le pedía.
Ray estaba molesto. Sabía que era su hermana quien lo había delatado y por eso le iba a dar una lección. La hija del amigo llegó esta mañana y lo primero que pidió fue que Ray la acompañara de compras. Por supuesto, no podía decir que no, ya que su abuelo ya había dejado claro lo que haría. El viejo estaba loco.