—Ven aquí primero, necesito...
—Thud
Jeslyn se quedó allí mirando sin palabras a Rex, quien saltó para pararse frente a ella.
—¿T-tenías que hacer eso? —preguntó con una voz extrañamente baja mientras su mano estaba congelada en el aire.
—Ah, hago eso mucho. No es gran cosa, ¿para qué me necesitas? —dijo Rex mientras caminaba hacia un sofá. Se sentó sin ceremonias y se estiró para tomar una manzana roja de la bandeja de frutas en la mesa.
—Ahem. —Jeslyn aclaró su garganta y bajó la mano. Caminó para pararse junto a Rex y extendió su mano.
—Dame las llaves de la habitación de Valen, el pequeño —exigió como si supiera que él las tenía.
Rex miró una vez a Jeslyn, quien llevaba un vestido morado claro que se detenía por encima de sus rodillas.
—¿No llevaba eso esta mañana, verdad? —pensó.
—Oye, sé rápido al respecto. —Jeslyn chasqueó los dedos en su cara.
—Ah, no tengo las llaves. ¿Por qué pensarías que las tendría?
—¿No es obvio? —preguntó con una ceja levantada.