—¡Mierda! ¿Dónde demonios estás, Jeslyn? —Ray se pasó la mano por el cabello, frustrado.
—¿Y qué hay de ese abogado y su... —hizo una pausa. ¿Cómo podía llamar a ese extraño su esposo? Se negaba a darle ese título a ese pobre diablo. "...ese extraño con el que contrató matrimonio?"
—Ehm... no pudimos encontrar nada sobre ellos. Parece que nunca existieron.
—No es posible. ¡Ve y búscalos! ¡No vuelvas aquí si no encuentras nada sobre ese esposo contratado y el abogado!
—Sí, joven maestro. —El guardia se inclinó y se fue con su gente.
Ray frunció el ceño mientras pensaba en dónde podría estar Jeslyn. "Jeslyn, espero que no estés con ese hombre contratado..."
Sus ojos se abrieron como si hubiera obtenido su respuesta y lanzó el vaso de vino que tenía en la mano contra la televisión que informaba sobre el caso judicial de hace dos días.
Sí, ya habían pasado dos días y Ray todavía no podía encontrar a Jeslyn.