La vida de Alejandro llegó a su fin en circunstancias trágicas y abruptas. En un desafortunado giro del destino, su vida fue arrebatada en un accidente inesperado. Sin embargo, su historia no terminaría ahí, pues su alma fue llevada a un lugar entre los mundos, donde esperaba su próximo destino.
En medio de la oscuridad, Alejandro percibió una presencia misteriosa acercándose. Una figura enigmática emergió ante él: un dios travieso y malicioso, con una sonrisa juguetona y chispeantes ojos llenos de sabiduría. El dios le ofreció una oportunidad única: renacer en el mundo de sus libros favoritos, en el universo de Game of Thrones.
Las emociones de Alejandro, entremezcladas por su reciente muerte y la fascinación por la idea de vivir en ese mundo ficticio, nublaron su juicio. Sin pensarlo dos veces, aceptó la propuesta del dios, sin percatarse de las ocultas intenciones que podrían acompañar su reencarnación.
"Muy bien, Alejandro", dijo el dios con una voz juguetona. "Tu alma renacerá en el mundo de Game of Thrones. Pero recuerda, todo tiene un precio. Te concederé cuatro deseos para que moldees tu nueva vida, pero cada uno de ellos tendrá consecuencias que tal vez no anticipes."
La curiosidad y la emoción se apoderaron de Alejandro mientras el dios le explicaba las reglas de su trato. A medida que la conversación avanzaba, los deseos comenzaron a formarse en su mente.
"Mi primer deseo", comenzó Alejandro con determinación, "es poseer los poderes de la Madre Malkin de la película El Séptimo Hijo. Quiero dominar la magia oscura y desatar su potencial en este nuevo mundo."
El dios asintió con una expresión de complicidad. "Concedido", respondió. "Pero ten en cuenta que la oscuridad puede corromper incluso al más noble de los corazones. La magia que obtendrás será una espada de doble filo."
Sin dejarse intimidar por la advertencia, Alejandro continuó con su segundo deseo. "Deseo ser un maestro en la forja y la alquimia mágica. Quiero tener el talento insuperable para crear objetos poderosos y valiosos."
El dios rió suavemente. "Tu habilidad para crear será insuperable, pero cuidado con las tentaciones del poder. La búsqueda de la perfección puede ser un camino peligroso."
Después de un breve momento de reflexión, Alejandro expresó su tercer deseo. "Deseo renacer con una apariencia sobrenaturalmente hermosa y una juventud eterna, pero conservando los característicos ojos violeta de los valyrios."
El dios sonrió, pero sus ojos mostraban un atisbo de astucia. "Un regalo maravilloso, sin duda. Sin embargo, recuerda que la eterna juventud también puede traer consigo la carga de la soledad y la pérdida."
Alejandro tomó una profunda respiración, consciente de que cada deseo tenía sus contrapartidas. Su último deseo sería crucial. "Mi cuarto y último deseo", declaró con firmeza, "es tener el conocimiento y la habilidad para hablar y escribir el Sindarin, la lengua élfica de la Tierra Media."
El dios asintió complacido. "Concedido, Alejandro. Te convertirás en un maestro de las palabras élficas. Sin embargo, ten en cuenta que el poder de las palabras puede llevar tanto a la gloria como a la ruina."
Alejandro aceptó las condiciones, confiando en que podía manejar las consecuencias de sus deseos. El dios se desvaneció en la oscuridad, dejando a Alejandro con la promesa de una nueva vida en el mundo de Game of Thrones.
Con una mezcla de emoción y nerviosismo, Alejandro se sumergió en la incertidumbre de su reencarnación. Los retos y las aventuras que le esperaban en ese mundo de intrigas y traiciones eran un misterio que estaba ansioso por desentrañar.