Se había atrevido a albergar esperanzas, incluso si no aprobaba que Rhaegar hiciera a un lado a la princesa Elia, no era realmente capaz de culpar a la niña Stark. Después de todo ella era solo eso, una niña; arrastrada a los complots políticos de un padre ambicioso y luego desviada de su camino por un príncipe demasiado encantador para su propio bien.
En el momento en que le informaron que Arthur había llegado a Campoestrella acompañado por un grupo de jinetes entre los que se contaba una mujer y un bebe, Ashara esperaba que se tratara de la Loba de Invernalia.
Pero en el instante en que cayo en cuenta de que la mujer no era quien ella esperaba, supo que las cosas se habían desviado una vez más. El único consuelo real fue la supervivencia del bebe, el legítimo heredero de la Dinastía Targaryen, y la clave para vengar la muerte de Elia y los niños a manos de los Lannister.
En el grupo solo estaban presentes dos norteños, Eddard Stark el hermano demasiado tímido para pedir un baile por si mismo, y… Howland Reed, el joven Señor de Atalaya de Aguasgrises.
Hace mucho tiempo que había querido volver a verlo, pero nunca pensó que seria en tales circunstancias, la ultima vez que estuvieron… cerca, fue en el Torneo de Harrenhal, ya había pasado un año y diez lunas desde entonces.
Un tiempo en el que no se comunicaron, un tiempo en el que guardo un secreto importante que le afectaba directamente.
Era el motivo mismo por el que la Princesa Elia la despidiera como su dama en la corte del Rey Aerys… Pero no era el momento adecuado para pensar o hablar de ello. Con Campoestrella sin su señor, era deber de Ashara recibir a la comitiva.
Pese a sus conflictivos sentimientos al volver a ver a su querido hermano, y al joven lacustre que su corazón anhelaba, Ashara procedió conforme a lo que se esperaba de ella como la Dama de Campoestrella. Con diplomacia fría y carente de mayor cortesía.
Lo primero de lo que se ocupo fue de asignar recamaras para los visitantes de noble cuna y, en un impulso sin mayor reflexión asigno al niño, Aemon a la misma cámara en que ella, su mayor secreto; se alojaba.
Durante lo que resto de ese primer día, Ashara trato de encontrar un momento para hablar con Howland, pero el lacustre no se aparto de su Señor Supremo hasta muy adentrada la noche. El Stark de Invernalia había permanecido silente, con la mirada perdida y sin brillo, ignorando al mundo a su alrededor, y el Señor de Atalaya de Aguasgrises en una poco común muestra de lealtad y amistad le acompaño y velo por él. Y por el breve intercambio que Ashara tuvo con su hermano Arthur, supo que tal cosa se mantenía desde hacía días.
A la mañana siguiente, cuando los tres miembros de la Guardia Real y los dos norteños se reunieron en la mesa del señor de Campoestrella para romper el ayuno y discutir los planes futuros. Fue una gran sorpresa cuando el señor de Invernalia salió de su estupor, y dicto sus términos de forma firme e inequívoca. Y a su lado, Howland Reed le respaldo sin titubear.
Cuando los había conocido durante el Torneo de Harrenhal, eran, para Ashara un par de tímidos jóvenes con actitudes modestas y mesuradas. Sin afán por sobresalir. Pero en aquel momento el Lobo Silencioso le recordó a la mujer de violáceos ojos las historias sobre Cregan Stark y la Hora del Lobo. Y el lacustre demostró que podía ser tan ladino y astuto como en los viejos cuentos sobre los lacustres que diezmaban ejércitos en furtivas emboscadas.
Aquella sería una conversación que no olvidaría jamás. Pues los dos norteños demostraron que cuando se lo proponían eran capaces de tramar como cualquier señor sureño en la Corte de Desembarco del Rey.
La propuesta, no la declaración de que el joven Rey Aemon seria criado en el Norte, haciéndole pasar por el hijo bastardo de su tío fue una idea brillante, pero aun quedaban focos preocupantes que harían dudar sobre la veracidad de tal cosa, como Arthur muy bien cuestiono.
—Todo bien, Lord Stark —dijo Arthur asintiendo— pero, con vuestra reputación, ¿creerían en el Norte que su señor ha engendrado un bastardo?
Los ojos grises del Lobo Silencioso se posaron en el capa blanca, fríos y sin duda.
—No, no lo creerían —fue la respuesta del Señor de Invernalia— pero no lo cuestionarían, asumiran que es el bastardo de Brandon, pero mantendran su silencio sobre ello.
—Bien —mascullo ser Oswell Whent— ¿y qué hay del sur?
—El sur esta lleno de alimañas carentes de honor, Ser —fue la respuesta del Stark— si ellos engendrarían bastardos, asumirían que cualquier otro señor en los Siete Reinos haría lo mismo.
Nadie cuestiono tal declaración. Y la conversación continuo.
—En ese caso —dijo Ser Gerold— el niño tendrá que tener una madre, en caso de que alguien pregunte.
—¿Es realmente necesario? —cuestiono Howland— La mayoría de los hombres tomaron una o dos mujeres a lo largo de la campaña, muchos ni siquiera conocen sus nombres, ¿Por qué habría de ser necesaria una identidad para la madre cuando podría ser cualquier moza?
—Por que no todas las mozas le dan un bastardo a un gran señor, y no muchos bastardos son criados por su padre —intervino Ashara— si un gran señor regresa a casa con un bastardo, entonces, como mínimo recuerda a la mujer lo suficiente para volver con ella a reclamar a su hijo —mientras hablaba, Ashara centro su mirada en el lacustre.
—Ash habla con verdad, Lord Stark —añadió ser Arthur— se necesitará un nombre para la madre, de preferencia uno que no haya sido inventado, y que pertenezca a una mujer que pueda ayudar a mantener el engaño.
—Muchos los vieron llegar con un bebé y una mujer —aporto Ashara— usad a la mujer, decid que ella es la madre, ¿Quién mejor que alguien que ya sabe algo de la historia y cuya lealtad es posible asegurar?
—No creo prudente involucrar a nadie más en este engaño —respondió Lord Stark.
—No tenemos opción, Ned —le dijo Howland— ella ya esta involucrada, ha ayudado a mantener con vida a uno de los "engendros de dragón" como tu buen amigo Robert les llama. ¿O crees que no la encontrara culpable de traición si se enterase?
—Robert no… —comenzó el señor del Norte.
—Sabes bien lo que Robert haría — lo corto Howland— Y este es el hijo de Lyanna, lo que agrava aún más las cosas.
—No es honorable involucrar inocentes en esta trama —dijo casi suplicante el señor de Invernalia.
—¡Maldita sea, Ned! —estallo Howland— ¡¿Cuáles son las malditas palabras de tu casa?!
—Se acerca el invierno —respondió el en un murmullo.
—Exacto, Stark. —soltó Howland— Se acerca el Invierno. ¡No lo olvides! —añadió— Esas son las palabras de tu Casa, no "Tan alto como el honor" —termino exasperado.
La única respuesta del Guardian del Norte fue un asentimiento y un suspiro resignado.
Después de aquello, la conversación avanzo rápidamente, pero Ashara no era capaz de recordar que más se había dicho y dispuesto. Su mente estaba en otra parte; en la guardería en la Torre familiar, donde se encontraban el pequeño rey Aemon y también ella.
La tarde del día previo a que los cinco hombres abandonaran Campoestrella, Ashara se enteró de que el lacustre, Howland Reed se encontraba solo, pues tanto su señor supremo como los Guardias Reales estaban ocupados alistando los preparativos para el viaje al Norte.
Aprovechando la ocasión, Ashara se dispuso a reunirse con el hombre que tan largo tiempo había anhelado.
Lo encontró mirando hacia el mar del verano desde la Torre que era conocida como la Espada de Piedra Blanca, el sol del atardecer teñía de rojo el cielo y se reflejaba en las aguas que se asemejaban a un mar de sangre.
Ashara se acerco en silencio, hasta que se encontró hombro con hombro junto al lacustre.
—Es una vista hermosa, ¿no? —dijo Howland reflexivo.
—Lo es, aun habiendo vivido aquí toda mi vida, no he llegado a cansarme de esta escena. —respondió Ashara.
Los dos permanecieron en silencio unos minutos, disfrutando de la presencia del otro.
—Ha pasado mucho tiempo, Ashara. —dijo entonces Howland— Perdóname por no detenerme a saludarte, pero como habrás notado, la situación es realmente problemática.
—Si, ha sido mucho tiempo. Un año y diez lunas, ¿no? Desde aquel Torneo en Harrenhal. —respondió ella, ignorando la disculpa del hombre.
—¿Me guardas rencor? —pregunto Howland.
—Rompiste tu promesa —fue la respuesta de Ashara.
—Estábamos en guerra —respondió el.
—Solo durante los últimos diez meses. —apostillo ella— espere todo ese tiempo por noticias tuyas.
—Dijiste que deseabas permanecer como Dama de la Princesa Elia —le recordó— dijiste que esperara hasta que te retiraras de su servicio.
—Hubo ciertas circunstancias y deje su servicio mucho antes de lo previsto.
—Ya estábamos en guerra cuando te despidió de su lado y te envió de regreso a casa —apunto Howland— nuestras Casas tenían lealtades diferentes.
—Fui apartada de su lado por lo que sucedió en Harrenhal —respondió Ashara.
—¿Qué quieres decir? No…
—Sabes bien a que me refiero —lo corto ella— me deshonraste.
—Y prometí casarme contigo antes de ello —respondió el.
—No podía permanecer en la Corte tras lo ocurrido —apostillo ella.
—No lo entiendo, permaneciste en la Corte hasta poco después de comenzada la guerra, había pasado casi un año. —refuto él.
—Howland, ¿es que no lo entiendes? Lo que ocurrió entonces, tuvo consecuencias. —dijo incrédula al lacustre.
—¿Consecuencias? ¿Qué queréis…? Oh… —comenzó a decir antes de caer en cuenta de lo que Ashara quería decir. —¿Por qué no me informaste?
—¿Por qué habría de hacerlo? —refuto ella— después del Torneo no volviste a mostrar interés en comunicarte conmigo.
—Ash, es mi hijo de quien hablamos, ¿no creíste prudente decírmelo?
—Hija, Howland, nuestra hija —aclaro ella— y aun no me respondes. ¿Por qué no volviste a contactarme?
—Mi padre murió, Ash, tuve que hacerme cargo de Atalaya de Aguasgrises y de todo el Cuello. La Casa Reed tiene poco mas de una docena de vasallos. Estaba ocupado. —contesto el— ¿Cómo es ella, nuestra niña? —pregunto con voz suave.
—Es la niña más adorable del mundo —respondió Ashara con una sonrisa— es enérgica e inquieta, con unos hermosos ojos verdes similares a los tuyos.
Howland sonrió mientras miraba soñadoramente a Ashara.
—La guerra a terminado, Ash —dijo el entonces— crees que… ¿crees que podríamos casarnos ahora?
La mirada de Ashara se torno brumosa, y respondió con tristeza.
—Lo siento, Howland. No creo que sea prudente. Para el mundo, seras uno de los hombres que mataron a mi hermano. ¿Cómo podría casarme con su asesino? ¿No lo deshonraría eso a los ojos de los Señores y caballeros de los Siete Reinos?
—Lo lamento, Ash. Pero Arthur Dayne esta vivo. No me gusta que por mantener lo que sucedió en esa torre seas tu quien sufra. —respondió Howland— Debe haber una forma.
Luego de ello el silencio los envolvió por segunda vez. Hasta que Ashara dijo lentamente.
—Dime, Howland… ¿has oído los rumores?
—¿Qué rumores? —pregunto el desconcertado.
—Sobre mi y el Torneo —contesto ella.
—No, la verdad no los he oído. ¿Por qué?
—Tal parece que fui vista saliendo de madrugada de la tienda dedicada a la Casa Stark, ¿sabes? —dijo ella con una sonrisa.
—¿Es eso así? —pregunto el sin comprender.
—¿Recuerdas con quienes baile? —pregunto ella luego.
—Claro que lo recuerdo, ni por un segundo aparte la mirada de ti. —respondió.
—Y, ¿Quiénes fueron?
—Ser Barristan Selmy —comenzó a repasar el— el príncipe Oberyn, Jon Connington, y Eddard Stark, ¿por qué?
—Han dicho por allí, que pase la noche con Brandon, o con Eddard —respondió ella— nadie pensó que estaría con el menudo lacustre que acompañaba a los Stark ese día.
—Estas diciendo… —los ojos de Howland se abrieron— ¿el pequeño Aemon? ¿La gente podría pensar que es hijo tuyo?
—Así es —respondió ella— imagínalo, la pobre Ashara Dayne se enamoro del Lobo Silencioso durante el Torneo de Harrenhal, se entregó a él, y obtuvo su promesa de casarse con ella y un hijo en su vientre, pero Eddard Stark se caso con Catelyn Tully, rompiendo su promesa, y cuando fue a Campoestrella se entero de su bastardo, y tras dejar la espada del hermano que mato, se llevo al hijo que engendro, y la pobre Ashara loca de tristeza decidio acabar con su dolor y no se la volvio a ver.
Howland la miro por un momento sin decir una palabra, mientras pensaba en lo que Ashara había dicho. Era una trama perfecta, creíble y aceptable para cualquier chismoso o chismosa en los Siete Reinos; lo que para ser precisos, venia a definir a todos los señores y damas al Sur del Cuello. Una forma perfecta de dar otra capa de anonimato sobre el origen de Aemon.
—¿Cómo se llama nuestra hija? —pregunto él.
—Meera… Meera Reed. —respondió ella.
—La historia que acabas de contar… —dijo el pensativo— me parece perfecta. Podrías desaparecer sin que hagan muchas preguntas, y el hijo de Lyanna estaría mas seguro si hay múltiples rumores sobre su madre —continúo meditando en voz alta— de ser así, no veo problema alguno si "desaparecieras", ¿Ashara, vendrías conmigo a Atalaya de Aguasgrises? ¿Te casarías conmigo?
—Si, Howland… Lo hare. —respondió ella.
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