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Bab 39: Arco 4.3

Willak enarcó las cejas.

"Jalix….¿hablas en serio?"

El hombre asintió. Se mantenía firme en su postura. Sus ojos ardían y no mostraba la más mínima señal de duda o temor por lo que fuera a suceder.

Estaba más que listo y predispuesto en marcharse, si es que la decisión de Willak no lo satisfacía.

"Debo pagar una vida con una vida. Recompensaré a Astu por haber protegido a mi hijo y eso no cambiará"

Willak se acercó hasta Jalix. Palmeó su hombro con aceptación y esbozó una cálida sonrisa, la cual hizo que la cicatriz en su rostro se contrajera. Su piel se estiró en una postura extraña que no pareció incomodarle.

"Así se habla Jalix. Los guerreros deben pagar por la ayuda recibida. No te preocupes hermano mío que no atentaré en contra de tu decisión. Te respeto"

Eluney apenas escuchó las palabras de Willak se estremeció. No pudo evitar que su rostro se contrajera y la ira se filtrara por sus poros. ¿Willak no expulsaría a Astu? ¿Iría en contra de sus palabras?

Eluney estaba siendo atormentada por celos, envidia y rencor. No podía tolerar que el hombre sobre el que había puesto sus ojos, fuera en contra de sus deseos.

Por su parte, Astu estaba sorprendido. No esperaba que Willak tuviera tanto respeto y consideración por los miembros de su clan. Pero teniendo en cuenta que se encontraban en un mundo primitivo, los pensamientos de una persona no podían ser demasiado profundos. Estas sociedades se rigen por la simpleza, común unión y consideración. 

Echar a alguien jamás habría sido una medida que hubiera adoptado una tribu normal. Todo era producto de la manipulación de esa mujer quién envenenó sus mentes y los engañó con trucos de su época.

Astu reflexionó por un momento. Si ese era el caso, podría llevar a cabo el plan que había ideado inicialmente. 

Astu caminó hacia Willak y Jalix. 

"La invasión de la tribu lobo es una clara señal de que no podemos seguir así. No solo necesitamos protección, sino además alimento y vestimenta. Considero que la mejor solución es aliarnos con otra tribu"

Willak debatió internamente su sugerencia. Esto puso nerviosa a Eluney, quien cada vez se sentía más amenazada por la presencia de Astu. Si por ella fuera, lo empujaría ahora mismo tras los límites de la tribu y le prohibiría la entrada. 

"Rimu, ve a llamar al curandero y dile que tendremos una reunión. Astu y Jalix me acompañarán, mientras el resto de los hombres irán a patrullar y recoger las presas pendientes. Las mujeres se encargarán de la cena y asistir a los enfermos"

Los aldeanos asintieron y despejaron el lugar. Cada uno fue a desarrollar las distintas actividades que el líder les había encomendado. Nadie dudaba ni ponía resistencia, ya que es bien sabido que las directivas del mandamás son ley. Ninguna tribu puede subsistir si no escucha a su líder.

"Willak, ¿qué hay de mi?". Preguntó con un atisbo de esperanza Eluney.

"Ayuda a las demás mujeres a hacer la comida"

Eluney palideció. ¿Ir a trabajar como las otras mujeres? ¿Ella?

Willak no le dio tiempo de reaccionar y enseguida dio media vuelta. Se encaminó hasta su tienda en compañía de Astu y Jalix. Rimu fue en busca del curandero, quien seguía atendiendo las heridas leves de algunos hombres. Los más graves ya habían sido tratados y estaban descansando sobre unas mantas en el suelo.

Willak arribó a su morada y movió la enorme y pesada tela que funcionaba como puerta. Permitió que Jalix y Astu ingresaran, antes de cerrar y tomar asiento en una especie de banco de madera.

Se cruzó de brazos y le indicó a Astu que explicara su idea.

"Dentro de dos meses serán las heladas. El invierno será duro, considerando la falta de alimentos que estamos atravesando. Si a eso le sumamos el temor y la desconfianza a una posible invasión, no hay forma de que los hombres puedan salir a cazar y alejarse lo suficiente. Ante este escenario, no veo mejor opción que aliarse con otra tribu"

Willak se llevó la mano hasta su mentón y reflexionó. Las palabras de Astu eran ciertas. Si no podíamos reunir suficiente comida, perderíamos a la mitad de la población. La situación era crítica.

"¿Tú qué opinas Jalix?". Preguntó.

"Nunca hemos considerado aliarnos con otra tribu. Nuestra poder era suficiente como para que no tuviéramos que considerar esa alternativa. Sin embargo, hoy ya no es ese el caso"

Jalix palmeó la espalda de Astu.

"Creo que Astu está en lo cierto. Una alianza momentánea salvaría a la tribu y le permitiría expandirse. Puede ser de gran beneficio para nosotros"

Willak asintió y regresó su mirada a Astu.

"¿Tienes alguna tribu en mente con la que aliarnos?"

"Estaba pensando en la tribu leopardo. Recuerdo que el curandero es amigo del anterior jefe. Lo salvó de morir envenenado hace un par de años. Estoy seguro que aceptarán a cambio de ese favor"

En ese momento, el curandero irrumpió en la tienda. Cuando Astu lo vio, no pudo evitar sonreír. El curandero era una persona amable y que transmitía mucha confianza a primera vista. 

"¿Me llamó, líder?"

"Si. Curandero tome asiento y denos su opinión sobre formar una alianza con la tribu leopardo. ¿Cree que es conveniente y posible para nosotros?"

Antes de llegar, el curandero había escuchado un resumen de la situación general. Conocía la propuesta de Astu y consideraba que era una opción viable y extremadamente necesaria. Era consciente de las dificultades para cazar y más en época de invierno. Si a eso se le sumaba el peligro de la tribu lobo, no creía que la aldea pudiera sobrevivir a las heladas que se avecinaban. 

Esta vez Astu se le adelantó, pero también había planeado proponer una alianza con la tribu de su amigo. 

"Estoy a favor de la iniciativa de Astu. Puedo enviar una carta al anterior patriarca y conseguir una audiencia con su líder"

"Entonces lo dejo en sus manos curandero"

La reunión duró poco, pero trajo una importante solución para la comunidad. Ahora solo restaba conocer la respuesta de la tribu leopardo pero, contando con la intimidad del curandero y el ex-líder, era muy probable que la alianza se formalizara.

Inmediatamente, Willak ordenó a uno de sus hombres que se encaminara a la tribu leopardo y enviara la carta del curandero. Le asignó la misión como prioritaria y sumamente importante. Debía ir y esperar por la respuesta de los altos mandos. 

La próxima vez que regresara, traería el destino de la tribu en sus manos.

—---------

Los días pasaban más deprisa de lo que Astu había esperado. Pensó que estaría sufriendo de aburrimiento, al estar en un mundo primitivo y sin tecnología, pero contrario a sus expectativas, no tenía suficiente tiempo como para enfocarse en esos detalles.

Desde bañarse hasta cocinar, estudiar medicina, recoger hierbas y ayudar en las tareas de fabricación de utensilios y vestimenta. Como hermano, tenía un sin número de tareas que lo hacían ir de un lado al otro.

Lejos habían quedado esos días como millonario, experimentando la atención de su hombre y sin tener que mover un simple dedo. Pero aunque Astu estaba extremadamente ocupado, no sentía deseos de quejarse. Estaba feliz de mantenerse enfocado e impedir que la añoranza por la tecnología lo golpearan. Además pensaba aprovechar y aprender sobre medicina tradicional y cómo coser. Eran técnicas que no creía necesitar en otro mundo, pero uno nunca sabe. 

Así pasaron cinco días. 

El mensajero de Willak ya estaba volviendo y trayendo consigo la respuesta de la tribu leopardo. Todos en la aldea conocían el deseo de su líder por formar una alianza y lo apoyaban. Si era por el bien de la comunidad ¿por qué estarían en contra?

Eluney debió tragarse sus quejas y enfocarse en las tareas domésticas que le asignaron. Limpiar, lavar y cocer. ¿Cuándo había estado atrapado en dichas actividades? 

Se sentía traicionada por Willak, y con el brotar de ese sentimiento, era infaltable echarle la culpa a Astu. ´Si no fuera por él, estaría disfrutando de lujos y conquistando a Willak´, es lo que rondaba por su cabeza.

Astu no se molestó por su tren de pensamiento ni en la mirada asesina que le arrojaba de vez en cuando. Si bien Rimu se enfurecía con la actitud de esa mujer, prefería centrarse en aprender las habilidades de su maestro.

En la mañana del sexto día, finalmente el mensajero arribó a las puertas de la aldea. Corrió hasta la carpa de Willak y le comunicó las palabras del ex-líder. 

El curandero acudió apenas se enteró. Willak le entregó la carta dirigida específicamente para él. En ella, accedía a una reunión para firmar una posible alianza. El líder de los leopardos veía factible una unión momentánea, más teniendo en cuenta las señales que habían percibido sus sacerdotes. 

Apenas el curandero leyó esas palabras, no pudo evitar inquietarse. Sus manos estrujaron fuertemente la tela, mientras su corazón latía con violencia.

"¿Qué dice el ex-patriarca?"

"Ellos…accedieron a una reunión. El actual líder planea formar una alianza temporal, la cual solo duraría este invierno. El problema radica en que sus sacerdotes han pronosticado una cruda helada que podría acabar con la vida de más de una tribu"

Willak frunció el ceño. El mensajero había traído las noticias esperadas, las cuales lo reconfortaban y alegraban. Nunca imaginó recibir además una alerta tan aterradora. 

En ese momento, Willak recordó los dichos de Eluney. Si en verdad era la hija del Dios Bestia, ¿por qué no había recibido ningún aviso? Si los sacerdotes leopardos ya conocían los peligros que se avecinaba ¿por qué Eluney seguía en la ignorancia? Su caso no tendría que ser diferente.

¿Podía ser que no tenía tanto poder como decía tener? Había catalogado a Astu como un símbolo de desgracia y dado un sin número de señales en su contra, pero jamás alertó sobre la invasión o este crudo invierno. 

"¿Qué hacemos ahora líder?"

Las palabras del curandero, lo trajeron de regreso a la realidad. Decidió ignorar la situación de Eluney, y enfocarse en la alianza y los cuidados para enfrentar el próximo invierno.

"Mañana partiré a la tribu leopardo. Te pediré que me acompañes y formaré un equipo con algunos hombres. Los demás resguardarán la aldea, en lo que las mujeres y hermanos aceleran la elaboración de vestimentas. Sabiendo lo complicado que será este invierno, te pediré que recolectes más hierbas y te prepares lo suficiente"

"Así lo haré. Ordenaré a Astu y Rimu que hagan un inventario y junten todo lo que haga falta"

El curandero se despidió y salió de la tienda. Se dirigió a sus aposentos, donde lo esperaban Rimu y Astu. Querían conocer sobre las novedades y cuál sería el siguiente movimiento de la aldea.

El curandero no se anduvo con vueltas y les explicó el contenido de la carta. Los rostros de ambos hermanos se fueron transformando a medida que escuchaban el mensaje. Lucían preocupados, inquietos y alertas ante la advertencia de los sacerdotes. 

Si ellos habían percibido un invierno difícil, sin lugar a dudas, sería destructor. Sin suficiente comida, heladas aterradoras, ventiscas y avalanchas. Todo eso acabaría con más de una aldea. 

"Debemos prepararnos para lo que pueda venir. Reuniremos hierbas medicinales contra el resfriado, para aumentar la temperatura y contra infecciones. Esa será su tarea"

"¡Si maestro/tío!"

Contestaron ambos. El curandero asintió conforme y les informó que estaría partiendo mañana con Willak. Visitarían la tribu leopardo para cerrar el trato y poder unirse antes de que la nieve les bloqueara el paso. La idea era reunir físicamente a ambas tribus y prepararse juntos para resistir el invierno.

"A partir de mañana, Rimu estarás a cargo. Brindarás asistencia a los aldeanos en lo que no estoy. En cuanto a ti Astu, me acompañarás en este largo viaje"

Astu se sorprendió. Supuso que le ordenaría ser el asistente de Rimu y seguir recolectando hierbas en lo que no estaba.

"¿Puedo preguntar el porqué?"

El curandero sonrió.

"La alianza fue tu idea. Debes hacerte responsable de tus sugerencias. Además, me gustaría presentarte a mi viejo amigo."

Astu no preguntó más y aceptó. No veía nada de malo en viajar y conocer los alrededores de la aldea. El personaje que habitaba jamás se había alejado mucho de su hogar. Era un buen momento para conocer y descubrir cómo es realmente este mundo que ahora habita. 


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