"¡Retirada! ¡Retirada!"
Tras largos minutos de combate, el clan de los lobos optó por marcharse. Arrastraron a los escasos heridos y se alejaron de la aldea que ahora estaba sumida en un completo caos. Muchas casas habían sido destrozadas, objetos estaban desparramados por los alrededores y personas yacían sin vida en el suelo. La imagen era desastrosa y desoladora.
Astu confirmó que todo estaba bien antes de salir y cargó al pequeño hasta el centro de la tribu, donde ya se habían reunido hombres, mujeres y hermanos.
Los heridos habían sido trasladados a la carpa del curandero para ser atendidos, mientras sus familiares no hacían más que llorar e implorar por su salud al Dios Bestia. Sus clamores se fusionaban con la impotencia de aquellos aldeanos que habían perdido a sus seres queridos a raíz de la invasión.
"Luno. ¡Luno!"
Un hombre gritaba con pavor. Buscaba desesperado a su hijo, tras comprobar el cuerpo sin vida de su pareja. Su corazón se contraía de dolor, angustia e impotencia. Se había ido a cazar, creyendo que podría traerle una suculenta presa para cenar a su familia. Sin embargo, se encontró con un escenario que jamás pensó presenciar.
El niño pareció escuchar su nombre y batalló entre los brazos de Astu. Se bajó y corrió a toda velocidad hasta el hombre.
"¡Papá!"
El hombre sintió como su alma regresaba a su cuerpo. Apenas contempló a Luno, corriendo hacia él, dio un suspiro de alivio.
Enseguida lo abrazó con fuerza, tratando de contener sus alocadas y pesadas emociones.
El niño apoyó su rostro contra su pecho y comenzó a llorar.
"Papá…Mamá está…"
El hombre lo sujetó con mayor firmeza.
"Lo siento. No los protegí como corresponde. Lo siento Luno"
Astu se acercó hasta ellos. Quería confirmar que el pequeño estaba en buenas manos.
En ese momento, escuchó su nombre salir desde la boca de Luno.
"Astu…Astu me salvó". Explicó el niño. "Ese lobo quería comerme y Astu me protegió"
El hombre abrió ampliamente sus ojos. No podía creer lo que estaba escuchando. Un simple hermano había tomado la decisión de arriesgar su vida por un niño que no tenía ningún vínculo de sangre con él. ¿Cuánto valor se necesita para hacer eso?
El hombre fijó su mirada en él. Observó detenidamente al ahora desaliñado, sucio y herido Astu. Era un hermano pequeño y frágil, pero de buena apariencia.
El hombre no pudo evitar conmoverse y sentirse profundamente agradecido. Si no hubiera sido por él, en estos momentos estaría lamentando la pérdida de su mujer y de su hijo. Se habría quedado sin familia.
Inmediatamente el hombre se arrodilló. Se postró a los pies de Astu y agradeció de todo corazón.
"Muchas gracias por salvar a mi hijo. Este favor te lo pagaré con mi vida"
Astu se sintió un tanto incómodo. Le parecía extremista el comportamiento del hombre, aunque podía entenderlo. En un mundo tan atrasado como este, la familia lo es todo.
Astu le tendió la mano y lo ayudó a ponerse de pie.
"No me agradezcas. Es lo menos que podía hacer…"
"¡Astu!"
La conversación fue interrumpida por una acalorada voz. Astu volteó, como acto reflejo, y se encontró con el rostro ansioso de Rimu quien lo abrazó con fuerza. Su cuerpo temblaba, denotando el temor que sentía su dueño.
Astu respondió a su abrazo. Lo envolvió entre sus brazos y acarició suavemente su espalda transmitiéndole cierta tranquilidad.
"Estoy bien". Le aseguró.
El hombre no quiso interferir. Tomó a su hijo y se marchó. Todavía debía preparar el entierro de su mujer y organizar cómo sería su vida de ahora en adelante. Había pasado de ser padre, a ser padre y madre a la vez.
Rimu soltó a Astu y lo examinó con cuidado. Sus ojos estaban cubiertos de dolor, al observar los cortes en su pecho y moretones en su cuerpo.
Astu suspiró.
"No llores. Estoy bien. Estoy vivo"
"Si, pero estás herido. Ven. Ven conmigo"
Rimu lo tomó de la mano y lo guio hasta su tienda. Le indicó que se sentara en su cama que era en realidad un cúmulo de telas y hierbas. No era para nada cómoda y provocaba cierta comezón.
Astu ya estaba extrañando los anteriores mundos. Había pasado del lujo a la frugalidad y le dolía más que el ataque del lobo.
Rimu hurgó entre unas ollas y sacó todas las herramientas que necesitaba. Enseguida atendió la herida de Astu y se encargó de detener el sangrado, desinfectarlo y asegurarse de que no dejara una cicatriz. No se perdonaría que una marca quedara grabada en su piel.
Cuando terminó, le indicó que se acostara y descansara. Tenía pensado confirmar su seguridad y acudir al curandero para evitar que se saturara de trabajo.
Sin embargo, Astu lo detuvo. Le hizo señas para que se acostara junto a él.
"Acuéstate conmigo por unos minutos. No quiero estar solo". Dijo en voz baja, haciendo que Rimu sintiera lástima y se apiadara de él.
Finalmente aceptó y se acurrucó junto a Astu. Lo abrazó y dejó que el calor que emanaba su cuerpo lo cubriera. Rimu no recordaba la última vez que habían dormido en la misma cama.
Sonrió recordando los buenos momentos. Su expresión contagió a Astu, quien esbozó una leve sonrisa y cerró los ojos. Relajó su cuerpo y mente, permitiendo que sus defensas se retrajeran. Estaba exhausto. Este cuerpo no era apto para combates intensos.
Lentamente, ambos hermanos, fueron sumiéndose en un profundo sueño. En los brazos del otro, permitieron que el cansancio se apoderara de su consciencia y los enviara al mundo de lo irreal.
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Cuando Astu volvió a abrir los ojos, se sorprendió. El rostro de Rimu estaba muy cerca del suyo. Podía sentir su aliento impactando contra el suyo con cada respiración.
Rimu rio.
"Buenos días Astu"
Al observar la calidez y ternura que emanaba Rimu, Astu pareció tener un ligero deja vú. Esta persona le transmitía una vibra muy similar a Jael. Sus expresiones, actitudes, sentimientos…eran exactamente los mismos. Sus miradas expresaban cuánto lo querían.
Eso lo inquietaba, cuando en realidad no debería ser así. Tantos mundos experimentados, con cientos de personas conocidas, le harían imposible el dejarse llevar por mínimos detalles; pero Rimu generaba cosquillas en su corazón.
Astu estaba confundido. Primero había sido Jael y ahora Rimu. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Porqué ambos podían despertar tanto cariño en él? ¿Se había ablandado su corazón a causa del viaje entre mundos o era por algo más?
"¿Astu?"
Astu se desconectó de sus pensamientos. Regresó a la realidad y respondió a la pregunta de Rimu.
"Buenos días Rimu. ¿Cómo está la aldea? ¿Alguna novedad?"
Rimu asintió.
"Escuche que el líder nos está llamando. Quiere que nos reunamos en el centro de la aldea"
Ambos se levantaron, organizaron la tienda y se cambiaron de ropa. Sujetaron incómodamente su larga cabellera y se lavaron las manos y el rostro. Como hermanos, debían tomar cierto cuidado en su apariencia.
Se encaminaron hasta el lugar señalado, acompañados por varios aldeanos. Desde ancianos hasta niños, lentamente iban caminando hasta el podio que había creado el líder.
Una vez estuvieron todos reunidos, el líder los observó uno por uno. Su expresión era solemne y se podía notar el cansancio acumulado en sus hombros.
"El ataque de la tribu lobo dejó muchas bajas. Fue una invasión imprevista que nunca consideré. Fue mi error y me disculpo". Willak presionó sus dientes. "Sin embargo no es momento de lamentarnos sino ponernos de pie. Debemos terminar con los preparativos para el invierno y organizar nuestra venganza. Lo que nos hicieron los lobos no quedará impune"
"¡Siii!"
"¡Pagarán por lo que hicieron!"
Hombres, mujeres y hermanos clamaban por justicia. Habían perdido familiares, amigos y vecinos bajo un ataque violento y brutal. Aunque sabían que la guerra era cruel, no podían reconciliarse.
"¡Un momento!"
La voz de una mujer resonó fuertemente por los alrededores. Acalló los gritos y clamores del público.
Eluney se paró junto a Willak y tomó la palabra. Observó a los aldeanos, identificando rápidamente a Astu entre ellos. Sonrió con desprecio y habló con firmeza.
"El ataque del clan de los lobos se podría haber evitado. Ellos habrían fracasado de no ser por Astu, el precursor de nuestras desgracias. El Dios Bestia ya nos había advertido sobre su presencia. ¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que personas inocentes mueran por nuestra falta de acción? Astu debe abandonar la tribu hoy mismo"
Astu sonrió con desdén. Sus ojos recorrieron el cuerpo de esa mujer que era amada por los dioses. Su personalidad era igual de repugnante que la de los protagonistas anteriores.
En ese momento, una duda se presentó en el cerebro de Astu. El tan mencionado Dios Bestia, ¿dónde entraba en toda esta ecuación?
"¿El Dios Bestia existe?"
"Por supuesto que es real". Contestó el sistema. "El Dios Bestia es una deidad propia de este mundo. Tiene completa potestad sobre el plano, aunque técnicamente no lo creó. Los verdaderos creadores son esos desagradables dioses, que ya conoces muy bien, y no parecen estar relacionados con el Dios Bestia. Pero como los seres de esta era creen en él, y su legado se ha transmitido de generación en generación, ha cultivado poder suficiente como para mandar en la historia"
"¿Y cuál es su postura con respecto a los protagonistas? Porque se supone que son los escogidos por los dioses"
Lumie indagó en su base de datos y respondió.
"No les agradan ni desagradan. Siempre y cuando no atenten contra el mundo en sí, no tiene prejuicios"
Astu asintió. Podía decirse que el Dios Bestia era un simple personaje que se había salido de su papel. Un ser que no encajaba en la lógica del mundo al igual que él.
Los dioses no interferían ya que no iba en contra de sus planes o atentaba contra los protagonistas. Pero eso no quitaba que fuera una entidad "peculiar y diferente" que iba en contra de todo lo estipulado.
Astu se preguntaba si tendría una oportunidad de conversar con el Dios Bestia. Quizás podría convencerlo de sumarse a su lucha y ser un aliado en contra de los dioses.
"¡Eluney no vayas demasiado lejos!"
Rimu explotó. Esa mujer estaba hablando mal de Astu, con todo lo que había hecho por la aldea y lo mucho que había perdido. Era huérfano. Sus padres dieron su vida por los aldeanos ¿y así se lo agradecen?
Rimu echaba fuego por la boca. Estaba sumamente enojado.
Astu golpeó suavemente su espalda y trató de tranquilizarlo. De nada servía gastar saliva en una mujer como esa. Eluney no iba a entrar en razón jamás, ya que su egoísmo y vanidad la habían enceguecido por completo.
Astu avanzó hacia ella. Se acercó a Eluney y el líder, esquivando a los distintos aldeanos que rodeaban el centro de la comuna.
"¿Desde cuándo un extranjero tiene derecho a decidir sobre los temas de la tribu? Tú no perteneces al clan pantera, sino que eres de la tribu serpiente. ¿Por qué tomas tantas decisiones por nuestro clan?"
Eluney presionó sus dientes con furia. Sus ojos estaban rojos y sus manos ya se habían cerrado en un puño. Estaba conteniendo las ganas de saltar y matarlo.
Eluney detestaba todo lo que era Astu. Su voz, personalidad, carácter, rostro y talento. Todo en él la ponía nerviosa, y al mismo tiempo, una voz en su cabeza no paraba de advertirle que debía acabar con él, o de lo contrario, se arrepentiría para siempre.
"¿Extranjera? ¿Eso piensas de mí? Willak me invitó a formar parte de su tribu. Tengo derecho a opinar y comentar sobre los temas que preocupan a la comunidad. Más teniendo en cuenta que soy la elegida por el Dios Bestia"
Astu se contuvo para no reír a carcajadas.
"¿Elegida? Ese es un título que simplemente te atribuiste. En ningún momento se hizo una ceremonia o los chamanes se comunicaron con el Dios Bestia para confirmarlo. Lo que dices no es más que palabrería sin fundamento"
"¡Tu…!"
"Suficiente". Tomó la palabra Willak. "Este no es el momento para discutir. Hemos atravesado una feroz batalla y varios aldeanos han muerto. Debemos permanecer unidos más que nunca"
"Entiendo lo que dices Willak, pero los designios del Dios Bestia no…"
"Insistes en que Astu es un símbolo de desgracia, ¿pero cuántos años lleva habitando nuestra tribu y nunca ha habido señales de ello?"
Eluney debió tragarse sus palabras, ya que fue interrumpida por el guerrero número uno de la tribu.
Astu se sorprendió al descubrir que era el padre de Luno. En unas pocas horas, había conseguido un aliado increíble y por accidente.
El hombre se paró delante de Willak con confianza.
"He perdido a mi mujer a manos de los lobos. Mi hijo podría haber sido una víctima más si no hubiese sido por Astu. Él lo protegió y le debo mi vida. Si lo expulsan me iré con él"
Los miembros de la tribu quedaron en shock. No podían creer las palabras que había pronunciado su más grande y confiado guerrero. Frente al líder, ¿había amenazado con marcharse por Astu?
Todos estaban tensos y preocupados ante la posible respuesta de Willak. ¿Estaría a favor o en contra? ¿Habría un enfrentamiento entre las partes?
Voces y más voces comenzaron a acaparar los alrededores. La tensión podía sentirse en el ambiente, pero a Astu no podía importarle menos. Fuera cual fuera la decisión de la tribu, no pensaba irse.