Cuando He'An abrió los ojos, pareció tener un ligero deja vu. Su mente se transportó al segundo mundo, más precisamente, al momento de su llegada. Todavía recordaba cómo lo primero que vio fue ese monstruo horrible y desagradable.
Bueno...parecía que las cosas se estaban repitiendo otra vez.
Lumie gritó en la mente de He'An. Permitió que su alma se incorporara más de prisa y pudiera reaccionar a tiempo.
He'An observó como un enorme lobo se abalanzaba sobre él. Trataba de engullirlo; desgarrarlo con sus afilados dientes y garras.
Enseguida se arrojó a un costado. Esquivó el ataque del feroz animal, quien pareció sorprenderse ante su respuesta. Gruño con enfado y volvió a arremeter contra él.
He'An no comprendía lo que estaba sucediendo. Tampoco tenía tiempo suficiente como para leer la trama y asimilar la historia del personaje. De lo que sí estaba seguro, es que su alrededor no era pacífico.
Varias personas estaban batallando contra lobos de gran tamaño. Algunos con cuchillos en sus manos, otros con lanzas y muchos otros sólo podían suplicar por ayuda ante el ataque inminente de esos lobos.
La sangre había teñido la tierra y su aroma se esparcía por todo el lugar. Era una escena sangrienta, de guerra y muerte. Estaba claro que esa manada de lobos eran enemigos.
"Sistema, dime brevemente lo que está sucediendo"
He'An esquivó el siguiente ataque del lobo y tomó una piedra del suelo. Con fuerza la arrojó contra la cara del animal, impactando contra su nariz y haciéndolo estremecer. El lobo sacudió su cabeza y trató de recuperar la compostura.
"Es un mundo primitivo con un trasfondo bien peculiar. Hay tres tipos de géneros: hombres, mujeres y "hermanos". Estos últimos nacen con las características físicas de los hombres y la posibilidad de engendrar de las mujeres. Aunque eso no es todo, ya que los hombres pueden transformarse en animales. Se dividen en tribus dependiendo su raza, siendo extremadamente territoriales y cuidadosos con los extraños"
El lobo estiró sus garras hacia He'An. Su cuerpo no pudo reaccionar a tiempo, dando como resultado que su ropa de dudosa procedencia se rasgara y manchas de sangre cubrieran su pecho. Una línea larga y medianamente profunda apareció en el cuerpo de He'An.
El dolor comenzó a cosquillar su razón, generándole incomodidad e incrementando su nerviosismo. La batalla se estaba complicando y no veía posibilidades de ganar. Si esto seguía así, no creía poder sobrevivir.
"Lo que estás experimentando ahora es un ataque. El clan de los lobos aprovechó la ausencia del jefe y los hombres de la aldea, quienes salieron a cazar, para atacar a las mujeres y los hermanos indefensos que quedaron detrás. Los hombres retirados están tratando de resistir la invasión y evitar que saqueen sus reservas y secuestren a sus mujeres. Tienes que aguantar hasta que vuelvan los demás"
He'An asintió, aunque era más fácil decirlo que hacerlo.
El lobo no volvió a caer en las artimañas de He'An. No permitió que las piedras tocaran su cuerpo y aumentó su velocidad. Tenía la intención de cazar a la presa que tenía delante y no iba a irse con las manos vacías.
He'An le lanzó una piedra de tamaño mediano, la cual terminó cayendo inútilmente al suelo. Solo sirvió para levantar el polvo.
Rápidamente agarró un palo y lo apuntó contra el rostro del lobo. Sabía que no era un arma letal, pero era perfecta para mantener las distancias. No podía permitir que ese animal se siguiera acercando o estaría en desventaja.
Un grito desgarrador llamó la atención de He'An y no pudo evitar posar sus ojos en las tres figuras que yacían a su derecha.
A unos pocos metros de él, un niño sacudía el cuerpo ensangrentado de una mujer. Lloraba desesperado, mientras sus manos se cubrían de sangre.
Un lobo de color marrón y blanco se burlaba de él. Disfrutaba del paisaje que había creado; de ver cómo le había arrebatado su familia a un simple niño.
He'An presionó con fuerza el palo. Siguió los deseos de su corazón y le dio la espalda al enemigo. Corrió hasta el niño y lo tomó del brazo. Se apartó del cadáver de la mujer y adoptó una postura defensiva, ubicando al pequeño detrás de sí.
El lobo de pelaje marrón se sorprendió ante la llegada de un extraño sin invitación.
"¡Oh! Qué vista tan extraña. Nunca vi a un hermano tan valiente"
Esta vez fue el turno de He'An para sorprenderse.
"No me dijiste que podían hablar, sistema". Conversó con Lumie en su interior.
El lobo con el que batallaba He'An también se acercó hasta ellos. Ambos se pararon, uno junto al otro, observando a las dos presas que se resistían y les hacían frente. Era una imagen bastante extraña.
"Parece que se te escapó, pero no importa. Jugaré con ella, asique vete a buscar otra"
"¡Pero Beno! Yo lo vi primero"
El animal, que parecía llamarse Beno, gruñó con furia.
"Sabes que odio repetir lo que digo"
El lobo bajó la cabeza abatido. Asintió con pesar y dio marcha atrás en busca de alguien más con quien pelear.
Sus actitudes daban cuenta de la poca consideración que tenían por vidas ajenas. No significaban nada más que insectos o simples juguetes a sus ojos.
He'An entrecerró los ojos. Sin duda este mundo era cruel.
Beno regresó su mirada hacia He'An. No sentía ni una pizca de intimidación por esos ojos penetrantes y cargados de intención asesina. Frente a su gran tamaño, dientes y garras afiladas, la presencia de He'An, sosteniendo un simple un palo de madera, no resultaba nada intimidante.
"El nombre de tu personaje es Astu"
Enseguida apareció Lumie para revelar la información faltante. Le había explicado, a grandes rasgos, en qué consistía el mundo pero había ignorado la identidad del cuerpo que ahora ocupaba.
Sin embargo, He'An permaneció en silencio. Estaba procesando los datos recién aprendidos. Más concretamente, estaba tratando de aceptar el hecho de que es un "hermano"; es decir, un hombre que puede tener hijos. Lo que supone que va a poder quedar embarazado, dar a luz y criar niños.
He'An no sabía si llorar o arrojarse directamente a la boca de ese lobo.
"Sistema...tu y yo tendremos una larga charla después"
Dijo He'An presionando sus dientes. Lumie pareció sentir la ira de su anfitrión así que, concienzudamente, se desvaneció. Regresó a su espacio donde podía estar a salvo.
"¿Qué? ¿No puedes hablar del miedo?"
Respondió secamente He'An.
Astu le estaba pareciendo muy novedoso. Después de todo, no era común encontrar a un hermano con el valor y las fuerzas necesarias para hacerle frente al peligro. Beno tenía que admitir que se estaba interesando en Astu.
(N/A: A partir de ahora He'An será conocido como Astu)
El niño se aferró a la pierna de Astu. Su pequeño y desaliñado cuerpo temblaba, ante la presencia aterradora del lobo enfrente. El miedo había calado en sus huesos, hasta el punto en que ese animal se había convertido en un completo demonio para él. No solo lo odiaba, sino que le tenía un profundo pavor.
Beno dio un paso hacia ellos. Astu retrocedió, empujado ligeramente al niño. Se negaba a acotar la distancia que había creado por seguridad.
Sujetó su arma con firmeza, permitiendo que sus dedos se incrustaran en ese palo de madera astillado y de dudosa resistencia.
"Me agrada tu actitud Astu. ¡Ya me decidí! Te haré mi mujer"
Astu quedó en shock. ¿Su mujer? Tenía que estar bromeando.
"Hazte a un lado así puedo matar a ese mocoso. Después te llevaré a nuestra aldea y tendrás a mis cachorros. Tu serás mío"
Los ojos de Astu se tornaron más oscuros.
Tocó suavemente la cabeza al niño y le indicó que se apartara unos pasos para no estorbarle en el combate. Inmediatamente, se deshizo de su postura defensiva y saltó al ataque.
No le importaba su terrible complexión física y que no fuera rival para ese animal. Se rehusaba a permitir que ese lobo saliera impune, tras las barbaridades que le había dicho.
"Haré una alfombra con tu pelaje"
Escupió con saña, antes de arremeter contra el lobo.
Beno estaba convencido de que Astu aceptaría su oferta. Nunca pensó que un hermano se opondría a semejante trato, teniendo su seguridad y vida completamente garantizadas.
Beno suspiró. 'Al parecer, este hermano no es tan inteligente', pensó antes de responder a su ataque.
Astu golpeó de derecha a izquierda. Sin embargo, Benu sacudió su gran y peludo cuerpo con soltura. Tenía reflejos veloces, que le permitían compensar su gran tamaño.
Astu sentía los brazos pesados. Sus movimientos eran cada vez menos dominantes, poderosos y rápidos. Su cuerpo no tenía demasiada fuerza, y tal vez, se debía al hecho de que era un hermano.
Benu le propinó un cabezazo. Golpeó su estómago y lo mandó a volar un par de metros.
El niño se alarmó y salió corriendo detrás de él. Estaba desesperado, ya que la persona que lo había salvado y protegido estaba viendo su final a manos de ese lobo también.
El pequeño trataba de contener sus lágrimas. Alcanzó a Astu en el suelo, quien trataba de levantarse. El golpe había lastimado su estómago y espalda. Sospechaba que uno que otro hueso se había roto a causa del impacto.
Astu tosió un par de veces, sintiendo como su pecho se contraía.
"No compliques las cosas y quédate en el suelo"
Benu se acercó hasta el niño y abrió su boca. El pequeño se aferró al brazo de Astu y trató de refugiarse sobre su cuerpo malherido, que no se podía apartar de la tierra y el césped. Astu intentaba e intentaba, pero no conseguía ponerse de pie.
Gritó, mientras observaba como los dientes de ese lobo se acercaban hasta el cuello del pequeño. El niño gritó, cerró los ojos con horror, y clavó sus uñas en el brazo de Astu.
En ese momento, un rugido resonó por los alrededores. Los lobos que estaban saqueando la tribu detuvieron su accionar al percibir la llegada de más animales.
Un grupo de panteras negras arribó a la aldea y comenzó a pelear contra los lobos invasores. Se trataba de los hombres pertenecientes a la tribu quienes había ido a cazar. Estaban de regreso.
Astu dejó escapar un suspiro de alivio. Había conseguido sobrevivir hasta entonces.
Benu debió dejar de lado a su presa y defenderse de la pantera que se le abalanzó. Inició una pelea que Astu no tenía interés en presenciar.
Con sus escasas fuerzas, se puso de pie y tomó la mano del niño. Buscó un lugar apartado para esconderse en lo que la batalla estaba en curso. No podía verse involucrado ni recibir daño colateral.
Se escondió entre unos árboles, tomando asiento y abrazando con firmeza al niño. Redujo su sentido de existencia y aprovechó el momento para procesar la trama de este mundo.
La historia de este mundo era tal y como la había descrito Lumie. Un entorno primitivo, con una ganadería y agricultura escasamente desarrolladas.
Los seres humanos que habitaban el vasto continente luchaban entre sí por territorios, alimentos y orgullo. Se dividían en razas, dependiendo de su lugar de nacimiento, o si sos hombre, de tus características animales.
La tribu a la que pertenecía Astu era "Black Panther" ya que, como su nombre bien lo indicaba, estaba conformado por humanos con la capacidad de transformarse en panteras de color negro o marrón oscuro.
Astu había nacido en un hogar pequeño, que no pudo acompañarlo demasiado. Su padre y madre, un hermano igual que él, fallecieron en el ataque despiadado de la tribu lobo. Quince años atrás, invadieron la aldea y se enfrentaron cara a cara con el líder y sus soldados.
Fue un enfrentamiento sangriento y cruel, que dejó muchas bajas. Dos de ellos fueron sus familiares.
Desde entonces, Astu quedó bajo el cuidado del curandero de Black Panther, un tío amoroso, sensible y considerado que lo crio y le enseñó los gajes de su oficio. Lo educó al mismo nivel que su aprendiz Rimu, quien estaba destinado a ser el futuro curandero cuando ya no estuviera.
Esto no supuso ningún problema para Astu ya que no pensaba hacerse cargo de esa posición. Él y Rimu se llevaban muy bien, tratándose como hermanos inseparables. Ambos eran "hermanos" que compartían gustos, intereses y tenían la misma edad.
Toda la tribu vivía del día a día, tratando de guardar suficiente alimento para resistir las fuertes nevadas en invierno. Su única preocupación eran las invasiones y las inclemencias del tiempo.
Sin embargo, todo eso cambió con la aparición de Eluney. A primera vista, se trataba de una mujer perteneciente a la tribu de las serpientes. Su apariencias era exquisita, con cabello largo, sedoso y de color verde, con ojos a juego. Su figura hacía babear a más de un hombre, desatando peleas por la posibilidad de confesarse y pedir su mano en matrimonio.
Eluney enamoraba a cualquiera que posara sus ojos en ella. Lástima que no fuera una buena persona. Lo cierto es que Eluney no era realmente Eluney, sino Sami del siglo XXII, quien bajó a través del tiempo y el espacio tras ser envenenada por su esposo y su amante.
Inmediatamente se percató de que había abandonado el cómodo y científico mundo de la tierra para caer en un entorno hostil, peligroso, desconocido y primitivo. Por si fuera poco, estaba ocupando un cuerpo "inútil" ya que la anterior Eluney había sido expulsada de la aldea.
Es así que quedó vagando por el bosque y con riesgo a ser el siguiente alimento de algún animal. Pero como todo personaje principal, nunca tendrá tan mala suerte.
Eluney se encontró con los hombres de la tribu Black Panther que estaban vigilando los alrededores. La acogieron y condujeron hasta la aldea, donde Eluney fue invitada a formar parte de ellos. No consideraban pertinente que una mujer estuviera vagando sola por las montañas, por lo que le propusieron insertarse en la tribu.
Eluney accedió, y más aún cuando conoció a su líder. Un hombre corpulento, dominante, con algunas cicatrices en el pecho y el rostro. Gritaba a voces: maduro y fuerte; características que la hicieron estremecer y desearlo con firmeza. Pero por desgracia para ella, el líder estaba interesado en Astu.
Eluney se negó a permitir que un hermano le arrebatara a su pareja ideal, por lo que maquinó un terrible plan que supuso la muerte del personaje.
Haciendo uso de sus conocimientos avanzados, convenció a la tribu de que era la hija elegida por el Dios Bestia. Asimismo, Astu era una abominación; un símbolo de la desgracia que llevaría a los aldeanos a su perdición.
En un principio nadie lo creyó, pero Eluney hizo uso de muchas "señales" y "símbolos" para convencerlos. Aunque se trataba de puras puestas en escena y coincidencias.
La invasión de la tribu lobo terminó por confirmar las palabras de Eluney. Los aldeanos comenzaron a exigir la expulsión de Astu, ignorando los largos años de convivencia y como nunca hubo un problema antes de la llegada de Eluney.
A pesar de las negativas del curandero y Rimu, Astu fue abandonado por la tribu; tribu para la que sus padres dieron la vida.
Debió refugiarse en una cueva cercana y tratar de obtener comida por sus propios medios. El curandero y Rimu hicieron hasta lo imposible por asistirlo con ropa, medicinas, agua y alimentos.
Eluney vio que había obtenido la victoria pero a medias. No le bastaba con que Astu saliera de la tribu, sino que quería desaparecerlo. Debía asegurarse de que el corazón de su hombre Willak no cayera en otras manos, por lo que se adentró en el bosque y encontró unas plantas venenosas.
Asegurándose de no ser vista, se infiltró en la cueva de Astu y colocó las plantas junto a hierbas medicinales que le habían obsequiado. Así Astu las consumió sin siquiera dudar.
A la mañana siguiente, Rimu lo halló tirado en el suelo, con espuma saliendo de su boca y labios azules. Se percató de que había sido envenenado, pero no tuvo tiempo de buscar al verdadero culpable ya que Eluney lo incriminó.
Tanto Rimu como el curandero les habían entregado las hierbas y materiales, por lo que era obvio suponer que eran los causantes de su muerte. Fueron culpados injustamente y exiliados de manera inmediata, debido a que el asesinato está fuertemente penado por la ley de la aldea.
Los dos se mudaron a la cueva donde había residido Astu con dolor y desesperanza. Terminaron muriendo en una fuerte ventisca, completamente abandonados y olvidados.
Por su parte, Eluney se convirtió en la esposa de Willak y gozó de todos los privilegios posibles. Su vida no contó con grandes altibajos y fue brillante hasta el final.