El cielo se oscureció, resaltando el brillo de las estrellas que cubrían el firmamento. La noche era tranquila, pero no silenciosa. El movimiento del agua, que mecía cómodamente el yate, resonaba por los alrededores ahora desolados.
Hael sentía como si fuesen las únicas personas en el planeta. El barco se había convertido en su refugio en medio de un mundo deshabitado, o al menos, esa era la impresión que tenía.
Mientras tanto, Iriel lo miraba nervioso y emocionado. Sus planes estaban en marcha y ya se había encargado de enviar lejos al capitán y apagar las cámaras. No iba a permitir que el programa filmara lo que iba a suceder a continuación.
Iriel se limpió las manos sudorosas en su pantalón, antes de recoger a Hael. Entrelazo sus dedos y lo guio con cuidado hasta la mesa preparada en medio del barco. Dos sillas, una frente a la otra, velas en el suelo y manjares acaparando la mesa; eso fue lo que observó Hael apenas salió de la cabina.
Se sorprendió por los meticulosos y románticos preparativos de Iriel. No pudo evitar sonreír, sintiendo que su corazón se llenaba de calidez. Aunque eso no era todo.
Iriel había creado un espacio junto a la mesa, con cojines y mantas extendidas. Pétalos de rosas decoraban el pequeño rincón improvisado que tenía una única finalidad: garantizarle a la pareja una noche de pasión, bajo la luz de las velas y con las estrellas como testigo.
Hael se sonrojó al descubrir las intenciones de su hombre. Su corazón palpitaba de alegría y timidez al mismo tiempo. Esta noche iba a ser su primera vez.
Hael se sentó frente a Iriel y comenzó a comer. Su hombre había cocinado, con sus propias manos, un plato de fideos con camarones. El paladar de Hael saltó de felicidad, cuando el tenedor hizo entrega de la comida en su boca. Todo estaba delicioso.
Iriel sintió que sus esfuerzos habían valido la pena. Se alabó en silencio, observando a su bebé engullir el plato de comida delante de él.
Una mancha de salsa quedó alojada en su labio inferior. Iriel extendió el pulgar hacia su rostro y removió ese rastro de alimento rojizo que había teñido su piel.
Sin considerarlo desagradable, ni nada similar, Iriel limpió la boca de su bebé y lamió su dedo. Esta acción ambigua aumentó la temperatura en el ambiente.
Ambos sonreían y conversaban sobre temas triviales, mientras música de fondo competía contra el ruido del oleaje. Iriel había encendido la radio para que la música acompañase el momento.
Cuando la pareja terminó de comer, se recostó en la cama improvisada. Contemplaron las estrellas distribuidas a lo largo y ancho del cielo. Sus cuerpos estaban pegados y sus dedos entrelazados.
Creaban figuras con su imaginación, uniendo las estrellas y pintando imágenes inexistentes en el oscuro firmamento.
Hael se divertía observando las figuras que podía crear con las estrellas. Al mismo tiempo, Iriel se divertía contemplando a su amada jugar con la naturaleza con total libertad.
"Si conectas esa estrella con esta otra, puedes ver un oso montando una motocicleta. ¿A que no es gracioso?"
Hael sonrió y volteó la cabeza para compartir su hallazgo. Sus ojos se apartaron del cielo estrellado y cayeron en una mirada cubierta de amor, ternura y devoción.
Hael quedó embelesado. Se perdió en esos ojos que le decían, sin palabras, lo mucho que lo amaba. Iriel lo miraba como si fuese su mundo entero, su todo, su tesoro.
El corazón de Hael se conmovió. No pudo evitar estirar la mano y acariciar la mejilla del hombre, antes de acercar sus labios contra los suyos. Inició un beso suave, que no tardó en volverse salvaje bajo la guía de Iriel.
Tomó el control de la situación y giró su cuerpo. Se colocó encima de Hael y lo abrazó con fuerza, mientras su lengua bailaba sobre su paladar. Sus manos comenzaron a sacarle la ropa y permitieron que algunos pétalos de rosa acariciaran su piel.
Hael sintió cosquillas, pero no pudo concentrarse en ese sentimiento por mucho tiempo. Su hombre separó sus lenguas y decidió lamer otro lugar. Hael solo pudo gritar, cuando Iriel le bajó el pantalón y se tragó su miembro erecto que goteaba con libertinaje.
"Ah...No...Iriel eso...está sucio..."
Iriel negó. Nada de su bebé podía estar sucio. Al contrario, sentía que su amiguito era delicado y con aroma a rosas. Lo volvía adicto, hasta el punto en el que su boca quería comérselo.
Tal es así, que Iriel aumentó la velocidad. Engulló el pene de Hael y sus dedos se insertaron en ese agujero que ya estaba goteando. Provocaron una descarga, que dejó la mente de Hael en blanco y lo hizo arquear. Jadeos desenfrenados se escaparon de sus labios, y uno que otro pez se asomó desde las profundidades para ver que estaba sucediendo allá arriba.
Podían ver dos sombras entrelazadas, amándose salvajemente y sin barreras. Murmullos de pasión se escuchaban en medio de la música de fondo y el ruido del mar.
Una brisa sacudió ligeramente las velas del yate, aunque eso no pareció importarle a la pareja. Estaban concentrados en volverse uno, fusionando sus cuerpos y expresando su amor con simples toques.
La noche, que parecía ser tranquila pero no silenciosa, se tornó en una descontrolada y ruidosa, pero a nadie le importaba.
"Esta es toda la información que solicitó"
Nuvia recibió la carpeta de su asistente y la abrió con curiosidad. Quería saber qué clase de persona era Trey en realidad.
Comenzó a leer las letras grabadas en el papel y quedó anonadada. Sus cejas se fruncieron y el disgusto no pudo ser controlado. Sintió rabia, odio y ganas de vomitar.
Trey era más asqueroso de lo pensado. En la hoja se detallaban distintos crímenes. Desde drogas, violaciones hasta proxenetismo. Trey lo había hecho todo, e incluso, una joven cantante se había suicidado a causa de su hostigamiento.
Su familia ocultó el terrible delito comprando a las autoridades y amenazando a los padres de la víctima. Fueron obligados a mudarse de ciudad y mantenerse en el anonimato, teniendo que cargar con la muerte de su pequeña, bronca y dolor.
Jerom permanecía de pie junto a Nuvia. Observaba en silencio como su Señora leía las atrocidades que había cometido ese sujeto. Permanecía a la espera de sus siguientes órdenes porque, si algo sabía de estos hermanos, es que no dejaban ir a las personas que los molestaban. Si causaban un sentimiento negativo en ellos, por más pequeño que fuera, eso significaba su perdición.
Nuvia dejó el informe a un lado y se masajeó las sienes. Respiró hondo un par de veces para tratar de calmarse y habló con Jerom.
"Contacta a los familiares de la joven y ayúdanos a regresar. Diles que haremos justicia por su hija"
Jerom se marchó a cumplir con sus deberes, mientras Nuvia se recostaba en el sillón. Sus ojos se oscurecieron, recordando cada desagradable detalle del informe. No podía creer que semejante atrocidades habían sido cometidas en el mismo mundo que habitaba.
Sabía que el entorno del espectáculo no era bueno, pero nunca había esperado que tantos hechos delictivos se cometieran con total impunidad. Solo por tener dinero y poder, ¿Trey había abusado de cuantas personas?
Si su hermano no hubiera conocido a los gemelos, de seguro, terminarían siendo una víctima más de su lista.
Poco sabía Nuvia que había adivinado la verdadera historia detrás de este plano. Una historia espantosa que daba cuenta del terrible gusto de los dioses, quienes disfrutaban darle poder a quienes menos lo merecían para pisotear a personas inocentes y buenas.
Nuvia tomó el vaso sobre la mesada y bebió de un trago el contenido. Su garganta ardió, cuando el alcohol descendió directamente hasta su estómago.
Nuvia decidió pensar en otra cosa. La situación de Trey la había molestado y entristecido demasiado, pero no iba a permitir que una hormiga afectara su estado de ánimo.
Nuvia se enfocó en lo que podría estar haciendo su hermano en estos momentos. Había solicitado apagar las cámaras y ella podía darse una idea del por qué.
Quizás debía llamar a un médico para que revisara a la cuñada mañana. Una vez que descendieran del yate, debía tener preparado un botiquín para aliviar su dolor y evitar la hinchazón de cierto lugar.
Si, como hermana previsora y amorosa, debía colaborar con su hermano y su amada.
Nuvia se puso manos a la obra. Dejó el vaso a un costado y contactó al médico de su familia. Le preguntó sobre los recaudos necesarios y enseguida se comunicó con su madre.
"Mamá, deberemos apresurar los planes. No creo que el hermano pueda aguantar hasta el final del programa"
"Oh, entonces termina cuanto antes. Cuando tengas suficientes tomas, asegúrate de concluir la filmación y enviar a los participantes a casa. Así tu hermano podrá traerlo y presentarnoslo"
"Si, tienes razón. Iré a hablar con el director para apurar los eventos del programa"
Nuvia se despidió y salió corriendo de su cabaña. Pese a las tardías horas que se marcaban en el reloj, acudió a la habitación del director y lo despertó de un grito. El hombre de mediana edad quería llorar ante la irrupción de Nuvia. Seguía lamentando su decisión de aceptar liderar este programa.
Por su parte, la madre de Nuvia colgó el teléfono. Lo dejó cargando sobre la mesa de luz, antes de regresar a la cama y permitir que su esposo la envolviera entre sus brazos.
"Nuvia. Quiere que aceleremos los preparativos de la boda"
"Mmmh". Asintió el hombre entre ensoñaciones. "Dile al mayordomo que envíe las invitaciones mañana"
La mujer asintió y besó la mandíbula del hombre. Buscó un lugar más cómodo entre sus brazos y se sumió en un profundo sueño.
Así el señor y la señora Schuetz siguieron descansando, pese a que sus hijos planeaban tener una larga noche de insomnio.