A la mañana siguiente, cincuenta princesas correteaban por el quinto piso como si fuera el día de su casamiento.
El primer día de clase, todas querían causar una buena impresión a los profesores, a los chicos y a cualquier otro que pudieran conducirlas a Para Siempre.
Con los cisnes siempre titilando sobre los camisones, las chicas se movían entre una y otra habitación, pintándose los labios, acomodándose el cabello, puliéndose las uñas, y con tanto perfume encima que las hadas se desmayaban y caían por los pasillos como moscas muertas.
Sin embargo, ninguna parecía ni remotamente cerca de estar vestida y, cuando el reloj tocó las ocho de la mañana para indicar el comienzo del desayuno, ni una sola chica se había vestido.
—De todos modos, el desayuno te hace engordar—Beatrix tranquilizó a sus compañeras.
—¿Alguien vio mis interiores?—Reena asomó la cabeza al pasillo.
Agatha por supuesto no los había visto pues ella ya estaba en el comedor completamente vestida con la ayuda del sistema y un largo chat con Sophie acabó bastante decente.
Tuvo que volver a utilizar uno de esos espantosos uniformes rosas, pero al menos consiguió meter el resto en su inventario para poder pasárselos a Sophie durante el almuerzo y así tener algo, si bien Rosa, menos extravagante que usar para los días siguientes.
Era la única princesa en el comedor y estaba en fila para tomar su desayuno, que parecía ser estilo buffet, detrás de un montón de príncipes que habían llegado antes que ella.
Parecía que a pesar de ser la "princesa" que más rápido consiguió alistarse, todavía tardó mucho más que los chicos, por suerte Jacob la espero.
Estaba cargando al niño que había vuelto a tener que ponerse unos pantalones cortados y arremangados y una camisa qué pasó más o menos por el mismo proceso, una vez más no puedo utilizar el chaleco, pero traía el cinturón, que le habían dado originalmente para llevar el cuchillo, la espada que le había dado Sophie.
- Esto es demasiado triste - comentó jaco hablando de sus ropas - Adam si está buscando algo genial.
- Sophie arregló la ropa de Adam y, como prometió, arreglar a la nuestra – lo consoló Agatha mientras le servía al niño tocino, huevo y un panque con chispas de chocolate.
Jacob lo aceptó encantado y acompañó a Agatha, que se había servido el mismo desayuno más unas tostadas, a la mesa para comer.
Cuando estaban a punto de desayunar sintieron que alguien se acercaba.
- ¿Puedo sentarme? - pregunto tímidamente un chico pelirrojo.
Con ojos verdes esmeralda y algunas pecas, tenía una apariencia delicada para ser un chico, pero aún parecía fuerte, tenía una sonrisa dimida.
Parecía Amable.
- Claro! - dijo Jacob y lo invitó a sentarse al frente con un gesto.
Agatha también asintió.
- Siento lo de ayer amiguito - se disculpó Tristán con Jacob.
- Tranquilo! - dijo Jacob - yo tampoco se usar la espada - trató de consolarlo.
Tristán le devolvió una mirada triste, pero intento sonreír.
Agatha pensó que obviamente no era demasiado consuelo que un niño de 5 años tampoco supiera usar la espada, en especial porque, si bien la de Jacob fue una daga, en ningún momento parecía que fuera a perderla.
El chico pelirrojo extendió la mano hacia la Agatha a modo de presentación.
- Tristán, un placer - se presentó.
Agatha estrechó su mano.
- Agatha, igualmente.
Los chicos pasaron la mañana entre conversaciones.
Agatha se dio cuenta de que el chico era muy agradable.
Nunca se había llevado bien con un chico, pero creía que podía hacerse amiga de Tristán.
El pobre estaba muy nervioso por su primer día de clases, en especial porque la primera clase del día sería esgrima.
- ¿Qué? - dijo Agatha perdiendo el color de su rostro.
- Tranquila – trato de calmarla Tristán - luego de lo que dijo su hermana - señaló Jacob - ayer dudo que ningún príncipe permita que el pequeño se acerque ni un cuchillo de mantequilla.
Agatha respiró un poco más aliviada.
Al menos el repentino impulso pirómano de Sophie transmitió el mensaje.
O compraban sentido común o se olvidaban de ella.
- Espera! - Agatha exclamó de repente - ¿Jacob puedo ver tu horario? - pidió al niño con dulzura.
Jacob le entrego la hoja con sus clases donde podía leerse lo siguiente:
JACOB DEL BOSQUE LEJANO
BIEN 1ª
TORRE VALOR 14
MATERIA / PROFESOR
1: ESGRIMA / PROFESOR ESPADA
2: ASEO / PROFESORA ELISABETH
3: CABALLEROSIDAD / PROFESOR SOMA
4: HISTORIA DE HEROES / PROFESOR AUGUST SADER
5: ALMUERZO
6: BUENAS ACCIONES / PROF. CLARISSA DOVEY
7: COMO SOBREVIVIR A LOS CUENTOS DE HADAS / YUBA EL GNOMO
(GRUPO DEL BOSQUE N.º 3)
Agatha perdió todo el color a ver que no podría ver a Jacob hasta la cuarta clase.
Lo peor es que la primera clase era la de esgrima.
Si algo le pasaba a Jacob...
- Agatha – llamo Tristán suavemente – todo estará bien.
- BIEN! - exclamo Agatha alterada – como va a estar bien? Si algo le pasa a Jacob nadie se enterará hasta 5 horas después.
Todo el comedor escuchaba la conversación, pero a Agatha no podía importarle menos, estaba considerando seriamente atarse al niño para que no pudieran sepáralos.
Tristán tomo su mano y la guio para que se sentará de nuevo.
Hasta ese momento noto que se había levantado en un impulso de pánico.
No estaba más tranquila, pero accedió a sentarse.
- Agatha, Jacob no vera clases particulares – le recordó Tristán con clama – habrá otros 19 príncipes en la clase.
- Y cómo es eso relevante? - dijo todavía preocupada – luego de lo de ayer, eso solo me preocupa más, contando al maestro son 20 diferentes posibilidades de que algún idiota sin sentido común...
Fue interrumpida a medio insultó por una tos grave detrás de ella.
Se volteó lista para acribillar con logia al príncipe que tratara de negar lo que dijo.
Pero se encontró con dos de los únicos cuatro chicos de esta escuela que no podía regañar.
Guardando mentalmente el arma se dispuso a ser civilizada.
- Rhian, príncipe Tedros, buenos días - saludo Agatha con educación.
Debería haberse levantado y hecho una reverencia, pero no tenía fuerzas luego de la montaña rusa de emociones que acababa de experimentar.
- Hola Rhian, Hola Tedros, Hola Chaddick – Jacob saludo a cada uno de los nuevos invitados.
Estaba de pie en la silla agitando su bracito como si los chicos estuvieran al otro lado de una multitud y no solo a un metro, mientras dedicaba su sonrisa más radiante.
La imagen era adorable.
- Buenos días Agatha – respondió al saludo Rhian – Hola pequeño, ¿Ya te agrado? - pregunto Rhian mientras cargaba al chico.
- No – proclamo Jacob con una dulce sonrisa – pero mi hermana me dijo que me quedara junto a los chicos con sentido común y aparentemente estás en la lista.
-… Gracias por la honestidad – dijo Rhian un poco deprimido tras un segundo.
- Tampoco me caes tan mal – trato de consolar Jacob.
Rhian le dedicó una sonrisa, pero era un poco triste.
No podía creer que a hora el niño le tenía lástima.
- ¿Qué hay de mí? - preguntó Tedros tomando al niño de los brazos de Rhian.
- Lo mismo – contesto tierna y sinceramente Jacob.
-…