La nieve inundó toda Konohagakure, como una ola aplastante el invierno cubrió toda la aldea. Los techos de las casas, el suelo, incluso en la ropa de la gente, la nieve se había apoderado de todo el país. Pero a pesar de toda la nieve que hay y de las advertencias de su madre, Toru se encontraba paseando por la aldea, con las manos en los bolsillos y la bufanda que cubría parte de su rostro, esto le ayudaba a mantener el calor corporal.
"Esto es tan... tranquilo"
Por alguna razón la nieve lo hacía sentir nostálgico, como si hubiera visto el invierno más de treinta veces, tomando en cuenta que Toru tiene seis años, algo como eso sería imposible, pero aun así sentía la nostalgia de ver la nieve caer.
(Esa niña me ha estado siguiendo por más de diez minutos)
Toru miró hacia atrás, y pudo ver a una persona observándolo detrás de una pared. A penas podía verse con claridad a la persona, era pequeña, de cabello negro y la pupila de sus ojos era completamente blanca. Toru se sintió un poco incomodo, ya que se sentía acosado por la persona que lo miraba detrás de la pared.
"Llevas mucho tiempo siguiéndome, ¿Por qué?"
Regresando su mirada al frente, Toru habló. Esta acción tan repentina hizo que la persona detrás de la pared cayera de espaldas debido al susto que recibió por haber sido descubierta.
"¿Cómo... lo descubriste?"
La persona salió de su escondite, revelando así, a una hermosa niña de ojos blancos, su piel era tan blanca y frágil como la porcelana, su cabello era oscuro y la ropa cálida que llevaba puesta la hacía ver encantadora y adorable.
"No te ocultaste tan bien, se podía ver tu cabeza"
Haciendo un gesto con la mano, Toru explicó por qué fue tan fácil descubrirla.
"Entonces por eso..."
Toru ajustó un poco su bufanda y miro a la niña de ojos blancos. Un suspiro es escapó de sus labios mientras intentaba pensar en algo que decir.
"No sé por qué me sigues, pero no me agrada eso. Si quieres hablar conmigo solo párate frente a mí y hazlo, no es tan difícil"
Los ojos de la niña miraron a Toru con curiosidad, nunca nadie la había tratado así. Normalmente los demás se alejaban de ella por el extraño color de sus ojos, pero él nunca trató de alejarse, solo se quedó frente a ella mirándola con una expresión neutral.
"Pero... yo..."
"Cuando quieras hablar con alguien solo acércate a esa persona y di lo que sientes. Es sencillo, no es nada imposible"
Las palabras de Toru contrastaban completamente con su personalidad, después de todo el nunca habla con nadie más que con Sasuke, Itachi y Naruto. El simple hecho de aconsejar sobre socialización a una desconocida hacía que Toru se sintiera patético.
"Es que yo... yo solo..."
Una pequeña lágrima apareció en uno de los lagrimales de la niña, se sentía como un ser inferior ante cualquier persona, no podía ver a nadie a la cara sin sentir miedo. Toru vio esto con sin cambiar la expresión de su rostro, pero por dentro había una batalla campal para decidir que hacer al respecto.
(Oh, no. Va a llorar, ¿ahora qué hago?)
Buscando entre lo más profundo de sus memorias, Toru halló la respuesta, las palabras de una mujer, mejor conocida como Asahi Kyoko, la madre de Toru.
|A las chicas les gusta que las invites a comer cosas dulces. Un helado puede estar bien para una tarde calurosa, o un vaso de chocolate caliente por la mañana. Pero por las noches es diferente, ya que hace bastante frío, por lo que debes invitarle a comer algo que no sea muy pesado y que mantenga el calor corporal|
(Gracias, Okaa-sama. Me aseguraré de comprar un pan relleno de fruta para ti más tarde)
Los ojos de Toru se cerraron por un momento, y de sus labios un suspiro salió, después de todo se estaba preparando mentalmente para lo que iba a decir.
"¿Tienes hambre? Ya es de noche, ¿Qué tal si vamos por un poco de ramen?"
La niña levantó la mirada, confusa por la propuesta de Toru. Si bien es cierto que nadie se acerca a ella por el color de sus ojos, el que alguien como Toru la invite a cenar hacía que la niña se sintiera extrañamente feliz.
"Eh... ¿Yo...?"
La niña se quedó perpleja por unos segundos, sin saber que responder.
"Tomaré eso como un sí"
Sin pensarlo dos veces, Toru tomó de la mano a la niña de ojos blancos y comenzó a caminar en dirección al restaurante más cercano. Lo único que pudo hacer la niña al respecto era agachar la cabeza para ocultar el rubor que había aparecido en su rostro.
(¿Por qué el...? ¿Por qué es tan diferente a los demás? Todos siempre... siempre se alejaron de mí, todos les tienen miedo a mis ojos, me miran con asco... pero él...)
La niña levanto su mirada para ver la cara de Toru, vio detenidamente la expresión que se mostraba en el rostro del niño de los ojos grises. Los ojos que no demostraban tener emoción alguna, pareciera que Toru tuviera sueño todo el tiempo.
"Eres muy raro..."
Dijo la niña en voz baja, pero estando tan cerca, Toru pudo oír perfectamente lo que la niña dijo.
"He perdido la cuenta de las veces que me han dicho eso"
Toru miró al frente, intentado recordar cuántas veces la gente lo llamó 'raro'. Siempre supo lo que la gente pensaba de él, pero por alguna razón él ya estaba acostumbrado a eso, como su hubiera sido llamado 'raro' cientos de miles de veces.
"¿Eh? Lo siento, yo no quise..."
"No importa, no me afecta en lo absoluto"
Toru continuó caminando, ignorando el sentimiento de inferioridad momentáneo que se apoderó de su mente.
-Ichiraku Ramen-
Dentro de aquel restaurante donde el aroma de la carne cocida se podía sentir en el aire, un hombre se mantenía ocupado en la cocina. Este hombre era Teuchi, el dueño del Ichiraku Ramen. Desde lejos se podía ver como manejaba los ingredientes del plato estrella de su restaurante, con gran habilidad corto la carne, la junto con el caldo y el resto de ingredientes, creando así un plato de ramen.
Teuchi colocó el plato de ramen a un lado para terminar de preparar un segundo plato. Cuando el segundo plato estuvo terminado apareció una niña de cabello castaño al lado de Teuchi.
"Yo llevaré esto, papá. Déjamelo a mi"
Dijo la niña colocando los dos platos de ramen en sus manos.
"Está bien, pero no vayas a derramar ni una sola gota, ¿entendido?"
"Jeje. ¿Quién crees que soy? Puedo con esto, tú me enseñaste después de todo"
Después de decir eso, la niña salió de la cocina con los platos en sus manos y los colocó en la mesa frente a una niña y un niño que llevaban ropa cálida para el invierno.
"Dos órdenes de ramen listas"
"Gracias"
"Si... gracias"
Los dos agradecieron el servicio como es debido, tomaron los palillos de madera que estaban en la mesa, los separaron y comenzaron a comer.
Viendo que había hecho un buen trabajo, la niña de cabello castaño volvió a la cocina, dejando a la pareja disfrutar su comida.
"Esto es bastante bueno para ser un ramen sencillo"
Sosteniendo los palillos con delicadeza, el niño tomo un trozo de carne y lo llevo a su boca. Lentamente masticó la carne, haciendo que los jugos que esta guardaba salieran, dando un gusto salado, pero dulce al mismo tiempo.
"Es cierto, no se tu nombre. A juzgar por tus ojos puedo saber fácilmente que eres del clan Hyuga, pero desconozco tu nombre"
La niña de ojos blancos mantuvo silencio ante la pregunta, era cierto que nunca había mencionado su nombre, pero lo que hizo que mantuviera silencio era que desconocía por completo el nombre del niño al que había estado observando por tanto tiempo, pero gracias a que el niño frente a ella era muy perceptivo ese silencio se rompió en un instante.
"Yo soy Toru, Asahi Toru. ¿Puedes decirme tu nombre?"
La niña dudó por unos segundos, pero al final reunió un poco de valor para dejar su timidez a un lado y responder la pregunta de Toru.
"Me llamo... Hinata... Hyuga Hinata"
Hinata levantó la mirada para ver la reacción de Toru ante su nombre, pero el mantenía la misma expresión con la que lo conoció.
"Es bueno saberlo, ahora podremos hablar con más comodidad"
Toru sostuvo los palillos por un momento antes de usarlos para tomar un bocado de los fideos del ramen. La forma en la que comía era, por así decirlo, extrañamente elegante. Sostenía los palillos con delicadeza, y se tomaba su tiempo para disfrutar de cada bocado.
"Te gusta mucho el ramen, ¿verdad?"
Hinata decidió hablar, su voz era un poco temblorosa, pero ya no se notaba tanto nerviosismo en ella.
"Si, mi madre suele comprar ramen"
"Entiendo..."
Cuando Hinata pensó que había sacado un buen tema de conversación, el incomodo silencio volvió a apoderarse del ambiente. Era inevitable, ninguno de los dos era bueno conversando, mucho menos eligiendo temas de conversación. Los dos solo se habían quedado callados mientras comían, cada movimiento de sus manos, respiración, los latidos de sus corazones podían ser escuchados debido al silencio aplastante que había en el lugar.
Pasaron diez minutos de silencio eterno. Los platos estaban completamente vacíos, y Toru solo se había quedad mirando a la salida.
(¿Cómo salgo de aquí? Ya pagué la comida, pero esto es muy incómodo, incluso para mí. No hallo la oportunidad para irme. Okaa-sama, si estás ahí, por favor dame un consejo)
Cada segundo que pasaba parecía eterno, esto hacía que Toru se sintiera agobiado, aunque la expresión de su cara no lo demuestre, él quería salir de ahí, después de todo la situación se le había salido se las manos. Toru pensó que después de comer ramen ella se iría, pero no fue así.
"Toru-kun..."
Hinata habló, rompiendo el ambiente incómodo que se había formado. Esto hizo que Toru suspirase aliviado.
"¿Qué pasa?"
"Bueno... quieres... ¿Quieres acompañarme a mi casa?"
"Si, ¿por qué no?"
Aunque su rostro no lo demostrara, Toru estaba muy feliz, al fin podía alejarse de esa situación incómoda. Solamente tenía que dejar a Hinata en la puerta de su casa y este día tan estresante terminaría.
Después de decidirse, Toru salió del restaurante, y miro a Hinata, quien aún estaba sentada en la silla.
"Tenemos que irnos, ya es muy tarde"
Hinata miró a Toru, y una sonrisa se formó en su rostro.
"Si..."
Mientras caminaban, ninguno habló, en ese momento estaba pasando lo mismo que paso en el restaurante, el peligroso silencio incomodo.
Cada uno iba a su propio ritmo, Toru iba dos pasos adelante, mientras que Hinata se encontraba detrás de Toru, pensando una y otra vez por qué la actitud de Toru hacia ella era tan diferente a la de los demás.
"¿Puedo... preguntarte algo?"
Toru se detuvo en seco y volteo a ver a Hinata. Vio el rubor en el rostro de la niña de ojos blancos, así que, para no alargar más este estresante día, Toru dijo:
"Adelante"
Hinata tomó un poco de aire antes de preguntar, sus orejas estaban un poco rojas debido al frio, además de que estaba temblando un poco, también por el frío.
"Tu... ¿Por qué eres así conmigo?"
Toru se vio confundido por un segundo. No entendió para nada la pregunta de Hinata, es más, ni siquiera su gran inteligencia podía descifrar lo que estaba pasando en ese momento.
"¿A qué te refieres?"
Toru respondió con otra pregunta, obligando a Hinata a extender la pregunta que hizo anteriormente.
"Tu... no me miras feo, no sientes miedo al ver mis ojos. Siempre fuiste muy amable, me invitaste a comer ramen, y nunca dijiste algo para que yo me sintiera mal... ¿Por qué? ¡¿Por qué eres así?!"
Hinata miró a Toru a los ojos, su mirada se veía confundida, no entendía para nada la forma de ser de Toru. Nunca logro entenderlo, incluso ese día, el día en que él la salvó de que aquellos niños la lastimaran.
"Tu... tu... ¡¿Por qué me haces sentir así?!"
Hinata volvió a preguntar. En ese mismo instante, Toru no sabía que responder. El siempre actúo siguiendo sus propios deseos. ¿Quería construir un arma que sea capaz de paralizar a un Jounin? Por supuesto que estaría dispuesto a construirla. El siempre hacía lo que su corazón le pedía, pero a pesar de todo... él no sabía cómo responder.
"Por favor... respóndeme"
Hinata agachó la cabeza, para que Toru no la viera llorar. Pero en eso ella sintió algo en su cabeza, era Toru. Tenía su mano en el cabello de Hinata.
"Levanta la cabeza"
Hinata obedeció y levantó la mirada, vio los ojos de Toru, los cuales brillaban gracias a la luz de un faro cercano.
"Te llevaré a casa"
Toru limpio las lágrimas de Hinata, la tomo de la mano y camino en dirección al clan Hyuga. En ese momento, él se sentía extraño, no sabía que responder, nunca lo supo, y posiblemente nunca lo sabrá.
(Parece que hoy llegaré tarde a casa)