De vuelta en el palacio egipcio, Meritamón después de escuchar la respuesta negativa de su padre sobre buscar a Merenptah, tomó cartas en el asunto por cuenta propia. Ante Ramsés y Nefertari, Meritamón dice _pues soy la princesa del Alto y Bajo Egipto, soy su hija y les reclamo que me den una caravana de seguridad para buscar a mi hijo y todo lo financiaré yo_ Ramsés arrugando el entrecejo dice _si te pasa algo, yo no me haré cargo, te daré 15 hombres, de los más leales del imperio para que vayas a buscar a ese inmundo, pero si algo les pasa a mis hombres o a algún carruaje o caballos, tú te las verás conmigo_ nerviosa, Meritamón acepta la propuesta y haciendo una referencia, se retira del trono.
Encaminándose hacia su aposento, se encuentra a Paser, el sacerdote del palacio, este le dice _Meritamón, princesa del Egipto, hija de Bastet_ con una sonrisa en el rostro prosigue _escuché que irás a una expedición para buscar a Merenptah y te tengo buenas noticias, pues nuestra diosa y maga Isis, me dijo que tu hijo sigue vivo en medio del desierto y quiero acompañarte en esta travesía, le comunicaré a Ramsés_ con una gran sonrisa y emoción, Meritamón le responde _te lo agradezco mucho Paser, tengo más apoyo y Ramsés se dará cuenta que es importante, partiremos hoy en la noche_ Paser se retira con una referencia hacia la princesa.
Meritamón hace una parada por la cocina real y les pide a los cocineros que le preparen algo para unos cuantos días de expedición y que se lo preparen rápido. Los cocineros se pusieron en marcha a preparar vino, pan y algunos cereales.
Meritamón ya en sus aposentos les pide a sus siervas que le preparen todo para la expedición, vestuario, las pelucas, joyas, todos los preparativos para una expedición real.
Luego Meritamón se dirige a donde están los carruajes y le pide al encargado que le prepare los carruajes y los caballos, que se prepara para una expedición.
Mientras tanto Ramsés manda a llamar a uno de sus generales más fieles y le comenta _Abasi, mi fiel general, te tengo una tarea muy importante_ dando vueltas de un lado al otro _te voy a encomendar la vida de mi hija Meritamón porque se irá de viaje a buscar a su hijo, entonces te encargo una comisión de quince soldados para escoltarla y protegerla a ella y a Merenptah durante todo el camino, Paser me comentó que irá entonces protégelo a él también_ con seguridad Abasí le contesta _ sí Horus vivo, que así sea, prepararé todo_ con una referencia se retira Abasi.
Cae la noche y con una luna llena, Meritamón, Paser, las siervas, Abasi y sus hombres se preparan para partir con todo casi listo. No antes Meritamón se despide de Ramsés y Nefertari con una voz solloza y con lágrimas _padre te lo agradezco mucho por este apoyo que me has dado y no sabes lo emocionada que me siento por esto y también, gracias a ti madre, nos vemos en unas cuantas lunas y espero que con la ayuda de Bastet, Isis y todos los dioses pueda encontrarlo_ Ramsés con su orgullo inquebrantable le responde _espero que no te pase nada hija, nos vemos_ Nefertari le replica diciendo _espero que encuentres a nuestro nieto, hija_ despidiéndose los 3 con un abra<o muy afectuoso, Meritamón se sube a su carruaje y se dirige a lo desconocido, sin saber que pasará durante toda la travesía.
…
Mientras tanto Merenptah caminaba exhausto por el calor, la falta de agua y de comida. Cada vez veía más cerca aquellas antorchas y más dimensionaba lo que veían sus ojos, un campamento enorme, rodeado por guardias, pero no reconocía que fuera de su reino, cada vez estaba más seguro que no eran guardias egipcios y se preguntaba quien necesitaría tanta protección aparte del faraón, especialmente por estas tierras.
Hasta que Merenptah se dio cuenta que en realidad no eran guardias egipcios y que más bien eran guardias, pero de otro imperio, asustado, se afianzaba cada vez más en su daga y con más fuerza la agarraba por temor.
Merenptah tenía su vestido blanco de finas costuras sucio, casi que ni se sabía que ese vestido alguna vez fue blanco, el tocado que aún yacía en su cabeza estaba aún peor de sucio, sus joyas como brazaletes de oro, el collar Usej eran lo único que mantenían su resplandor.
Cuando por fin estaba a unos cuantos metros, de las carpas, se presentó antes los guardias pidiendo piedad por él diciendo _hola soy Merenptah, hijo de Meritamón la princesa del Alto y Bajo Egipto y ando perdido por el desierto sin rumbo, porque me escapé del palacio_ el guardia un poco confundido le replica _yo soy guardia del imperio Hitita y te pido que te retires antes de que tenga que usar la fuerza_ Merenptah algo eufórico le responde _vengo caminando desde muy lejos viendo las antorchas con la esperanza de que alguien me pueda ayudar_ el guardia insiste en que Merenptah se tiene que retirar y Merenptah insiste en que lo ayude y lo dejen pasar hasta que uno al mando de todos los guardias llega y pregunta _ ¿quién eres y qué haces acá? _ Merenptah fatigado responde _soy hijo de Meritamón, princesa del Alto y…_ interrumpiendo guardia a cargo _me dices que eres hijo de la gran princesa Meritamón de Egipto y andas vagando por estas tierras hostiles, sucio, sin protección, sin nada, si no fuera por esa cosa que tienes en la cabeza y tus joyas no te hubiera creído, pereces un méndigo y ladrón_ Merenptah le responde _señor se llama tocado lo de la cabeza y sí soy ese que usted menciona pero necesito ayuda, tengo mucha sed y hambre y necesito pasar_ con un tono demandante le responden los 2 guardias _aquí está la princesa del imperio Hitita, hija del rey Hattusili III, la princesa Emira, por lo tanto no podrás pasar ni te podemos ayudar, órdenes del rey_ harto, Merenptah intentó entrar a la fuerza entre los guardias pero sin fuerzas, los guardias lo agarraron y lo llevaron lejos del campamento.
Tirado en la arena y con las pocas fuerzas que le quedaban, ingenió una estrategia para evadir los guardias, observando cada detalle que pudiese servirle para franquear la defensa de Emira…
Mientras tanto Emira en el campamento, degustaba una cena extravagante, llena de carnes, panes una gran variedad, vino, todo en grandes cantidades, un banquete digno de una princesa.
Al terminar la cena sobró mucha comida que fue desechada, Emira se retiró para salir de las carpas e ir a observar la inmensidad del cielo, las estrellas y constelaciones, mientras un par de siervas le arreglaban el cabello, lo peinaban y le ponían un vestido negro con insertos de tela de oro puro. Al terminar, Emira pidió quedarse un rato más afuera para ver el terreno, las estrellas…
Merenptah había encontrado un punto débil de la guardia real Hitita y observó la gran cantidad de comida que desecharon, a lo cuál Merenptah quedó anonadado y no lo pensó 2 veces y se fue por ese banquete.
Sin embargo no contempló las consecuencias que podía tener al infiltrarse dentro del campamento…