Joel se detuvo en seco y miró repentinamente al encargado del vestíbulo. Repitió: —¿Cómo que no va a permitir que me moleste?
El director del vestíbulo era muy astuto. Al ver la reacción de Joel, algo se le ocurrió de inmediato y respondió: —Sí, así es. La señora Smith nos acaba de decir que no dejemos entrar a la señora de la entrada. Dijo que eran sus instrucciones.
Bajó la cabeza. Lo que dijo a continuación sonó como si estuviera reclamando crédito, pero en realidad estaba presentando una queja. Dijo: —En el Club Prisma no tenemos una norma como ésa, pero la señora Smith dijo que era una instrucción suya, así que tuvimos que hacer lo que se nos pidió, por supuesto.
Instrucciones de él...
La expresión amistosa de Joel se desvaneció y dijo desapasionadamente: —Todavía no es la señora Smith.