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31.03% Un Amor De Chocolate (Libro I) / Chapter 9: Recuerdos

Bab 9: Recuerdos

IAN

Él me ayudó a desvestirme una vez en su dormitario, aunque estaba a salvo en su mansión no podía evitar de sentir miedo y se lo hice saber. En verdad tenía muchisimo miedo ya que las imágenes de lo vivido días atrás estaban en mi mente y pude saber lo persistente que podía ser mi violador y su intensa locura.

Orfen me dijo que confiara en él. Yo en verdad confiaba en él, lo amaba tanto que lograba despertar el odio de Fausto, quien me violaba por tal razón. Cerré mis ojos sintiendo cómo las lágrimas humedecían mi rostro.

Orfen me abrazó con ternura. Luego me dijo que me esperaria fuera mientras me duchaba. Me incorporé y entré al baño..Era grande y lujoso, mucho mejor del que tenia en mi habitación cuando vivia con mis padres.

Abrí la ducha y la tibieza del agua acarició mi cuerpo ultrajado y sucio, que por más que me refregase e intentaba limpiarme no lograba quitarme el hecho de haber sido usado por Fausto. Tenía tanto asco que me desesperaba al punto de empezar a golpear la pared con mis puños de la furia.

Lloré  mientras me dejaba caer apoyado en la pared hasta quedar en el suelo donde me envolví las piernas con mis brazos dando rienda suelta a las lágrimas.

Estaba desbastado y no tenia fuerza para seguir viviendo pero tampoco queria alejarme de Orfen. Esto último hacía que no me suicide en verdad.

"Orfen por favor....ayúdame....Orfen"

Recordaba las horrendas noches en el club nocturno bailando en el escenario con escasas ropas, los aplausos y deseos de violarme de todos esos viejos decrepitos y jovenes locos y posesivos como era el caso de Fausto, me daban asco.

La oscuridad fusionándose con la tenue luz en los dormitorios, respirando ese vicioso aire me estaba matando de a poco. Recordaba a Fausto pagarle a Nathan para poder tenerme.

Recordé cómo me encerraban con ese lunático en uno de esos mugrosos cuartos donde sabía que no podía escapar, pero esa personalidad nunca lloraría.

Más bien tomaría la iniciativa, y eso mismo hacía noche tras noche teniendo sexo con ese sujeto por lo general salvaje, ya que me desquitaba por estar siendo obligado a hacerlo con él.

Había noches que me ponía firme negándome a recibir a Fausto, pero casi siempre me veía forzado a tener que hacerlo con esa basura.

Recordaba cómo luego de eso debía pasearme por el club soportando los diversos manoseos de esos repugnantes viejos pervertidos.

Tener que soportar a Fausto manoseandome casi continuamente era desesperante, hasta me inyectaba sedantes algunas veces para tenerme sin resistencia por mi parte.

Aquello me enloquecía ya que me sentía encerrado en mi propio cuerpo, hasta había ocasiones en que Fausto me obligaba a tomar una droga llamada Afrodita, que me forzaba a excitarme y literalmente arrojarme encima de quien sea que esté frente mio y el efecto solía durar entre tres y cuatro horas.

Momentos en que Fausto me tenía encerrado a su lado en algunos de los tantos dormitorios del lugar.

Significaba que me había violado incontables veces el muy maldito, y Nathan se deleitaba haciendo negocios con ese lunático a costa mía.

Me sujeté la cabeza mientras el agua seguía cayendo por la ducha mojandome. No quería seguir recordando, por dios que ya no quería.

—Basta....por favor ya basta.... — murmuraba desesperado sin dejar de llorar sin consuelo.

Me descorazonaba saber que nunca tuve la más minima posibilidad de escapar de Fausto, quien no solo me violaba sino que además me drogaba. Ahora entendía por qué durante el día había momentos en que me sentía mal. Necesitaba ir a un médico pero...¿cómo haría para pagarme uno? Mi mente no tenía piedad con respecto a los recuerdos.

Pero debía controlarme, no iba a permitir que me gane la desesperación. Me incorporé cerrando los ojos y elevando mi rostro para que el agua me lavara. Volvía a resfregarme la piel con intensidad intentando quitarme el olor y el roce de Fausto.

— Vete....vete de mi cuerpo....dejame Fsusto....alejate de mi....por favor....vete....

Me apoyé a la pared con ambas manos asentando mi frente en la pared mientras cerraba los ojos. Haciendo uso de mi voluntad, pensé en Orfen para quitarme los malos recuerdos de mi paso por el club nocturno.

Lentamente me fui relajando. Al menos ya no lloraba. Pero seguía sintiéndome sucio aunque las palabras de Orfen me alentaban. El me deseaba y me amaba.

— Orfen....no me dejes....por favor Orfen....

Cuando sentí que medianamente estaba listo cerré la ducha y empecé a secarme. Me sentía peor que basura con lo que me habia pasado ¿qué pasaría conmigo ahora? ¿Qué podria hacer?

Me envolví la cintura con la toalla y me contemplé al espejo intentando encontrar algo de aquel que una vez fuí pero quien me devolvía la mirada del otro lado del espejo era alguien que no tenia vida ni alma, era alguien vacío.

Cuando sali del baño, Orfen estaba allí esperandome tal como me había dicho, lo miré a los ojos y apreté los labios. Me sentía tan vulnerable. Él me mostró la ropa que usaria esa noche.

— Si quieres me retiro así te vistes tranquilo — pero sin decirle nada lo sujeté mirando el suelo. No, no quería que se fuera — ¿Ian? — lo mire a los ojos con desesperación.

Orfen acarició mi rostro con suavidad, las lágrimas volvian a humedecer mis ojos sin poder evitarlo.

— Orfen....él me...me drogaba....para obligarme a....a...

Se me quebró la voz y él me abrazó con ternura, volví a llorar desesperadamente sin poder contenerme. Solo podia llorar.

— Ian, mañana mismo iremos a un doctor, haré que te cures de lo que sea que tengas mi amor. Te juro que haré que vuelvas a ser el de antes solo...solo confía en mí....por favor

— Te lo pagaré Orfen

— No

— Si

— Solo deseo.....deseo.... — acarició mis dorados cabellos — Deseo que vuelvas a reír mi amor y que me ames.

— Yo ya te amo Orfen ¿por qué crees que Fausto me torturó así?

— Mi amor....

—Incluso hoy....al tenerme atado e inmovilizado me lo dijo....

— ¿Qué fue lo que te dijo?

— Que todo lo que me hacía y estaba a punto de hacerme era mi castigo por amarte a tí....y no a él....

Como respuesta Orfen me besó con ternura y desesperación a su vez. Me acariciaba con tal suavidad que honestamente mi cuerpo, para mi asombro, empezaba a reaccionar. Sin embargo cuando sus caricias empezaron a subir de tono repentinamente comence a temblar.

—Orfen...no....por favor no....

Él se detuvo pero me abrazó con intensa ternura pidiendome perdón. Yo me sentía fatal por sentir miedo de....él. Sabía que nunca me dañaría ¿qué me estaba pasando? ¿Acaso Fausto en verdad se hubo salido con la suya marcándome para siempre?

—Orfen....no quiero que él me gane....no quiero quedar marcado asi....ayúdame por favor mi amor.... — lloré en sus brazos una vez más.

—Tranquilo mi amor

Me vestí mientras él colocaba la comida que el mayordomo trajo sobre la mesa ubicada junto a la ventana. Saber que era de noche y no tener que ir al club nocturno era en verdad relajante, aunque las torturas a las que Fausto me sometió anulaban en gran medida mi pseudo calma.

—Come conmigo, mañana iremos al doctor para que te revise y te cure si es que tienes algo malo. Te amo Ian, y te ayudaré a que superes esto.

Cominos juntos y por primera vez en mucho tiempo me sentí en paz. Esa noche dormí en los brazos de Orfen y aunque las pesadillas me asaltaron él me protegía con sus palabras y abrazos continuos.


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