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72.59% VIGGO / Chapter 241: Guerra y Fortuna 2.235

Bab 241: Guerra y Fortuna 2.235

La habitación de Bishamon era de veinte metros de largo por diez de ancho. La alfombra había sido cambiada por una superficie de tatami y las ventanas de vidrio por ventanas de corredera hechas con cuadritos de papel. La enorme cama occidental cambiada por un futon con una pequeña cabecera y un cubrecama de color verde pasto. Además de que ella había comprado un biombo de seis paneles traído especialmente del Lejano Oriente. El biombo tenía un fondo blanco y un dibujo de ramas de cerezo de color negro con vibrantes hojas de color fucsia.

La diosa Bishamon estaba sentada en seiza sobre un cojín por delante del biombo: cabello rubio ordenado en un moño con dos palillos de oro que cruzaban el cabello de lado a lado. Sus ojos cerrados mientras mantenían una expresión en calma. Vestía un elegante kimono purpura, dejaba su lado derecho al descubierto, revelando una tela que formaba un sarashi que cubría sus modestos senos. Hermosa, sin igual, con una piel clara y una figura elegante. Ella sostenía un shamisen con una pequeña caja cuadrada en la base y un delgado cuerpo de madera por el cual se extendían las cuerdas. Ella lo sostenía en diagonal la parte superior del cuerpo con la mano izquierda mientras tomaba una púa con la mano derecha.

Frente a ella estaban sentados en posición de loto, Viggo y Rosewisse, quienes habían vuelto de Midgar y después de leer los pergaminos que recopilo Odín, tenían muchas dudas. Así que vinieron con la diosa ¿Quién mejor para decirles cómo enfrentar este desafío que la diosa asociada a la guerra y la fortuna?

Bishamon acercó la púa a las cuerdas que pasaban por encima de la caja cuadrada en la base del shamisen. Al mismo tiempo, su mano izquierda se deslizo por el cuerpo alargado de la parte superior y presiono las cuerdas. La púa toco la cuerda haciendo vibrar el sonido y llenando el espacio. Primero con un "ta, tan" silencio, "ta, tan" silencio, y después presionando la púa con más fuerza sobre la cuerda para emitir un sonido más aguado mientras mantenía el ritmo.

Bishamon mantuvo los ojos cerrados en todo momento, moviendo la pua y manteniendo un ritmo constante, añadiendo acordes a cada momento y aumentando la complejidad de la melodía, como si fuera el preludio de una batalla. Entonces la púa se movió con más fuerza y energía, produciendo un ritmo combativo mientras los dedos de Bishamon se deslizaban por las cuerdas.

La melodía del shamisen acelero el corazón de Viggo y Rosewisse sintiendo como sus espíritus se llenaban del fervor de la batalla a un ritmo vertiginoso marcado por el punteo de la púa de Bishamon en su mano derecha. Bishamon deslizaba su mano izquierda por el alargado cuerpo del shamisen, jugando con la melodía y transportándolos a un lugar donde se respiraba el combate.

La imaginación era el límite y Viggo podía ver como los guerreros vestidos con armaduras de colores fuertes como el rojo y azul se enfrentaban. Cada uno llevando una katana y un casco con diferentes ornamentas. Rojo con las temibles astas del siervo mientras que el azul tenía la escultura del cien pies, símbolo de la inmortalidad. Ambos guerreros se rodeaban apuntándose con sus katanas en una danza mortal donde cada uno media las distancias y luchaba primero en su mente contra el oponente.

De repente Bishamon detuvo el sonido de forma violenta y Viggo y Rosewisse podían haber jurado que ambos guerreros estaban listos para luchar y habían dado el salto hacia adelante para intercambiar cortes. Sin embargo, la imagen se desvaneció.

Bishamon abrió sus ojos de color purpura y miró a los dos jóvenes delante de ella. Viggo de cabello rojo y Rosewisse de cabello de plata. Ambos con ojos de color azul. En Viggo resaltaban los rasgos varoniles de un muchacho en desarrollo, un rostro seductor y labios gruesos. Algo que no dejo indiferente a Bishamon de principio a fin, después de todo, ya habían cruzado esa línea.

Por otro lado, estaba Rosewisse, de facciones delicadas, rostro femenino y figura voluptuosa que era la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, las grandes y hermosas alas en su espalda le recordaban su linaje guerrero, "valkiria" se llamaba ella.

Bishamon con voz calmada y seductora, sin soltar el shamisen ni la púa, dijo —es sabio lo que hace Viggo, Rosewisse. Puede que solo haya sido algo fortuito, ya sabemos que él tiene buenos instintos. Sin embargo, el hecho es que es algo inteligente que estudie a Odín—

—Pero…— protesto Rosewisse mientras sus alas se agitaban

—Entiendo tu punto— dijo Bishamon, moviendo la púa y dándole un leve roce a la cuerda para dejar escapar un sonido solitario y torpe —pero para ganar una guerra necesitas conocerte a ti mismo y después al oponente— Bishamon volvió a pasar la púa por la cuerda, pero esta vez dejando que saliera un sonido agudo, preciso y armonioso —todo con el fin de engañar a tú oponente. Cuando él avanza, tú retrocedes, cuando él retrocede, tú avanzas. Cuando él se sienta seguro, le llevas caos. Cuando este fuerte, lo evitas y cuando no esté preparado, lo atacas. Sin embargo, engañar a tu oponente y saber medir sus fuerzas y las tuyas es todo un arte que para desarrollar primero necesitas conocerte a ti mismo y después a tú rival—

—¿Y si?— dijo Rosewisse en voz baja y agachando la mirada —¿Y si es para mal?—

—En ese caso— dijo Bishamon con una amable sonrisa mientras el biombo blanco por detrás de ella hacia resaltar su cabello rubio y sus maravillosos ojos purpura. Movió la púa en su mano derecha y las cuerdas del shamisen emitieron un sonido nítido —para eso estamos nosotros. Sin embargo, dejando de lado nuestros miedos, como diosa de la guerra aprueba que Viggo conozca a Odín. Si lo van a enfrentar, necesitan conocer a su enemigo. Eso quiere decir su mentalidad, sus fuerzas y generales. Evaluar sus personalidades: si son coléricos, tratar de irritarlos. Si son arrogantes, tratar de fomentar su egoísmo. Todo con el fin de llenar de caos el ejercito enemigo—

—No hay un ejército enemigo— dijo Rosewisse frunciendo el ceño

—Por ahora— respondió Bishamon —pero en todo conflicto debe haber dos fuerzas. Tú y Viggo son una, aquel dios es otra. De ahí vienen los intereses y en base a eso, el resto de los actores se agrupan. Conocerte a ti misma te dará la posibilidad de saber cuánto puedes ofrecer. Conocer a tu oponente te dará la posibilidad de saber hasta donde él puede llegar, a quienes puede convencer, cuáles son sus debilidades y donde y cuando lo puedes atacar. No tengas miedo, Rosewisse, tú eres única en este mundo y de dónde vienes. Nadie tendrá los mismos aciertos y errores que tendrás tú. Puede que los resultados sean los mismos, pero la forma es diferente—

Bishamon cerró sus ojos por un momento y deslizo su mano izquierda por el alargado cuerpo superior del shamisen, presionando las cuerdas mientras movía la púa en su mano derecha y dejó escapar un sonido combativo.

Entonces Viggo y Rosewisse pudieron ver nuevamente al samurai de rojo y al otro de azul. Ambos estaban quietos, sosteniendo sus katanas, pero dándose la espalda como si el intercambio ya hubiera ocurrido.

La melodía proveniente del shamisen se comenzó a calmar y con los últimos roces de la púa en la mano derecha sobre las cuerdas, puso fin a la lucha. El samurai de armadura azul con el casco con el adorno de ciempiés cayó al suelo mientras que el samurai de armadura roja con el casco con los adornos de cuernos similares a los de un siervo, apoyo la katana en el suelo, pero parecía haber vencido.

Bishamon volvió a abrir los ojos y dijo con un tono de voz solemne —todo el mundo puede ver las tácticas que uso un conquistador, pero nadie puede ver la estrategia que envuelve la victoria—

Rosewisse y Viggo quedaron viendo a Bishamon, la diosa de la guerra y la fortuna. Hermosa, cabello rubio ordenado en un moño, kimono purpura, brazo derecho expuesto y mostrando el sarashi que cubría sus senos. De figura esbelta y piel clara. Su expresión era seria mientras los miraba a los ojos. Sin embargo, al final, Bishamon sonrió con amabilidad dejando ver dos corridas de dientes blancos y les dijo —espero que aprendan de este momento, ambos son jóvenes y todo lo que desarrollen ahora, los acompañara por el resto de sus días. Conocerse a uno mismo y al enemigo es más importante de lo que parece. No solo como un concepto de vida, sino que aplicado a muchos aspectos de la vida—

—Gracias, Bishamon— dijo Viggo inclinando la cabeza como lo haría su tía Mikoto o su hermano Tatsumi, los únicos en su casa que a pesar de vivir en Orario, siguen manteniendo las costumbres del Lejano Oriente.

Rosewisse, al lado izquierdo de Viggo, lo quedó mirando, muy pendiente también de la mirada significativa que le daba la diosa Bishamon. Rosewisse frunció el ceño, agito sus alas y le dio un puñetazo a Viggo en el hombro. Este último se quejó, la miró con el ceño fruncido y se acarició el hombro.

—¿Por qué?— preguntó Viggo, no recordaba haber hecho nada malo

—Te estaré observando, hombre lujurioso— dijo Rosewisse —pobre que te vuelvas como Odín o perderás algo peor que la vida. Algo que solo alguien como tú (un hombre que vive para el placer) lamentaría—

Bishamon soltó una risita melodiosa y dijo —creo que Rosewisse todavía es muy joven. Creo que todos los hombres lamentarían la perdida de dicha parte. Todos son cortados por la misma tijera—

Rosewisse miró a la diosa Bishamon, otra rival, pensó. Sin embargo, no se podía enojar con ella. Demasiado amable y agradable, todo era culpa de Viggo, pensó ella. Rosewisse volvió a mirar a Viggo y le dio un último puñetazo en el hombro, después se levantó y salió de la habitación.

—¿Qué le pasa?— preguntó Viggo acariciándose la zona donde lo golpearon dos veces. Rosewisse no iba en serio, de lo contrario, le hubiera dejado moretones. Sin embargo, la atención de Viggo se dirigió a Bishamon, quien se cubría la boca con la mano y se reía como un hada traviesa. Ella apartó la mano de su boca y dejo ver una hermosa sonrisa. Después tomo el shamisen, lo dejo a un lado y camino hasta Viggo. Ella se sentó en seiza delante de él, le dio la espalda y se apoyó en su pecho. Viggo la abrazo por detrás, olió el aroma a granada; ligero, acido y floral. Le trajo recuerdos.

—¿Te gusta?— preguntó Bishamon con una sonrisa coqueta

—Sí— respondió Viggo —me trae recuerdos, solo recuerdo haberlo olido en otra persona—

—¿Scheherezade?—

—Tú ¿Ella te dijo?—

—Sí—

Viggo negó con la cabeza mientras mostraba una pequeña sonrisa. Acercó sus labios y le dio un pequeño beso en la mejilla. Después bajo por el cuello, dándole una profunda respiración al aroma floral de la granada. Demasiado sutil como para percibirlo a la distancia. Un aroma que solo podrías disfrutar con alguien íntimo. Alguien como ellos dos.

Bishamon levantó su mano izquierda, la puso sobre la mejilla izquierda de Viggo mientras se apoyaba en él y lo miraba hacia arriba —¿Vendrás esta noche?— preguntó

—Yo— dijo Viggo haciendo una mueca incomoda —lo siento, tengo asuntos que atender. Tengo que pasar tiempo con Uriel y Bell, sin contar a mis esposas—

—No te sientas mal, danna-sama— dijo Bishamon, sacando la mano izquierda de la mejilla de Viggo. Ella tomo ambos brazos de Viggo e hizo que la abrazara —yo te dije que te esperaría. Podías venir cuando tu quisieras, te esperare el tiempo que haga falta. Solo no me olvides—

—Bishamon— dijo Viggo, sintiéndose terriblemente atraído por ella, por sus palabras, actitud y sutileza. Le beso los labios y poco a poco fue deslizando sus manos a través del kimono, soltando el sarashi y bajando hasta el vientre.


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