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80.64% Sin Límites / Chapter 25: | Emocionalmente Discapacitados |

Bab 25: | Emocionalmente Discapacitados |

Paradoja. Esa era la palabra que venía a mi mente cuando pensaba en Stephen. Él abarcaba todo lo que detestaba en una persona pero de una forma u otra, me parecía más que atractivo.

Era tan controlador, asfixiante y manipulador. Pertenecía a la alta sociedad de la cual yo renegaba constantemente y para completar todo eso, era el socio de mi padre. 

Mi apetito sexual estaba nublando mi capacidad de crítica, era obvio. Había sido toda una aventura la noche que habíamos pasado con la esposa de Hamilton, y después de haberme ido de su casa me había saturado el celular con mensajes.

Su hostigamiento era parte del instinto de macho alfa, el hecho de que Cheryl haya mostrado interés en mí activaba todas sus alarmas, y la celopatia bastante visible que manejaba le generaba inseguridades.

Nunca podría cambiar al tatuado por su amante, me gustaban demasiado los hombres y  principalmente, porque con Stephen el sexo era animal, desinhibido, placentero e insaciable. Era muy difícil encontrar una conexión tan espectacular con alguien en la cama.

¡Deja de pensar en eso, Jessica! ¡Estás trabajando!

—Buenos días Jess, el señor Romanov necesita que verifiques si la redacción de estos contratos.

—Buenos días, sirenita.

Al levantar la mirada hacia ella, la preocupación se adueñó de mi. Se veía abatida, las ojeras oscuras acompañaban su hermoso rostro y el cansancio era bastante visible.

Dejó las planillas y contratos torpemente en la mesa y no pudo evitar que varias cayeran directo al piso. Intento recogerlas pero se golpeó la cabeza con la mesa así que me vi obligada a ayudarla a sentarse.

—Te ves fatal, ¿que sucede?

—No he dormido bien —dijo, tocando la zona que le dolía —Sufro de insomnio estos días.

Insomnio, sabía lo que era eso. Era una moneda corriente, me había acostumbrado a vivir con él y mi falta de sueño se debía a un simple hecho: la culpa que carcomía por dentro todos los días de mi vida. Estaba arrepentida por muchos sucesos que habían sucedido en el pasado y de haberlo perdido todo por absolutamente nada.

—Se lo que se siente —respondí con un dolor en el pecho de solo recordarlo —¡Nada que un café bien cargado no solucione!

—Si —respondió vagamente.

Sus ojos tristes decían mucho más de lo que los monosílabos que salían de su boca podían expresar, nació en mí un instinto protector y unas ganas terribles de querer abrazarla.

Podía notar cuando una persona se sentía rota por dentro, porque yo lo experimentaba día a día.

—Quede en almorzar con Mackenzie cerca de aquí, ¿Vienes con nosotras?

La sirenita me observo pensativa.

—No lo se... yo no quiero incomodar. Quizá necesiten hablar de cosas importantes.

—Lo más probable es que nosotras te incomodemos a ti, cariño —respondí intentando convencerla.

—Sería genial.

—Bien. Volvamos a trabajar antes que Vittorio Romanov nos regañe.

Le dediqué una sonrisa amable. Ella me correspondió, se levantó y salió por la puerta hacia su puesto de trabajo.

❤︎❤︎❤︎

Al llegar al restaurante que solíamos frecuentar con mi padre y el cual quedaba muy cerca de la empresa, recibí un mensaje de mi mejor amiga informándome su retraso. Sienna tomó asiento algo pérdida aún y le sonrió al camarero cuando este nos tendió la carta de especiales.

—Mackenzie llegará tarde, podríamos pedir ahora —dije, intentando romper el silencio incómodo que se había creado.

—No tengo mucho apetito.

—Bien, comerás una ensalada entonces. No puedes estar todo el día sin ingerir alimentos —sentencié.

Con mi mirada fija en ella, estudie todos sus movimientos. Quería que se expresara, que dejara salir lo que le angustiaba y se liberara de aquello, pero no podía obligarla.

—Gracias Jess. Te comportas muy amable conmigo y a veces siento que no lo merezco —sus ojos avellana demostraban gratitud.

—¿Por qué sentirías eso? Desborda por tus poros la generosidad.

—No soy tan buena como parezco —dijo con expresión triste y se levantó como si el asiento la estuviese quemando —Necesito ir al baño.

—Ordenare algo tan delicioso que levantará tu ánimo —repuse.

Cuando la pelirroja desapareció, pedí al camarero dos ensaladas de Surimi con verduras y frutos secos, acompañados de unas deliciosas limonadas ya que si le planteaba a la sirenita él tomar una copa de vino a la una de la tarde quizá le diera un ataque.

Mi celular sonó con una notificación de mensaje.

¿Estas ocupada?

STEPHEN 13:06 PM

Demasiado

JESSICA 13:07 PM

Llame a la oficina y no estabas.

Dijeron que has salido a almorzar.

STEPHEN 13:08 PM

Odiaba que fuese tan absorbente. Debía ponerlo en su lugar, el hombre no era nada mío como para que estuviese rastreando mi ubicación. Ya se parecía más a Vittorio de lo que yo creía.

¿Estás controlándome?

JESSICA 13:10 PM

¡Claro que no! Iba a invitarte a comer.

STEPHEN 13:11 PM

Tarde. Estoy con alguien.

Hablaremos luego.

JESSICA 13:04 PM

Seguramente estuviera hirviendo de curiosidad. No le había aclarado con quien estaba ni necesitaba hacerlo, pero sabía bien que era lo suficientemente egocéntrico como para sentirse afectado de no haber aceptado su invitación por estar con otra persona.

Cuando Sienna volvió, su rostro no había cambiado. Curioseó la ensalada con el tenedor pensativa y no pude reprimir mis impulsos.

—Cariño, tengo un doctorado en leer personas. ¿Que es lo que te tiene dudando de tu buena voluntad? —pregunte.

—Estoy bien, ¿Por qué lo preguntas?

—No lo estás, pero no insistiré. Si necesitas un oído yo estaré a cualquier hora para escucharte.

Esas palabras me recordaron a Scott, y la sangre se agolpó en mi cabeza. Mackenzie había sido mi mejor amiga desde que tenía uso de razón; pero Scott era mi otra mitad. El hermano que nunca tuve, la persona que siempre estaba ahí para mi.

Recordar aquello me hizo dar cuenta en lo sola que me encontraba sin su presencia, porque podría estar rodeada de personas pero siempre sentiría su falta.

—¿Puedo confiar que lo que hablaremos no saldrá de aquí? —preguntó la chica frente a mi, desviando los malos pensamientos de mi cabeza. Agradecí aquello, mis ojos estaban a punto de desbordarse en cualquier momento.

—Por supuesto, Sienna.

—Me siento extraña —dijo.

—¿Extraña? ¿Extraña... de qué manera? —pregunte con desconcierto —¿Enferma? ¿Necesitas atención médica?

—No, nada de eso. Verás, ¿Recuerdas que te he contado que era...? —aclaró su garganta queriendo continuar pero se sentía muy avergonzada —Ya sabes...

Tuve que reprimir una risa.

Aún le costaba decirlo.

—¿Virgen?

—Si, eso justamente. Resulta que este fin de semana puede que yo... —quiso continuar pero no le salían las palabras.

—¿Tuviste sexo?

—¡Shhh, todos te oirán! —reclamo murmurando.

Lance una carcajada al darme cuenta como se ruborizó, tanto que sus mejillas estaban del color de su cabello.

—Cariño, hay algo que no concuerda.

—¿Qué? ¿De que hablas? —preguntó con nerviosismo.

—El sexo es algo sumamente glorioso. Crea extasis, te hace sentir liberada y llena tu cuerpo de una sensación indescriptible. ¿Por qué tienes esa expresión?

Abrió la boca para exhalar todo el aire que tenía contenido. Algo dentro de mi me decía que pensaba que reclamaría alguna otra cosa pero aleje esos pensamientos.

—No me gusto. No fue lo que esperaba.

—Las primeras veces rara vez son buenas —exclamé con seguridad —Después de hacerlo varias veces comienza a gustarte tanto que no podrás parar.

—No creo que vuelva a hacerlo. Nunca —aseguró.

—¿Tan malo ha sido? —pregunte, mientras probaba la comida.

—Yo quería esperar, pero mi... —se quedó pensativa, como si no supiera como catalogar su relación —Bueno, el no quería seguir esperando a que estuviera lista.

Casi me atraganté con el Surimi. Hice un esfuerzo infrahumano para poder tragarlo ya que de la impresión casi vomite la comida en la mesa.

—Cariño, ¿en algún momento has dado tu consentimiento?

—Le dije que no varias veces cuando estábamos a punto de comenzar pero una vez en la situación me dio vergüenza seguir insistiendo.

¿Vergüenza?

Nadie debe sentir vergüenza de decidir sobre su propio cuerpo y sobre algo tan personal que es con quien tener sexo.

—Sienna, eso se llama abuso sexual. ¡Si has dicho que no, el debió parar! —gruñí con molestia.

—Jess, abuso sexual es otra cosa. Yo solo debí insistir mas.

No podía acreditar lo que estaba escuchando. Las mujeres necesitábamos aprender cuando tomar el control de nuestra vida y hacernos oír.

La palabra NO era NO.

No importaba el contexto.

—Con solo un "NO" es suficiente —mi tono de voz se elevó—Iremos a denunciarlo porque eso es abuso aquí y en China.

Tomé mi cartera para pagar la cuenta con intenciones de dirigirme directamente a la estación de policía. No podía permitir que un idiota se aprovechará de una mujer con la inocencia que manejaba Sienna.  Cuando estaba dispuesta a levantarme, la sirenita me interrumpió.

—¡Jessica, no! —tomó mi mano —¡Por favor!

—¡No puedes dejar pasar algo semejante, sienna!—dije intimidante.

—Lo amo, no podría hacerle daño de esa forma.

Odiaba su lógica. No quería hacerle daño al hombre que la había lastimado, que no la había protegido y había pisoteado sus propias decisiones. 

No entendía esa clase de amor que las personas solían experimentar; lo detestaba. Era la clase de amor posesivo y egoista con el que toda la vida lidiaron mis padres y que yo esperaba no encontrar jamás.

—Eso no es amor, Sienna.

—¡Por favor, Jess! —suplicó.

Cruce los brazos sobre mi pecho. Sabía que si ella no estaba lista no podría hacerlo sola. Necesitaba que entendiera que su novio o lo que fuera, había cometido un delito.

—Bien. No diré ni haré nada al respecto hasta que entres en razón y tomes tu misma la decisión de meter a ese patan infeliz en prision —masculle —Cuando quieras hacer lo correcto, estaré allí para apoyarte.

—Gracias. Eres una buena amiga.

Mackenzie apareció ante nosotras. Llevaba un vestido azul con escote cuadrado y unos tacones blancos que repiqueteaban sobre el suelo. Se quitó las gafas que llevaba y enarcó las cejas.

—¿Qué es lo que sucede aquí?

—Nada extraño como lo que imagina tu perversa cabecita, Mackenzie. Solo hablábamos.

El teléfono sonó varias veces, y tuve que apagarlo por un momento porque el tatuado no dejaba de llamar y perturbar el almuerzo con mis amigas.

—Estas solicitada —reclamó mackenzie mientras elegía que iba a comer.

—Solo es Stephen.

—Hablando del seductor empresario... ¿A donde se han ido el día de la fiesta? —mi mejor amiga me observó por el rabillo del ojo.

Sabía exactamente qué era lo que había ido a hacer, pero fingía inocencia.

—Menos averigua tu Dios y perdona, linda —asegure regalándole un guiño.

—Theo no nos ha dicho ni una sola palabra. Incluso estando ebrio no ha abierto la boca.

—Estaba tan ebrio que se durmió en la mesa de tu cocina —agregó Sienna —Lo que no sabía es que tu y el señor James se habían ido de allí juntos.

—Teníamos asuntos pendientes.

—¿Asuntos sexuales? —cuestionó mi mejor amiga.

—Muy sexuales. Demasiado sexuales.

Lance una carcajada al ver su rostro deformado de horror.

—¿Estas de novia con el señor James?

Mi rostro se arrugo y Mackenzie emitió una risa nasal inevitable. Detestaba que dijera esa palabra o que creyera que era capaz de tener un compromiso con Stephen.

—No le digas señor, tiene dos años más que tú, Sienna —puse los ojos en blanco negando con la cabeza —Y ya te expliqué que no somos novios, solo amigos que tienen sexo.

—¡Así que has vuelto a caer con el tatuado musculoso!

—Es imposible no caer, Mack —asegure —Es muy bueno en la cama.

Sienna mostró su fastidio.

—¡Ya no me cuentes esas cosas! ¡No quiero imaginarlo y tener que verlo después a la cara!

Indudablemente Sienna no tenía idea de lo que estaba diciendo. Las palabras "Sexo" y "Stephen" en la misma frase elevaban mi temperatura de manera innegable. Contuve el aliento para no lanzar un jadeo ansioso e inquieto.

—¡Te aseguró que si lo imaginarás, tu concepto de lo que significa el sexo cambiaría drásticamente!

—Si te gusta tanto el... eso. ¿Por qué no te estableces en una relación con el? —preguntó ladeando la cabeza —El es una persona amable, serían una hermosa pareja.

—¿Jessica con Stephen James? —gritó Mackenzie con diversión —¡Saldrá corriendo la primera semana de noviazgo!

Ni en mis sueños más locos imaginaria semejante tontería.

—Sirenita, él y yo somos tal para cual, por esa razón nos llevamos bien y tenemos tanta química en la cama —explique dándole un sorbo a mi limonada —No estamos emocionalmente capacitados para una relación estable.

—¿Por qué no? —volvió a cuestionar.

—Yo soy un desastre y el no tiene madera de novio. La situación es esa, solo nos divertimos y tenemos sexo increíble, los sentimientos no tienen lugar en este juego.

—Si mi madre te escuchará, se horrorizaría y te encerraría en un convento —declaró, observando los alrededores.

Volví a poner los ojos en blanco.

—Tu madre necesita irse de fiesta conmigo y conocer lo que es la buena vida.

—Apuesto a que no tiene sexo desde que te ha procreado —continuo Mackenzie.

—¡Por el amor de Dios!

—Es broma, Sienna.

La pelirroja de ojos color avellana hundió los hombros, pensativa. En su cabeza rondaban miles de pensamientos y lo que más esperaba era que quisiera ir directo a la estación de policía a denunciar a ese patán.

—Me gustaría poder ser así. Digo, deshinibirme como lo hacen ustedes, pero no me sale.

—Es porque necesitas expertas que te ayuden a eso —respondí.

—Jessica puede darte tips para atraer hombres atractivos y con dinero ya que eso se le da muy bien —Aseguró mi mejor amiga —Y yo puedo darte consejos de moda que al parecer los necesitas.

—¿Por qué dices eso?

—Estas muy tapada, Sienna —dijo señalando su vestimenta — ¿Y que es esa falda? ¡Las faldas van dos dedos encima de la rodilla, no hasta los tobillos!

Sienna se observó a sí misma.

—¿Crees que debo renovar mi guardarropas? —preguntó.

—Deberíamos tomarnos el fin de semana y hacer un desfalco de dinero comprando ropa.

—¡Eso es una excelente idea! —secunde.

Sienna necesitaba comenzar a vivir la vida. Se encontraba inmersa en el adoctrinamiento que sus padres le habían proporcionado y no se permitía ver más allá. Quizá haya sido por esa razón que no permitió hacer valer su decisión ante el idiota que abuso de ella y de su buena voluntad.

Algo en mi se había despertado, la necesidad de ayudarla e intentar liberarla de la sumisión en la que vivía constantemente. La sirenita necesitaba romper las reglas que se había impuesto y que también su familia habían creado en su cabeza, no permitiéndole disfrutar de su libertad como era debido.

Me sentí bien por un segundo. Estaba dispuesta a lograr que Sienna tuviese una vida mejor y nada iba a frustrar mis planes.

❤︎❤︎❤︎


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