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84.74% Los hermanos Sonobe / Chapter 50: Cacería

Bab 50: Cacería

_ Adeline, recuerdas cuando te envié el avión de papel en clases de Informática?. _ La voz plácida de Darius resonó por el pasillo que conducía al mismo aposento en donde se encontraban Bastian y Adeline.

 

Bastian se hallaba resguardado detrás de la puerta cercana a la habitación en la que Darius merodeaba meticuloso los alrededores del vasto pasillo.

 

_ Como olvidarlo. _ replicó la joven llorando silenciosamente.

 

_ La respuesta que me diste no estaba entre las opciones, te daré una segunda oportunidad para que vuelvas a escoger. _ Darius se dirigió sigilosamente al aposento en el que provenía la voz flaqueante de ella.

 

Aquellos ojos azul marino se percataron de la proximidad del joven Lancaster a la puerta. Desenfundó presuroso el revólver y apuntó expedito hacia él.

 

_ ¡No lo hagas Darius, no vengas!. _ vociferó entre sollozos intermitentes. 

 

_ Seguiré esperando tu respuesta. _ sonriendo, percutió la puerta con su pierna remitida hacia Bastian. No obstante, Bastian disparó primero, hiriendo el hombro de Darius. Ambos forcejearon para arrebatarse el arma. Darius disparó en su pierna derecha, alcanzando apartarlo efímeramente de él. Bastian clavó sus uñas en su hombro herido, doblegando a este ponerse de rodillas, no sin antes arrojar el subfusil en dirección a Adeline.

 

Las manos trémulas de Adeline rejuntaron el subfusil que Darius le arrimó para que ella pudiera defenderse.

 

El joven presionaba la herida con su mano, mientras se arrastraba por la alfombra de seda, derramando sangre en el camino, hasta finalmente posicionar su espalda en una pared de concreto.

 

_ ¡Aléjate de é!. _ Ordenó, apuntando con el arma su cabeza.

 

Bastian bajó el revólver con el que apuntaba en dirección a Darius, soltando una risa, cubrió con su dedo el agujero en su pierna, del cual, brotaba un hilo desenfrenado de sangre.

 

_ No eres capaz de hacerlo, no cuando me miras directamente a los ojos. _ alzando sus manos, la miró retador.

 

Lágrimas consecutivas partían de sus ojos de tormenta. La sangre desparramada en la alfombra, los sonidos estrepitosos de la bala al entrar y salir del cuerpo, la transportaban hacia el pasado.

 

No fue capaz de mirar a los sujetos que asesinó en el nombre de su padre. Solamente selló sus ojos y disparó. La sangre emergía de los cadáveres, manchando el pavimento del callejón de un rojo escarlata. La sed de venganza se habìa apoderado de ella, no eran más que desconocidos con mala suerte de meterse con quién no debían.

 

Pero, ¿cómo podría apretar del gatillo hacia el sujeto que consideró como un amigo? A pesar de su traición, Adeline seguía estimando al hombre que conoció como socio y trabajador de Jean Paul.

 

_ Tienes razón, no soy capaz de hacerlo. _ Dicho esto, disparó, la bala perforó su brazo derecho.

 

 Gimiendo del dolor, arrojó el revólver mientras sujetaba su brazo ensangrentado.

 

La joven abrió acuciosa la ventana, teniendo en mente las palabras de Gianluca cuando ambos se dieron a la fuga de la mansión.

 

La ventisca helada junto a montículos de nieve, se colaban por la ventana, yaciendo en el concreto.

 

 Darius la contemplaba temeroso desde el rincón. Su herida se agravaba conforme desplazaba su figura contra el suelo impaciente por ayudarla. De igual modo, Adeline cerró sus ojos, dejándose caer al vacío.

 

Un grito ahogado escapó de él al observar como Adeline se perdía entre el panorama tergiversado de nieve.

 

_ ¡Maldita sea!. _ gritó Bastian, aproximando un woki toki a la boca. _ ¡El objetivo está afuera, repito el objetivo está afuera!. _ posicionando nuevamente el objeto en la bolsa, desvió su mirada hacia Darius. _ Si quieres seguir teniendo el otro hombro, será mejor que no te muevas. _ jalando de su cabello blanquecino con exasperación, corrió escaleras abajo.

 

Adeline colisionó contra la piscina. Su piel de porcelana fue rasgada por los afilados fragmentos de hielo que se dispersaban en el área, desprendiendo de sus cortadas sangre que se disipaba por el agua.

 

Su figura no tardó en entumecerse, la pesadez de su cuerpo le impedía movilizarse. Siendo un imán para el fondo de la piscina. Sus pulmones se llenaban de agua y aun así, ella no quería luchar más. Tanto su cuerpo como su mente, se hallaban endebles, estaban colmados de un cansancio extremo acumulado de años. Agotada de prometerse que el día de mañana sería su final, si bien, ese final fue postergado cada mañana y noche de su vida. Solo tenía que dejarse ir, desatar aquellas ataduras que prevalecían por su sentido de supervivencia.

 

Al sellar sus ojos, la imagen de Jean Pierre invadió su mente. Cada caricia, cada beso, cada palabra irrumpía en su ser. Ella lo condenaría a vivir en un infierno sin su presencia y él le concedería un motivo para seguir con vida.

 

Adeline anheló poseer un futuro junto al segundo hermano Sonobe, esa habría sido la razón por la que nadó con todas sus fuerzas a la orilla de la piscina.

 

Palpando con desespero el pavimento, emitió sonidos guturales al expulsar el agua de su interior. Con sus manos se impulsó tambaleante, retomando el equilibrio.

 

Aquellos ojos de tormenta fueron testigos de la sangre que teñía la nieve de rojo y del como la espesa nieve cubría el centenar de cadáveres mutilados desparramados por todo el radár.

 

Los soldados de los Petrova diezmaron el área por órdenes directas de Bastian. Clandestinamente se infiltró en el juego, pretendiendo ser una ficha blanca cuando realmente no era más que una ficha negra.

 

La joven escudriñó todo el área en busca del guardaespaldas de Jean Pierre, pero Damien, no se figuraba en la aglomeración.

 

Tiritando, extrajo un fusil de un soldado caído. Ajustó el seguro y la sostuvo entre sus manos trémulas.

 

El sonido de los woki tokis resonaron de distintos guardias que se aproximaban armados por Adeline.

 

Virando alertada, corrió hacia el bosque, formando un camino de huellas ensangrentadas. Evocando su yo del pasado corriendo por el puente de piedra.

 

Docenas de soldados junto a rastreadores especializados, corrieron en diversas direcciones con el objetivo de circundar el bosque conífero.

 

...

 

Múltiples BMW blindados acorralaron el Jeep de Jean Pierre. Dos de ellos se posaron en los laterales, otros dos impactaban la carrocería trasera reiteradamente y los demás hacían la persecución de lejos, como si aguardaran una orden directa. 

 

_ ¡Nos tienen rodeados Eydrian!. _ vociferó Jean Pierre, sosteniendo el volante con fuerza.

 

_ ¡Aguanta Jean Pierre! Estoy cerca. _ Gritó Eydrian en el alta voz, acelerando a toda velocidad el Pininfarina Battista azulado.

 

André disparaba la ametralladora a ciegas en dirección a los coches. Consiguiendo pinchar la llanta de uno de los vehículos laterales. El BMW se volvió inestable por el resbaladizo camino de nieve, giró sin control, estrellándose contra uno de los coches traseros.

 

El pelirrojo sonrió, saltando al asiento trasero del Jeep, bajó el ventanal y disparó varias balas en las llantas del otro BMW lateral.

 

Jean Pierre estabilizó el Jeep y aceleró con el propósito de perderlos.

 

_ Gut gemecht. _ aclamó al pelirrojo.

 

Hasta que la sonrisa no ostensible de Jean Pierre se esfumó al reparar que ninguno de los conductores y acompañantes dispararon en su dirección.

 

_ Somos el anzuelo. _ dijo para sí mismo, girando el Jeep de regreso al Palais Royal.

 

El hermano del medio, sabía que podía tratarse de alguna trampa para capturarlos, lo que no consideró fue que no eran más que una distracción mientras el verdadero acto acontecía al otro lado del tablero.

 

_ Aber was machst du! wir werden ihnen nicht frontal begegnen. _ reclamó André atemorizado.

 

_ Adeline ist das Ziel. _ su tono de pánico delataba la preocupación que sentía por ella.

 

El pelirrojo asintió, comprendiendo lo cuán valioso significaba la vida de ella sobre la de todos.

 

Los BMW blindados emergieron ante ellos, circundando el Jeep de Jean Pierre.

 

El coche derrapó al virar súbitamente hacia la próxima calle. El Jeep empezó a retroceder cuando el hermano del medio vislumbró entre la neblina un BMW despojándolos del lugar, al avanzar en dirección a ellos.

 

André preparó la ametralladora para atacar hasta que un Pininfarina Battista azulado embistió a uno de los coches negros, haciéndolo girar sobre sí, quedando completamente destrozado al caer nuevamente en el piso adoquinado rebosante de nieve.

 

Eydrian terminó por destruir la puerta de su vehículo, por el choque, al atestarle un codazo. Brotó del vehículo cojeando y portando un lanza llamas en manos. Sus labios color carmesí sangraban profusamente, al igual que los rasguños en su piel blanca. Pese a eso, sonrió.

 

_ ¡Game Over malditos!. _ gritó, bombardeando dos camionetas negras. _ ¡Huyan!. _ vociferó, mirando a Jean Pierre.

 

El hermano del medio observó como los soldados con armaduras negras, bajaban de los coches armados.

 

Todo el séquito rodeó a Eydrian apuntándolo con sus armas. 

 

Jean Pierre bajó apresurado del Jeep, seguido de André. Siendo ambos testigos de las múltiples balas que perforaban la figura de Eydrian, sacando sangre al salir de su cuerpo.

 

_ ¡No!. _ rugió Jean Pierre al ver como su amigo caìa al pavimento ensangrentado.

 

André lo sostuvo, conduciéndolo de vuelta al Jeep.

 

_ Jean Pierre, wir müssen gehen, Adeline braucht dich. _ bramó, sosteniendo las mejillas de él.

 

Al escuchar el nombre de su amada, reaccionó acelerando el coche a toda velocidad rumbo al Palais Royal.

 

...

 

Adeline corría por el bosque, dejando huellas de sangre al pisar la nieve. Sus pies entumecidos y adoloridos seguían corriendo, ignorando el dolor de sus lesiones previas.

 

Su corazón latía desbocado al escuchar a los soldados con sus armaduras negras y fusiles armados.

 

De su frente fluía sudor frío que obstaculizaba su visión, el cansancio distorsionaba el panorama, el ardor en sus pulmones la frenaron con ímpetu.

 

La joven sostuvo su peso contra un sauce, recuperando escasamente el aliento.

 

_ No podrás esconderte permanentemente Adeline, pero podrías simplificar mi trabajo si tan solo te entregas. _ propuso Bastian, pisando un montículo de ramas cercanas al sauce en el que estaba resguardada Adeline. _ No te haré daño, al menos que huyas de mí. 

 

Un silencio sepulcral, reinó por unos cuántos minutos en el bosque, antes de sentir como Bastian la capturaba con sus brazos.

 

Adeline con sus uñas, traspasó el ojo azul marino de Bastian. Este gritó, cubriendo con su mano el ojo exuberante de sangre, arrojando a Adeline a la nieve.

 

La joven corrió, sin mirar atrás.

 

_ ¡Perra!. _ bramó, corriendo tras ella.

 

Adeline columbró la carretera principal a las afueras del bosque conífero. Aquello le concedió esperanza, por lo que corrió con todas sus fuerzas sintiendo a Bastian cada vez más cerca de ella.

 

Estando a unos cuantos metros de la calle, Adeline entrevió a una horda de soldados armados con sus camionetas negras.

 

No logró girar cuando ya Bastian la aprisionó violentamente con sus manos. La arrastró por la nieve, dirigiéndola al final del camino. Adeline gritaba y se removía con vehemencia de su agarre. Hasta que fue lanzada con desdén ante los soldados.

 

_ Pudo haber sido diferente. _ Diciendo esto último impactó su cabeza con la guantera de su revólver.

 

Adeline se sumió en la oscuridad, mientras cargaban su figura al interior de la furgoneta de Bastian.

 

Cada soldado con su respectiva furgoneta se marchó del Palais Royal. Dejando como vestigio un camino de cadáveres y felonía tras de sí.


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