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50.9% Pasión Criminal / Chapter 56: 55

Bab 56: 55

Shu fue a una pequeña casa, a las afueras de Tokio. No había nadie por los alrededores.

—Esta era mi casa.

—¿Shiro sabe de este lugar?

—No, tuve esta casa mucho antes de trabajar para él. Era uno de los lugares que quería traerte cuando escapamos esa vez, pero ya vez como sucedieron las cosas.

—No menciones más ese nombre. No vale la pena.

—Es lo mejor. Nos quedaremos aquí un tiempo mientras practicamos y nos volvemos más fuertes. Tengo quien me pueda conseguir el equipo, ya sabes de lo que hablo. Tendremos que organizar este lugar para que sea un buen sitio de entrenamiento. Ya luego buscaré hablar con un viejo amigo para que nos de trabajo. Cuando tengamos buen dinero, podemos ir invirtiendolo y duplicandolo. Pagan muy bien.

—¿Qué tendríamos que hacer?

—Nos darán un objetivo y tenemos que eliminarlo.

—¿Me estás diciendo que seríamos matones, Shu?

—¿Cómo crees que se empieza?

—Una vez me dijiste que no eras un matón.

—Matón tiene muchos significados. En realidad yo tenía licencia para matar.

—¿Eras policía?

—Captas muy rápido, bonita.

—¿Tú de policía? No puedo imaginarte.

—¿Es eso un halago o insulto?

—¿Ambas?

—En realidad si era policía. Aunque me forzaron para retirarme. Era lo más que amaba. Perseguir criminales era mi pasión, pero ya vez; aquí estoy trabajando para ellos. Que irónica es la vida.

—Y ayudando a una. — Shu repentinamente se fue a mi espalda y me agarró ambos brazos.—¿Qué crees que haces?

—A una que quisiera apresar, pero solo para mí. Que policía tan egoísta, ¿No crees?— se acercó a mi oído.

—Shu…

—¿Ahora me desprecias? Soy lo que más odias. — su voz en mi oído me erizó la piel.

—¿Esa no debería ser mi línea? Tú eres quien debería odiarme.

—No podría hacerlo. — me soltó las manos y se alejó.

—¿A dónde vas?

—A comenzar con nuestros planes. — sonrió malicioso.

Estuvimos organizando el desastre que había. No quiso que hiciera fuerza de ningún tipo. Luego de terminar Shu fue a la parte de atrás de la casa y trajo dinero en mano.

—¿Te sientes bien?

—Si.

—Iremos a comer algo y luego buscaremos el equipo.

—De acuerdo.

Fuimos a comer los dos y él se veía sonriente. Los recuerdos de Shiro me estaban invadiendo. Recuerdo cuando veníamos a comer juntos. Odio tener que sentirme así. Todo fue mi culpa por haber creído que él sería diferente. No debí enamorarme de ese infeliz. Tengo que olvidarlo, no quiero seguirme amargando más la vida. Ya no tendré que huir de él más. Ahora sólo tengo que enfocarme en lo que realmente importa... Mi futuro.

Luego de comer algo, nos fuimos a la casa de ese amigo de Shu. Se saludaron y Shu me presentó a su amigo.

—Rui, el es Aki, amigo de años.

—Es un gusto.

—El gusto es mío. — sonrió ladeado. — ¿El arma es para ella?

—Para los dos. Necesito dos pistolas semiautomáticas.

—Acompáñame. Tengo lo que buscas.

Mientras ellos hablaban me mantuve observando el lugar. Tenía armas de todo tipo, en especial para cazar y me quedé viéndolas. Al rato Shu regresó con dos maletines negros y medianos. Los subió al auto y se despidió del hombre, yo hice lo mismo.

—¿Conseguiste todo lo que buscabas?

—Si, la probaras mañana. Compré suficientes municiones para que así no tengamos que preocuparnos por nada más.

—De acuerdo.

—De mañana en adelante todo va a cambiar. Espero estés consciente de eso. No voy a tener lástima de ti, Rui.

—Ni yo de ti, Shu. — ambos sonreímos.

Pasaron seis largos meses. Los entrenamientos han sido largos e intensos. Ni siquiera con Shiro fueron tan fuertes como ahora. Shu me enseñó a pelear cuerpo a cuerpo, nos hemos golpeado mutuamente; últimamente he podido responder todos sus ataques con precisión. He bajado mucho más de peso. Hacemos ejercicios y entrenamos todos los días sin falta. Mi puntería a mejorado grandemente, tanto con armas cortas, como con rifles. Se ha unido en varias ocasiones el Sr. Aki. Fue quien me a enseñado cómo manejar cada arma. Los primeros días fueron los más desesperantes, todos los días amanecía con dolor en todo el cuerpo; luego extrañamente me fui acostumbrando a esto. Despertar en la madrugada se volvió una rutina. Me he sentido mucho más tranquila y cómoda junto a Shu. Se ha encargado de todos los gastos y me molesta no poder pagarle cómo quisiera. Ha estado en todo momento conmigo, me ha ayudado demasiado en todo este largo proceso. Ha sido más liviana la carga porque el ha estado ahí. No he sabido nada de Shiro desde entonces y yo he estado concentrada en lo que realmente importa. No puedo negar que aún me duele recordarlo.

—Hoy conocerás al contacto del que te hablé. Nos estará entregando el primer trabajo, Rui. Quiere conocerte personalmente.

—Esta bien.

—¿Te sientes mejor hoy?

—Si, estoy de buen humor. Luego de la casería que tuvimos ayer.

—Has mejorado muchísimo. Me gusta verte progresar, Rui.

—Todo ha sido gracias a ti, Shu. Te debo muchas.

—Tengo una forma de saldar esa cuenta.

—¿Cuál sería?

—Que sigas conmigo como hasta ahora.

—No tengo porque irme, Shu. — sonreí relajada.

—Lo sé, bonita.

Nos fuimos a la mansión de ese contacto que me habló. Tenía un portón eléctrico y unos hombres en gabán vigilando el área. Shu bajó el cristal y lo dejaron pasar. Había un camino hacia una fuente gigantesca y la mansión era demasiado extravagante. Nunca había visto una igual, ni siquiera la de Shiro. Se nota que disfruta de los lujos a plenitud. Estacionó el auto y dos empleados salieron a recibirnos. Un hombre caminó entre medio de ellos hasta quedar casi frente al auto. Era un hombre alto, pelo negro y largo, un poco más abajo de sus hombros, tenía unos espejuelos y estaba vestido de negro.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pude verte, Shu. — aunque tiene un toque femenino, su voz es muy varonil. Nunca había visto un hombre tan extrañamente atractivo. Pude ver a través de los espejuelos su mirada cuando la fijó en mí.

—Ha sido mucho tiempo, pero aquí estoy. Hotaka, ella es Rui, la compañera de la que te hablé.

—Es un gusto, no pensé que sería más hermosa en persona. — se me quedó viendo fijamente por encima de los espejuelos y sonrió.

—Es un placer conocerlo. — hice reverencia.

—Bienvenidos a mi humilde hogar. — sonrió y caminó hacia la puerta de entrada. Shu y yo lo seguimos.

Este casa es como otro mundo. No tuve de tiempo de examinarla, cuando él se detuvo y se giró hacia nosotros.

—¿Se quedarán hoy aquí? Me gustaría que me hicieran algo de compañía. — me miró y esbozó una sonrisa.

—En realidad sólo vinimos a buscar el encargo. Planeamos hacerlo hoy mismo de ser posible.

—¿Por qué tanta prisa, Shu? Antes venías y te quedabas un rato. ¿Qué sucede ahora?

—Ya conozco tus intenciones y no me gustan para nada. — Hotaka esbozó una sonrisa maliciosa.

—¿Es tu chica? — preguntó sonriendo. Shu se quedó en silencio por unos instantes y respondió.

—No.

—Pues relájate, Shu.

¿Todos tienen que ser iguales?

Hotaka fue a buscar un sobre que estaba encima de la mesa y se lo entregó a Shu para que lo abriera.

—Jiro Ueda, 48 años. Un apostador y mal perdedor. — el sobre tenía fotos del hombre. Shu me las paso para que las viera.

—¿Cuál es la razón? — pregunté.

—Provocó a quien no debía y trató de robarle dinero.

—¿A ti? — preguntó Shu.

—No, son órdenes de arriba. Solo está la información básica y donde frecuenta, no hay que mencionar toda su miserable vida; al final de cuentas no es para una entrevista que lo quieren.

—¿Cuánto pagarán?

—5381502.51 JPY (50,000 USD) a cada uno. ¿Están de acuerdo?

Es mucho dinero solo por un hombre.

—Son muy generosos. — comenté a lo que Hotaka soltó una risita traviesa.

—Es poco comparado a lo que tendrán luego, si hacen bien el trabajo. Tengo la mitad conmigo, la otra mitad se las entregaré luego que cumplan. — una empleada trajo un maletín y mostró el dinero. —Están divididos ya. Si desean pueden contarlo.

—No hace falta. — añadió Shu. La empleada cerró el maletín y se lo entregó a Shu.

—Hoy mismo nos encargaremos del asunto. Si todo sale bien hoy mismo tendrán los resultados.

—Fue un placer hacer negocios con ustedes. Espero podamos llevarnos muy bien. — fijó su mirada en mí.

—Igualmente. ¿Nos vamos, Shu? — respondí indiferente.

—Si. Gracias por recibirnos, Hotaka. Te llamaré para darte el informe.

Salimos de la casa y él nos acompaño. Shu me ayudó a subir al auto y se despidió por segunda vez de Hotaka para irnos.

—¿Confías en él?— le pregunté por el camino.

—Ya te lo he dicho. En este negocio no se confía en nadie. Haremos el trabajo esta noche. Me parece que será fácil. Tenemos que irte a comprar más ropa, una que sea más provocativa. Así lo tendrás a tus pies fácilmente. — sonrió malicioso.

—De acuerdo. — sonreí de vuelta.

Tuve que cambiar mi apariencia para salir. Me puse una peluca que me había comprado Shu, para que así no me reconocieran. A dónde iremos es un sitio público y si alguien me reconoce de las noticias sería un problema. A pesar de haber pasado seis meses, en las noticias aún aparece la foto nuestra. Me vestí toda de negro, un pantalón y una blusa con encajes. Salimos al centro comercial más cercano para comprar el traje que me pondré esta noche. Necesito algo llamativo. Los hombres son muy fácil de manejar, en especial los viejos verdes. Entré a una tienda muy famosa, necesito usar un traje de algún diseñador, para así aparentar ser una dama de alta clase.

—Este traje te quedaría perfecto. — me mostró un traje rojo, con un escote algo llamativo, de largo quedaría más o menos un poco más abajo de la rodilla.

—¿Estás pensando en cosas indebidas, Shu?

—La verdad es que si. — sonreí por su sinceridad.

Shu me acompañó hasta el vestidor y esperó afuera hasta que me lo probé. Es cierto que se ajusta al cuerpo. No estoy acostumbrada a este tipo de cosas, pero creo que llegó el momento de hacerlo. Salí del probador y Shu se me quedó viendo.

—No solamente se va a emocionar el viejo. En realidad hasta yo lo hice. — sonrió malicioso y sonreí de vuelta.

—Te has vuelto muy pervertido, Shu.

—Bueno, la confianza ha ido mejorando entre los dos. ¿Para que callarme lo que pienso?

—Tienes razón. — me fui de vuelta al probador para quitarme el traje.

Al menos no tuve que tardar mucho en escoger algo. Odio ir de compras.

—¿Y los tacones?

—Lo olvide.

Caminamos al área donde estaban los tacones y Shu escogió mi size. Me ayudó a ponerme los tacones y quedaron perfectos.

—El rojo es tu color.

Shu es tan diferente a Shiro. Lo peor es que últimamente solamente busco algún parecido de Shiro en él. Lo he extrañado como nunca. A veces me siento algo triste al recordarlo, pero tengo que seguir con mi vida. No puedo quedarme atrapada en sus recuerdos. Él es un pasado que debo olvidar; además fue él quien terminó conmigo.

Al llegar a la casa hicimos nuestros planes y nos pusimos de acuerdo en cómo ponerlos en marcha. Shu iría antes que yo a visitar algunos de los lugares más frecuentes del Sr. Jiro, para así localizar en qué casino estará esta noche. Mientras Shu hacia su parte, yo me encargué de la mía; en este caso era arreglarme lo más que podía. Me bañe, me arregle; oculte el tatuaje con maquillaje; pinte mis labios de un rojo carmesí y me puse el vestido y los tacones. Al mirarme en el espejo lucía como una mujer totalmente distinta, ni yo misma podía reconocerme.

Me quedé esperando hasta que llegó Shu. Salí de la habitación para que me viera y di una vuelta. Trago saliva y sonrió pícaro.

—Estas muy hermosa. — caminó hacia mí y puso su mano alrededor de mi cintura acercándome a él. — Tienes un cuerpo muy seductor. Este traje resalta todos tus encantos. — bajó su mano de mi cintura hacia mi muslo y subió parte del traje para tocar directamente mi piel.

—Shu…

Esbozó una sonrisa maliciosa. Sentí sus manos alrededor de mi muslo y al mirar había colocado una vaqueta en el.

—Quiero que la lleves puesta. Pondrás el arma aquí y quiero que lleves una cuchilla por si algo sale mal. De igual forma estaré cerca y vigilando que todo vaya de acuerdo al plan. Ya sabes que hacer si me necesitas, bonita.

—Gracias, Shu. — me dió un beso en la mejilla y me avergoncé.

—¿Encontraste su ubicación?

—Su auto está estacionado en el lugar. Debe estar ocupado adentro.

—Bien. Ve arreglarte, Shu.

—Tenemos que celebrar si todo sale bien.

—Si, lo haremos.

Shu se fue a bañar y se vistió en gabán. Nunca lo había visto vestido así. Se ve tan diferente y más atractivo. Incluso cambió su peinado.

—Te ves muy atractivo.

—Tengo que estar a tu altura, bonita.

Llegamos al casino. Me dejó en la entrada y se fue a estacionar el auto. Caminé hasta el guardia de seguridad, solo con mirarme me dejó pasar. Al menos no te rebuscan. Estaría en grandes aprietos si eso sucede.

—Ya estoy dentro. —le hablé a Shu por el micrófono que tenía en mi oído.

—Copiado. Ubica al objetivo.

—Entendido.

Caminé coqueta mirando a todas las áreas de juego, las mesas, las máquinas. Me acerqué al área de los baños y discretamente miré a la entrada. No había rastros del objetivo. Jugué en una de las máquinas solo para distraer. Caminé de vuelta a las máquinas y fue cuando pude ubicarlo. Estaba al lado de dos mujeres más, en las máquinas tragamonedas.

—Ya lo ubiqué. Esta con dos mujeres.

—Bueno, puedes proceder con el plan b.

—No hay necesidad. Yo me encargo.

—¿Qué harás?

—Improvisar.

Me acerqué a una de las máquinas tragamonedas y subí un poco el traje para que se viera un poco más mi muslo; met�� dinero en la máquina para parecer interesada en el juego. Sujeté la máquina por ambas partes y le di pequeños golpes, mostrando inconformidad con haber perdido. Fue muy rápido llamar su atención, miré de reojo al ver que estaba mirando a mi dirección y me incliné un poco. No pude hacerlo más, o el arma podría verse. Ví a Shu a lo lejos y sonreí al ver su reacción. Conociéndolo debe estar muriendo de celos, esa mirada lo dice todo.

—¿Necesita ayuda, hermosa?— el Sr. Jiro se acercó con ambas mujeres. Se notaba lo alcoholizado que estaba.

—¿Podría ayudarme?— fingí que estaba afligida y él sonrió como todo un viejo verde. Me da asco. — Resulta que no he tenido suerte.

—La suerte está de mi lado hoy, preciosa.

—¿De verdad? ¿Puede enseñarme un poco?

—Por supuesto, preciosa. Mira nada más. — me miró de arriba abajo y esa mirada es tan asquerosa.

—¿Son ellas tus amigas?— pregunté inocentemente.

—No, ¿Cómo crees, dulzura? Váyanse. — las empujó de mala gana para que se fueran. —¿Ahora se siente mejor?

—Mucho mejor. — sonreí coqueta.

Me mostró a jugar en alguna de las máquinas. Es muy mal perdedor y procuré demostrar que es muy bueno, a pesar de ser tan malo. Ahora entiendo todo eso que dijeron.

—Eres muy bueno en esto. Quisiera aprender mucho más. — sonreí pícara y el se me quedó viendo con deseo. — ¿Me dijo que si presionó aquí, tengo más probabilidades de ganar? — me incliné un poco para provocarlo más.

—Debes darle a esta palanca, bonita. — se paró detrás de mi y sentí su erección.

—Parece que no es la única palanca activa por aquí.— miré de reojo a Shu y se veía embobado mirando discretamente a nuestra dirección. Está escuchando por el micrófono.

—¿Quieres ir a otra parte, guapa?

—¿Y a donde podemos ir? — pregunté en un tono seductor.

—Tengo un lugar que te va a encantar.

—Me interesa.

Caminamos juntos y puso su mano en mi cadera. Tenía temor de que la bajara. Miré en dirección a dónde estaba Shu, pero ya no estaba. Caminé con el viejo hasta llegar al estacionamiento.

—Adelante, preciosa. — me ayudó a subir al auto.

—Me gusta tu auto. Debió costar una fortuna. — se sentó en el asiento del conductor.—No es lo único que te va a gustar, bonita. Deja que te lleve a conocer mi casa. — encendió el motor del auto.

—Fue bonito mientras duró. — saqué el arma de mi muslo y le disparé en la cabeza sin pensarlo dos veces. Su cabeza cayó encima del guía.

—Buen trabajo, bonita. — escuché la voz de Shu en el asiento de atrás. — Casi me adelanto.

—Este trabajo tenía que ser mío. — ambos reímos.

Shu se bajó y miró alrededor que no hubieran cámaras. Sacó el cuerpo del viejo y lo puso en el asiento de atrás.

Me dió las llaves del otro auto y caminé hacia el para seguir a Shu. Salimos del estacionamiento a otro lugar distante, para así quemar la evidencia.

—Lo has hecho muy bien, bonita.

���Gracias, tú también.

Shu tiró fotos y se encargó de quemar el auto, para así luego salir del área. Me trajo a un lugar distante.

—Ahora nos toca a nosotros divertirnos. Estoy seguro que hiciste y dijiste todo eso para provocarme, ¿No es así?

—¿Y si fuera así qué?

—Conmigo no se juega. — se lanzó sobre mí y se colocó entre mis piernas. —Ahora sientes la palanca de la que hablabas. Estoy seguro que la de ese viejo no iba a poder satisfacerte como está. — frotó su erección atráves de mi ropa interior.

—Eres un aprovechado, Shu.

—Sé que te hace falta liberar el estrés como yo. Hazte cargo de lo que provocaste.


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