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5.67% Alma Negra / Chapter 11: 11

Bab 11: 11

4 días después:

Me encontré con mi padre en el estudio.

—No creas que estoy contento con lo que hiciste, pero como hiciste las cosas bien después de haberlo hecho, no hay problema. Estoy feliz de tener a mi hijo de vuelta. ¿Por qué cambiaste de auto? ¿Te aburriste del otro?

—Eso no es importante. Hablemos de algo que valga la pena, como el negocio, por ejemplo. Los muertos se dejan descansar en paz y no se mencionan.

—Buena respuesta. Necesito que vayas a encontrarte con un cliente, no podré ir a verlo personalmente. Tienes que ir en representación mía, hijo. No quiero perder tiempo con ese imbécil.

—Dame la información e iré yo personalmente.

En la noche:

—Sr. Frost, me contó su padre que estaría viniendo usted. Es un placer hacer negocios con ustedes— nos dimos un apretón de mano y me quedé serio.

—Igualmente. Vayamos sin rodeos y directo a lo que vinimos— le hice seña a Aquiles para que me pasara el maletín.

—¿Cuánto hay? — preguntó dudoso.

—Están los 15.

—¿Qué me asegura que están los 15?

—Entiendo su preocupación, pero nosotros no somos ese tipo de persona. Yo traigo lo que me piden, nada más ni nada menos.

—Voy a probar.

—Adelante.

Con una pequeña cuchilla, cortó un pedazo del paquete y lo lamió.

—No sé, algo está distinto. ¿Está seguro que todo está en orden?

—Sé lo que vendo y la calidad que tenemos. Si no está dispuesto a pagar por ella, será mejor que no me haga perder más el tiempo. Mi padre ya había hablado con usted sobre la cantidad y, si quedamos aquí, fue porque estaba de acuerdo.

—¿Por qué tanta prisa?

—Porque no me gustan las personas que me hacen perder mi valioso tiempo. ¿Está seguro que no es porque no tiene el dinero? — me miró fijamente, y se vio algo nervioso.

—¿Eres un gallo de pelea o qué?

—Algo así. ¿Lo compra o lo deja?

—La compraré— pidió a su empleado que traera el maletín y lo abrió frente a mi.

Miré el dinero y Aquiles confirmó que era real y estuviera la cantidad acordada; luego me hizo seña de que estaba todo en orden.

—Fue un gusto hacer negocios con usted. Espero haya una próxima vez.

—Lo mismo espero — nos dimos otro apretón de manos y me di cuenta que, al igual que a mí, a él yo no le agradé, pero me da lo mismo.

Sonreí antes de darle la espalda.

—Vámonos, Aquiles.

—Sí, joven.

Nos subimos al auto y nos fuimos al casino.

—Todo salió como esperabas, papá.

—Ese es mi hijo.

—¿Es de confianza ese tipo?

—En este negocio no se confía en nadie, John.

—Algo se trae, lo presiento.

—Ya nos encargaremos luego, por lo pronto, continúa en lo tuyo.

—Entendido.

A la mañana siguiente me fui al colegio como de costumbre. Cuando entré al salón a sentarme en mi silla, escuché que estaban mencionando a la zorra muerta.

—¿Escucharon sobre la desaparición de Liam Sworth?

—Sí, es la chica que estaba en la clase de Josh.

Estaban hablando en un pequeño grupito de ella y haciéndose preguntas. Si supieran que nunca la van a encontrar.

A la hora de salida, una chica se paró delante de mí y, al levantar la mirada, era la misma que se había tropezado conmigo el primer día.

—Tú estabas de novio con ella y yo te vi en ese lugar saliendo con Liam. Te ves muy tranquilo para que tu novia haya desaparecido de la nada. Tuviste algo que ver, ¿Verdad? — me reclamó en medio del pasillo.

—No sé de qué hablas. ¿Quién demonios eres?

—Yo los vi.

—Estás mal de la cabeza. No deberías estar haciendo este tipo de acusaciones, sin siquiera tener una prueba. Se puede malinterpretar.

—Yo sé lo que vi y voy a decirle a la policía.

Esta zorra quiere morirse, ¿O qué?

—Esta bien, sé dónde está, ¿Quieres saber?

—¿Qué le hiciste?

—Nada. Ella quería escapar de su casa por un tiempo y se está quedando en la mía. Es un secreto que ella me pidió que guardara y, tú estás complicando las cosas.

—No te creo.

—¿Quieres que te lleve con ella?

—No confío en ti. ¿Por qué no la llamas?

—No podía quedarse con el teléfono o sus padres la encontrarían. Ella solo quiere su espacio y estar tranquila. Está pasando muchas situaciones en su casa y decidió huir. Te pido que no le digas a nadie o ella se molestará conmigo y, no creo que sea justo. Uno no se mete en problemas ajenos. No le dirás a nadie, ¿Verdad? No quiero que su secreto sea descubierto por mi culpa— fingí tristeza y ella se puso nerviosa—. Puedes preguntarle personalmente si quieres. Yo te puedo llevar, pero te pido que no le digas nada a nadie. Le prometí que no le contaría a nadie sobre su secreto. ¿Puedes hacer eso por mi? — sujeté sus dos manos y las llevé a mi rostro.

Ella se puso nerviosa y se soltó.

—Esta bien, quiero saber si es cierto. Quiero que me lleves con ella y que ella misma me lo diga.

—No te arrepentirás. Gracias por guardar el secreto— niña estúpida.

La llevé a mi auto y miré a todos lados, esperando que nadie la viera subirse. Ella se quedó vigilándome y con la mano en la puerta. Que mujer tan estúpida. Tendré que ir a la casa de seguridad, que está a 15 minutos de aquí. El arma la dejé allá porque me tuve que quedar en el negocio hasta tarde.

Llegué a la casa y ella se bajó. Esta casa está absolutamente sola. Me gusta mi privacidad y, cuando me quedo aquí, solo quiero absoluto silencio.

Nos bajamos, y ella se quedó detrás de mí, aún seguía desconfiando.

Al entrar, grité el nombre de Liam y, esperé a que ella entrara a la casa.

Me giré hacia ella y la subí en mi hombro a la fuerza. Comenzó a gritar y a darme golpes en la espalda. Ella sí que es fuerte, pero no más que yo. Ya estoy acostumbrado a peores golpes.

Con Liam no me divertí, la maté muy rápido, pero con esta salvaje, quizá sí pueda divertirme antes de matarla.

Subí al cuarto y la tiré sobre la cama.

—¡Suéltame, desgraciado!

—Lo siento, ¿Te asusté? Cálmate, no voy hacer nada que no quieras. Me has estado vigilando desde el primer día. ¿Acaso te gusto?

—¿Qué estás diciendo?

—¿Esa no es la razón? Yo creí que sí.

Se levantó de la cama, y retrocedió hasta pegarse a la pared.

—¿Dónde está Liam?

—Aquí no está, en realidad no sé dónde está ella, te traje por otra razón.

—¿Qué otra razón?— preguntó nerviosa.

—Yo no creo que realmente te importe saber dónde está Liam. Tú y ella no eran amigas. ¿No será que estabas haciendo esto para que te notara?

—No digas tonterías.

—Eso me parece. No tienes que estar tan arisca. Eres muy linda, ¿Sabías? — caminé hacia ella, y se puso nerviosa.

—No te acerques o voy a gritar.

—Grita, aunque en realidad no creo que alguien te escuche. Solo somos tu y yo en esta casa. No te pongas nerviosa, no te haré nada malo. ¿Qué tal si nos divertimos los dos?

—¡No te me acerques! — me arañó la cara y trató de correr, pero la agarré por la cintura de espalda.

—El sexo agresivo es el mejor, tienes permitido golpearme si te gusta — le dije, a lo que me miró y dejó de forcejear—. ¿Por qué no estás queriendo escapar ahora? ¿Acaso te gustó la idea?— sonreí, y ella me empujó.

—¡Eres un cerdo! ¡Quiero irme a mi casa!

—Ya habíamos dado un paso al frente, ¿Por qué quieres irte ahora? Esta oportunidad no se da todos los días, te prometo que te gustará.

—¡Pervertido!— me empujó, y trató de caminar, pero le agarré la mano.

—Pero este pervertido te gusta, ¿No es así? Hazlo conmigo, no te vas a decepcionar.

—No me interesa acostarme contigo, idiota.

—Dices esa tontería, mientras tu cuerpo me demuestra lo contrario. Ven aquí— la halé hacia mí, y la besé.

No tenía ganas de forcejear con ella. Eso de violar mujeres no es lo mío. Lo que sucedió con Bibi fue un caso diferente.

No hubo necesidad de obligarla, ella misma se dejó llevar. Terminamos teniendo sexo, justo lo que deseaba. Estaba estresado y necesitaba alguien con quien liberar el estrés; así es como veo el sexo ahora. Por más que tenga sexo con muchas mujeres, no puedo sentir lo mismo que sentía con Bibi. Me sentía más a gusto con esa perra, eso es lo único que extraño de ella.

Se quedó dormida al lado mío y yo me levanté a buscar mi arma. Ya se acabó la diversión por hoy.

Regresé a la habitación, y amarré sus manos a la cama. Ella despertó al sentir cuando lo hice y se puso nerviosa.

—¿Qué estás haciendo?

Cuando vio el arma que tenía se puso tensa y gritó.

—Cálmate, solo es un fantasía que tengo y quiero cumplirla contigo. Abre la boca— acerqué el arma a su boca, pero giró su rostro—. Anda, muéstrame como chupas. Hace un momento lo hiciste, ¿Por qué ahora no?

Al ver que no giraba su rostro para hacerlo, agarré su mentón y la obligué a mirarme.

Rechinó los dientes y reí.

—Veamos cuánto más dejarás la boca cerrada— puse el arma en la cama y le tapé la nariz a lo que ella comenzó a tirar patadas, pero ninguna me alcanzaba.

Estuvo luchando por no abrir la boca, pero no pudo aguantar más y, al hacerlo, agarré el arma y la metí en su boca. Mordía el silenciador con desespero, y reí.

—Buena niña. ¿Te gusta tenerlo en la boca? No te ves mal haciéndolo y,  esas lágrimas le dan un toque muy excitante a la situación, pero no deberías morderlo, eso le duele. ¿Sabes cómo mueren los soplones? — la miré y sonreí—. Oh, olvidé que tienes la boca llena para responderme. La respuesta es bien sencilla; es por la boca— halé el gatillo y saqué el arma de su boca.

Otro desastre más para limpiar. Solo espero que no le haya contado a nadie más de eso, o esto será un puto dolor en el trasero.


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