Akira
Lin se asomó en la puerta y se dio cuenta de que habían varios hombres afuera.
—Tenemos que trabajar en equipo, Akira.
—Defiéndete. Yo le quitaré el arma a uno de ellos, ya luego se hará fácil acabar con todos. Asegúrate de volarles la cabeza.
Me asomé y conté a los que habían. Eran aproximadamente unos 6 hombres que estaban vigilando la cabaña. Esperé el descuido del hombre que estaba cerca de la puerta, para así poner mi brazo alrededor de su cuello para ser silencioso, pero no contaba con que el hombre haría ruido. Lin se percató del problema y me cubrió de otro tipo que trató de atacarme. Presioné su cuello fuertemente y con mi otra mano, agarré el arma para dispararle a los demás. Lin se cubrió detrás de mí, ya que usamos el cuerpo del hombre como escudo.
Lisa
—Son disparos, ¿Qué puede estar pasando allá fuera? — estaba alterada al escuchar tantos disparos. ¿Será que le hicieron daño a Akira y Lin?
—Tenemos que bajar, esos hombres se fueron, mamá.
Me asomé por las escaleras y no estaban los hombres, esta era la oportunidad que estuvimos esperando. Bajamos sigilosamente las escaleras y me acerqué a la ventana, solo se veían varios hombres afuera, no podía ver que estaba ocurriendo.
—Vamos a la cocina, Kaori. Tenemos que buscar algo con que defendernos. Si ahí no hay nada, no sé qué vamos a hacer.
Caminamos a la cocina y no encontramos ningún cuchillo ni nada. En esta casa no había absolutamente nada. ¿Qué se supone que hagamos ahora?
Los disparos se detuvieron, y escuchamos la puerta de entrada abrirse. El corazón casi se me sale del pecho. Kaori corrió hacia mí y se asomaron a la puerta de la cocina, al escuchar el sonido de los pasos de Kaori, dispararon sin pensarlo dos veces.
—¡Kaori!— la jalé por el brazo y la tiré al suelo, no tuve de otra. Traté de que no se golpeara.
—¿Kaori?— escuché la voz de Lin, y hablé antes de levantarme.
—Somos nosotras, no dispares, por favor.
—No quería asustarlas, lo siento— dijo Lin.
—¿Lisa?— escuché la voz de Akira, y me sentí aliviada.
—¿Estás bien, Kaori? — la ayudé a levantarse.
—Sí, mamá.
Nos levantamos y Lin se acercó a nosotras.
—Por Dios, ¿No les hicieron nada? ¿Dónde está mi hermano?— preguntó Akira.
—Está muerto — Akira se acercó —. Estaba pálido—. ¿Te encuentras bien?
—Sí.
—No es cierto, mamá. Nos drogaron, y aún está ese efecto en el sistema.
—¿Qué tipo de droga? — la respuesta pude verla a simple vista—. Olvidénlo. Tenemos que irnos de aquí.
—¿No te hicieron daño? — insistió Akira. Llevó su mano a mi camisa y no quería que me tocara.
—No me toques, apesto — caminé a la puerta de la cocina y me siguieron.
—¿No queda nadie? — preguntó Lin a Akira.
—No sé, hay que tener cuidado. Cuida nuestras espaldas, Lin.
Akira se fue al frente de mi y Lin detrás de nosotras, ambos tenían un rifle en la mano. Caminamos fuera de la casa, hasta llegar a una de las camionetas.
—No están las llaves — dijo Akira.
—¿Y qué demonios haremos ahora?— pregunté.
—Encenderlo manual— Akira se sentó en la silla del conductor y sacó parte de la cubierta debajo del guía, y estuvo unos instantes jugando con los cables, hasta que la camioneta encendió—. Suban— todos subimos a la camioneta.
—¿A dónde iremos?
—Tenemos que salir de este estado. Nos iremos a la casa de seguridad que tengo en Nueva York.
—¿¡Qué!? Tienen que ir al hospital, ambos se ven muy mal.
—¿El hospital, lisa? ¿Quieres que vayan a buscarnos allá? En ese hospital no puede haber nadie vivo.
—Akira tiene razón, estaremos bien, mamá. Hay que salir de aquí.
—Pero si están muertos.
—Lisa, no sabemos si alguien más no haga algo. No voy arriesgarlos más. Iremos a Nueva York y punto.
—Ustedes dos están drogados. Tienen que quitarse eso, o pueden terminar peor.
—Estaremos bien. Tomaremos mucha agua y nos bañaremos todas las veces que sea necesario, lo importante es salir de aquí.
Nos dirigimos al aeropuerto y Akira se encargó de hacer todo lo necesario para el Jet. Rato después dejamos la camioneta y seguimos a Akira hasta la pista, subimos al Jet, y Kaori y Lin se metieron al baño para bañarse.
—¿Vas a dejar que se bañen juntos?— le pregunté a Akira.
—Déjalos. No es que me agrade mucho la idea, pero ya no es mucho lo que se pueda hacer. Kaori está esperando un bebé de él.
—No puedo creer que estés diciendo eso.
—Deberías irte a bañar también, estás sangrando mucho de esa herida, lisa.
—Estoy bien, no te preocupes. Ve tú primero.
—Puedes entrar conmigo, no voy a tratar nada.
—Será más complicado para ti, Akira.
—Ven—Akira me agarró la mano y me llevó al otro baño, se desnudó frente a mi y su cuerpo estaba ensangrentado, tenía muchos golpes y cortadas.
—¿Qué fue lo que te hicieron?
—Nada que no mereciera— entró a la bañera primero y me quedé afuera para desnudarme. No sé si sea buena idea, me sentía asqueada, pero no por él.
Usé un cepillo de dientes y traté de lavar mi asquerosa boca luego de lo que tuve que hacer. Sentía mucho asco de mi. Hasta aquí he tenido que llegar otra vez. Entré a la bañera con Akira, se podía apreciar más sus heridas ahora que el agua había recorrido por su cuerpo. Akira me jaló hacía él repentinamente y me asusté.
—Dijiste que no tratarías nada.
—Quiero que entres debajo de la pluma también, está caliente como te gusta.
Akira se veía muy pálido y su cuerpo estaba temblando. Se ha estado haciendo el fuerte todo este tiempo, su erección rozaba mi muslo y me sentí mal al verlo así. Recuerdo la vez que me drogaron, mi cuerpo se sentía en fuego. Toda la energía se concentraba en esa área.
—¿Puedo ayudarte? — le pregunté, desviando la mirada de la vergüenza.
—No, no te preocupes. Ya mismo se me quita— se quedó en silencio y nos bañamos.
Al salir, se quedó en toalla caminando por el avión.
—Vas a resfriarte.
—No tengo ropa limpia, solo tengo estas batas blancas, así que nos tocará usarla— me pasó una y la otra se la puso; luego caminó a la mesita del avión y se sirvió un trago.
—¿Quieres uno?
—Sí— me sirvió un trago de Whisky y lo tomamos a la vez. Me sacudí, ya que no recordaba el ardor que bajaba por la garganta al tomarlo. Akira se agarró la frente y bajó la cabeza—. Akira, tienes que hacer algo, no puedes seguir así — me acerqué y lo toqué, su cuerpo estaba temblando demasiado y su temperatura corporal estaba muy caliente. Si no descarga lo que está acumulando, será peor. Necesito hacer algo por él, no quisiera verlo así. Me quité la bata blanca, quedándome desnuda frente a él y agarré su mano llevándola a mi pecho.
—Hazme el amor, Akira— mis mejillas se calentaron al pronunciar esas palabras.