Lisa
Akira regresó a la casa, se veía algo distinto. No me atrevía a preguntar si ya terminó con el trabajo.
—Ya todo termino, lisa, ¿Quieres bañarte conmigo?— estaba actuando raro.
—Claro — me uní en el baño con él, pero no ha querido pronunciar una palabra más. Sé que está pasando por un momento muy difícil y no quiero molestarlo con preguntas innecesarias. Me acerqué a él y lo abracé, y cerró sus ojos correspondiendo el abrazo. Podía escuchar su respiración agitada, se que necesitaba descargar lo que siente. Quisiera poder hacer algo para hacerlo sentir mejor, aunque sé que no es mucho lo que puedo hacer.
—Te amo, ya todo pasó —me sujeté de su cuello para acercarlo más a mi. Se veía muy mal y no me gusta verlo así. Estuvimos por un tiempo así.
Recuerdos:
—¿No vas a desistir de la idea, Akira?
—No.
—¿Por qué haces esto? No me das opciones.
—Baja el arma.
—No puedo, Akira, lo siento. No quiero ser testigo de esto.
—No me das opción, Jefferson, o desistes o disparo.
—No voy a patrocinarte los errores, Akira. Eres mi hijo y estoy pensando en el bienestar de los tres.
—Esto es lo mejor para ella. No quiero dispararte, pero si vas a interferir no dudaré en hacerlo por más que hayas hecho tanto por mi, estás interfiriendo en el bienestar de mi familia.
—Prefiero disparar primero, Akira— Jefferson cargó el arma y me volvió a apuntar.
—Ya veo que tiene que ser así, padre. Grácias por todo, pero no puedo permitirte esto.
*Sonido de un disparo*
Akira estaba temblando.
—Akira, ¿qué te pasa?
—Salgamos del baño, quiero hablar contigo.
—Esta bien— salimos del baño y mientras me disponía a vestirme, Akira se paró detrás mío.
—Lisa, ¿Puedo hacerte mía?— Akira estaba diferente. En otra ocasión él no preguntaría eso. No sé si luego de lo que me hicieron deba hacer algo, pero no quiero negarme. Si eso le hace sentir mejor y le sirve de algo, ¿Por qué no?
—No tienes que preguntarlo, Akira—me giré y lo abracé. Besé su torso desnudo lentamente. Quería hacerlo sentir bien. Akira no se esperaba eso, se veía sorprendido. Lo empujé a la cama y me subí sobre él. Continúe besando su torso y subí mis boca a su cuello, Akira hizo un sonido muy tierno. Sentí escalofrío de solo escucharlo, es tan lindo. Lamí y besé su cuello, subiendo con mi lengua a su oreja y la mordí. Su respiración estaba agitada.
—Te amo, Akira— murmuré en su oído.
—Te ves tan hermosa— colocó sus manos en mis mejillas obligándome a mirarlo—. Quiero hacerte el amor, ¿Puedo?— es inusual que pregunte algo así.
—Si— asentí con mi cabeza.
Akira se subió sobre mí y comenzó a besarme lentamente, mientras jugaba suavemente con mi lengua. Sus besos me llevaban al cielo. Akira entró lentamente en mi, noté que bajó una lágrima por su mejilla.
—No te esfuerces demasiado, no tenemos que hacerlo ahora.
—No es eso, muero por hacértelo. —se veía muy afligido y no quiero que se esfuerce demasiado solo por complacerme.
—Podemos hacerlo en otro momento, ¿por qué no te relajas y nos quedamos juntos por un rato?— Akira continuó moviéndose a su antojo dentro de mi, lo hacía tan suave que mi cuerpo no paraba de temblar. Me sentía extraña. Pensé que dolería, pero no sentí dolor alguno.
—Quiero hacerlo ahora — besó mi cuello y lo lamió lentamente, me hacía cosquillas, pero a la misma vez me hacía sentir bien. Podía escuchar los sonidos de humedad en mi vagina. No podía sentir vergüenza de esto, Akira es quien provoca que esté así. Bajó a mis hombros, besando cada parte de ellos y continúo hasta llegar a mis senos. Su mano masajeaba mi seno izquierdo mientras lamía el derecho. Su lengua estaba caliente, lo que me producía un ligero escalofrío y hormigueo en mi interior. Su lengua y sus labios eran tan suaves y al hacerlo tan delicado estaba a punto de perder la razón. Entrelacé mis manos en su pelo, era muy suave. No puedo dejar de admirar su belleza y con la pasión y deseo que succiona mis pezones. Hace estremecer mi cuerpo completamente. No podía aguantar más, mi interior se sentía muy caliente, lleno y húmedo.
—No puedo más, Akira— dije, entre gemidos. Akira sonrió y me besó mientras continuó moviéndose—. Akira— repetía su nombre entre gemidos, antes de alcanzar el orgasmo. Mi cuerpo estaba temblando y mi respiración agitada, Akira continuaba moviéndose y ese hormigueo, junto a ese escalofrío me tenía al borde de la locura. Escuché su respiración más acelerada y sus besos más fueron más apasionados, hasta sentir mi interior completamente lleno de él. De todas las veces que lo habíamos hecho, esta vez fue muy diferente. Me gustó verlo así.
Al día siguiente se levantó más temprano que yo. Vi que estaba preparando unas maletas.
—Akira, ¿que haces?
—De esto quería hablar ayer. Quiero nos mudemos a otro lugar.
—¿Qué? ¿Por qué? Dijiste que todo terminó.
—Es por eso que quiero que empecemos de cero, lisa. Ya preparé nuestras maletas, solo falta la de Kaori— se veía muy decidido. Si él cree que es lo mejor, pues eso haremos. Me bañé y me vestí para hacer las maletas de Kaori. Al terminar, Akira ordenó al chófer a bajar las maletas al auto.
—¿Tienes todo?
—Si Akira, ¿Y a dónde iremos?
—Es una sorpresa—Akira sonrió, mientras sujetaba en sus brazos a Kaori.
Al llegar al Jet privado nos subimos. Akira puso a Kaori en la cama y se quedó jugando con ella, por lo que me fuí a poner las cosas en su lugar. Se veían tan lindos mientras jugaban.
Akira
—Perdóname, princesa. Te prometo que todo va a ser diferente de ahora en adelante, preciosa. Sé una niña buena y pórtate bien con mamá. Espero puedas perdonarme algún día por lo que voy hacer. Dios te bendiga y te proteja, princesa— besé la frente de Kaori.
—Akira, aún falta una maleta— fui a donde Akira.
—Si, ya la busco. Te queda muy bien ese traje— su cumplido me hizo ruborizar. Se acercó y me abrazó de repente.
—Te amo, y lo sabes, ¿Verdad?
—Yo también a ti, Akira.
—Espero que este cambio sea por el bien de todos.
—Lo será, por que es por el bien de nuestra familia, ¿No es así?
—Si, así es—Akira me besó en la frente y bajó a mis labios. Cerró sus ojos, y lo hice también. Esta más cariñoso que nunca. Supongo que todo lo que ha pasado ha sido para bien.
—Buen viaje— dijo, entre dientes. Al darse la vuelta no sé por qué sentí algo extraño en mi pecho.
—¿A qué te refieres?— entraron dos empleados de Akira y se detuvieron en la puerta. Caminé hacia él para preguntarle por qué dijo eso.
—No puede salir, señora—se pusieron en el medio y no me dejaron salir. Comenzaron a cerrar la puerta del avión y Akira estaba afuera.
—Falta mi esposo, no pueden cerrar la puerta todavía.
—Fueron órdenes estrictas del Sr. Akira, señora. No podemos dejarla salir.
—¿Qué? — corrí a la ventana y vi a Akira mirando hacia el avión. Cogí el teléfono y le marqué.
—Akira, ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué no subes? ¿Qué significa todo esto? — le pregunté nerviosa. Con una sonrisa realmente triste en su rostro respondió:
—Jamás dije que en esa nueva vida estaría con ustedes—el avión se comenzó a mover.
—¿Qué? Detén este avión ahora, Akira o no te lo voy a perdonar nunca.
—Lo siento, será mejor así. Luego me lo agradecerán. Las amo— con una última sonrisa se despidió.
—¡Akira!— colgó la llamada y tiró el teléfono a un lado.
¿Por qué?
¿Por qué haces esto?— mis lágrimas comenzaron a bajar.
¿Por qué nos dejas solas?
¿Y nuestra familia qué?
¿Y esta nueva vida de que vale si no estarás con nosotras?