Al despertar me encontré en los brazos de Akira. Me quedé por un momento pensando en lo que sucedió anoche. No sé si fue por el alcohol que me sentía así. Al recordar esa palabra que me dijo, me ruboricé. Quería pensar que fue que lo imaginé. Sería lo más prudente en una situación como esta, creo. No sabría que responderle aún si fuera real. No he pensado en lo que puedo estar sintiendo por él. Cada vez que pienso en esa expresión tranquila y tierna que lo dijo, mi corazón comienza a latir muy rápido. De alguna manera quisiera volver a escucharla.
Debe estar exhausto y por obvias razones. Levanté la sábana, así podía apreciar un poco su cuerpo desnudo. Su piel, sus hombros, sus buenos brazos, sus pectorales, son casi perfectos. Miré un poco más abajo y me sorprendí. Aún dormido y él está...¿Qué es lo que estoy haciendo? ¿En qué clase de pervertida me he vuelto?
Tapé su cuerpo con la sábana y tapé mi cara. Cuando logré calmar los pensamientos que tuve, saqué mis manos de la cara. Para mi sorpresa, me encontré a Akira cara a cara a mí. Me asusté mucho y me quedé quieta.
—Lo siento, no es lo que estabas pensando. Yo solo quería verte dormir. Lo juro—me puse muy nerviosa y hablé más de la cuenta.
—Si quieres un poco más, ¿por qué no lo pides?
—No, vas a resfriarte si te quedas desnudo.
—Entonces dame un poco de tu calor—sonriendo, me haló del brazo haciéndome caer encima de él.
—Akira, ¿Estás...?
—Sí, todos los hombres se levantan de esta manera y, más teniendo una mujer que espía debajo de la sábana, ¿no crees?— rio.
—¡Idiota!
—No es que me moleste, pero al menos ahora responde por lo que causaste.
—Me avergüenzas y, ¿ahora dices eso? Ya verás—me acomodé bien encima de él, haciéndole creer que haría algo y le hice cosquillas.
La cara de Akira se puso roja y empezó a reír.
—¿Así que te da cosquillas?
Me tiró a un lado de la cama, colocándose encima de mí y me sujetó ambas manos.
—Ojala todas las mañanas fueran así, lisa.
Se veía feliz y me hacía sentir bien.
—Yo deseo lo mismo.
—Me hiciste cosquilla, ahora me toca vengarme— pasó su lengua alrededor de mis pezones y descendió a mi ombligo.
—De cierta forma produce cosquillas.
—¿Y dónde?.¿Aquí?— presionó su rodilla en mi vagina y sonrió—. ¿Adiviné? Tu silencio me dice que si—se divertía cada vez que rozaba su rodilla en mi vagina.
—Suéltame, ya fue suficiente de tu venganza, ahora me toca a mí— soltó mis manos y lo empujé a la cama para subirme sobre él.
Moví mis caderas jugueteando y masajeando su erección entremedio de mis labios. Podía ver su mirada llena de deseo.
—Te diviertes molestándome, ¿No es así? Eres muy malo, ahora me las pagarás—moviendo mis caderas encima de él, podía sentir lo excitado que estaba, mientras que sus pequeños jadeos lo confirmaban—. Te gusta esto, ¿cierto? Eres un pervertido— puse mis manos tocando la punta de su miembro y rozaba mi vagina por encima más rápido.
—¿Por qué no lo metes?— cuestionó en un tono bajo, bajando su mano al pene. Estaba dispuesto a meterlo, pero lo detuve.
—No, hay que ir al trabajo.
—¿Crees que me dejarás así nada más? Termina lo que empezaste— de un movimiento y estocada, me penetró.
Nunca lo habíamos hecho así, aunque nunca me había atrevido a hacer esto. Podía sentirlo tan profundo en esta posición. Ver su expresión de placer me encendía, pero sentía algo de vergüenza de que él pudiera verme de esta manera. Un escalofrío recorría por todo mi cuerpo al sentirlo entrando y saliendo con esa intensidad. Puse mis manos en su pecho para poder sentirme más cómoda y moverme.
—Eres tan hermosa, lisa— soltó entre jadeos.
Puso sus manos en mi espalda, haciéndome recostar encima de él. Lo tenía cara a cara y me besó, mientras continuaba moviéndose a su gusto.
—Te amo, lisa—al escuchar esas palabras tan dulces, mi cuerpo se puso más caliente.
Podía sentir que iba a alcanzar el orgasmo de tan solo escucharlo. Mi mano la entrelacé en su pelo y lo besé. Mi corazón y mi cuerpo no aguantaba esto. ¿Qué ha hecho conmigo? Estando así, no podía pensar en nada más que en él. Si esto es un sueño, no quiero despertar. ¿Qué le hizo a mi corazón para que se sienta tan agitado? Pude sentir la sensación de su semen en mi vagina. No puedo cansarme de esto. ¿Acaso estoy perdiendo la cabeza?
Nos quedamos por un rato abrazados en la cama y recosté mi cabeza en su pecho. Podía escuchar con claridad su corazón latiendo fuertemente. No tengo ganas de levantarme de aquí, pero tengo que ir a la oficina a ver a Yuji.
—Akira, ¿Me puedes llevar a la oficina?
—Quedémonos un rato más así—no tenía intenciones de levantarse, ni yo tampoco.
—Hay que hablar con Yuji y debe ser muy tarde ya —luego de pensarlo por un momento, decidió responder.
—Esta bien, pero deberás recompensar este favor luego—sonriendo, me besó antes de levantarse de la cama.
Nos dimos un baño, realmente lo necesitábamos. No podíamos aparecer así por la oficina. Nos dirigimos a la oficina y Yuji ya había llegado, así que me dirigí a donde ella, mientras que Akira se fue a dar una ronda por la empresa.
—¿Cómo te sientes?—le saludé con un beso en la mejilla.
—Estoy bien, ¿y tú?
—Bien. Quisiera hablar algo contigo. Es algo privado y, lo más probable no quieras hablar de esto y, sé que estás en todo tu derecho de no decirme, pero quisiera que fueras honesta conmigo.
—¿Qué sucede?—se veía preocupada.
—¿Qué es lo que pasa entre tu padrastro y tú?—no lo pensé dos veces para hacerle la pregunta.
Su semblante cambió por completo. Hubo silencio por un largo tiempo. Sus manos se notaban temblorosas.
—Nada—respondió secamente.
—Sé que este no es mi problema, pero quiero que sepas que te considero una amiga y no quiero que nada te esté molestando. Noté cierto comportamiento en el hospital y no quiero que te pase nada, ¿Me entiendes?
—Sí, pero estoy bien.
—¿Por qué mientes, Yuji? Lisa solo se está preocupando por ti. Deberías considerar su preocupación y dejarte ayudar —Akira se metió en la conversación y, como siempre, solo sabe decir cosas tan cortantes; lo mismo pasó ese día con mi mamá.
—No la presiones, Akira—le pedí.
—No todo el mundo acepta tu preocupación, Lisa. Debes dejar de preocuparte por los demás y, más si no quieren buscar ayuda—eso realmente fue muy cortante y desconsiderado de su parte.
Miré a Akira de reojo para que no dijera una sola palabra más. El rostro de Yuji mostraba una profunda tristeza. Me siento mal por ella, pero si no quiere mi ayuda, no puedo obligarla.
—No te preocupes, no te sientas presionada. Haz de cuenta que no dije nadan— sujeté la mano de Akira, y salí de la oficina—. ¿Por qué hiciste eso, Akira?
—Me molestan las personas débiles, te lo he dicho. Se autodestruyen ellos mismos—su rostro mostraba molestia e irritación.
No quiero hacerlo sentir mal ni que esté así, así que lo abracé intentando animarlo. Creí que evitaría mi abrazo, pero no lo hizo, al contrario, besó mi frente. En ese momento escuché la voz de una mujer odiosa.
—Aquí estabas, Akira. Estuve buscándote por mucho tiempo, ¿Dónde estabas?—dijo Ima, acercándose a nosotros.
—¿Qué haces tú otra vez por aquí?— Akia se veía muy molesto.
—¿No te alegra verme? —su voz de antipática y lo de víbora no se lo quita nadie.
—Los dejo solos. Permiso— intenté escapar del problema, pero Akira me sujetó por la camisa.
—¿A dónde crees que vas?— arqueó una ceja, por lo que me paralicé. Parecía una perrita siendo regañada por su dueño
—Esta bien, me quedaré.
—Es de negocios que vengo a hablar, Akira. ¿No te molesta que hablemos con ella presente?
—No tengo secretos con mi mujer, puedes decir lo que quieras.
—Lo que digas—frunció el ceño molesta, por lo que realmente me alegra.
—¿Qué venías a decirme?
—Mi esposo dio la orden de acabar contigo, Akira.
¿De qué están hablando esta mujer?
—Dime algo que yo no sepa—Akira se notaba tranquilo.
—Él sabe sobre tu padre y piensa chantajearte con esa información— la expresión de Akira cambió por completo en un milésimo segundo. Lucía muy molesto. Las manos le temblaban y me sujeté de su brazo, colocando mi mano en su mejilla para que me mirara.
—Nada va a pasar, estaré contigo, Akira—no sé lo que estaba pasando, pero no quiero que una zorra como ella venga a ponerlo de esta manera. No soporto la idea.
Akira recobró su postura y dedicó una sonrisa amable.
—Lo sé—me besó apasionadamente frente a Ima y ella salió de la oficina casi botando humo, y ambos reímos.
Últimamente puedo verlo sonreír a menudo. Me gusta verlo reír, aunque sea burlándose de mí la mayoría de las veces.