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13.05% Entre el amor y el odio (+18) / Chapter 47: 47

Bab 47: 47

Desperté en los brazos de Akira. Toqué su frente para ver si aún estaba caliente, pero estaba mucho mejor. Hice fuerza para soltarme. No sé qué hora sea y necesito saber de Yuji.

Al levantarme de la cama vi las medicinas que le mandé a buscar a la empleada, estaban encima de la mesa. Me avergoncé con la idea de que ella entró cuando estaba profundamente dormida con Akira. Verifiqué mi teléfono y tenía una llamada de Keita. Al poner el teléfono sobre la mesa, sentí una manos alrededor de mi cuerpo.

—¿Te sientes mejor?

Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, al sentir sus manos alrededor de mi. No quería mencionar nada de lo que sucedió, ni mucho menos la diferencia que tuvimos.

—Me duele la cabeza.

—En la mesa están las medicinas— intenté caminar a la mesa de noche.

—Quédate así por un momento—me abrazó por la espalda.

—Debes tomarlas para que puedas recuperarte.

—Teniéndote así de cerca puedo recuperarme más rápido. Quédate conmigo— habló en un tono bajo.

—Akira—su cuerpo estaba temblando y su respiración era cada vez más lenta. ¿Será por el alcohol?

—No me desprecies—murmuró.

Sentí mi rostro caliente de la vergüenza. Parece un niño mimado cuando está enfermo, todo lo contrario a cuando está normal.

—Me baño y vuelvo a la cama contigo.

—Báñate conmigo. Te juro que no intentaré nada que te moleste.

Asentí con mi cabeza y nos dirigimos al baño. Estaba sumamente nerviosa, ya que luego de lo sucedido, no me había desnudado frente a él. Sentía mucha vergüenza o más bien, asco de mi misma. Aún tengo cicatrices en mi piel. Akira se desnudó y yo aún no encontraba como hacerlo. ¿Y si siente asco? Me sentía muy insegura. Pensando en todo esto, Akira se acercó y me ayudó a quitar la ropa. Con mis manos tapaba cada cicatriz visible. Su rostro mostraba tristeza. Realmente debe estar pensando lo peor. Mi cuerpo es un desastre ahora. Sujetó mis manos moviéndolas del área que tapaba. Sentía ganas de llorar, me sentía muy incómoda y asquerosa. Él se puso de rodillas frente a mí y yo estaba ida en pensamientos de aquel entonces.

—Me gustas, lisa— besó cada cicatriz e imperfección que estaba visible en mi piel y no pude contener mis lágrimas—. Perdóname por ser el causante de esto —dijo cabizbajo.

—Vamos a bañarnos, ¿Si?— intenté cambiar el ambiente de tristeza y culpa que había.

Estuvimos un tiempo en el baño. No hicimos nada más que estar juntos en silencio. No hacía falta una palabra más. Su cálidas manos sujetaban las mías.

Al salir del baño le dije sobre Yuji, lo cual entendió perfectamente y no puso objeción en que la fuera a ver. Quiso acompañarme, así que vinimos juntos. Creo que el ambiente entre los dos ha ido mejorando, cosa que me agrada de cierta forma; aunque aún no he encontrado la manera de pedirle disculpas por lo que le dije. Me duele de tan solo pensar en eso. Lo herí y debería sentirme bien, pero no puedo.

Llegamos a la habitación de Yuji, pero algo parecía estar diferente.

—Yuji, ¿Cómo te sientes?—pregunté preocupada, acercándome a la camilla.

—¿Por que, lisa? ¿Por qué permitiste que me durmieran?—su rostro mostraba una profunda tristeza.

—Lo siento, no sabía qué más hacer. Tuve mucho miedo.

—Buenos días, Sr. Akira y Srta. Lisa. Vino a buscarla su padrastro—dijo Keita al entrar a la habitación.

—Pero ella no está en condiciones de salir de aquí. El médico ordenó que la dejaran unos días, además iban a hacer una investigación, ¿No?

—No sé qué sucedió, señorita. Tal parece que llamaron a su padrastro y vino a recogerla. En este momento debe de estar firmando el alta — informó.

—Yuji, no puedes irte todavía. Tienes que cuidarte un poco y ahora más. Necesitas hidratarte.

—Tengo que irme, lisa. No te preocupes. Agradezco que me hayas traído aquí.

—¿Quiénes son ustedes?—escuché una voz desconocida detrás de nosotros.

—Ellos son mis compañeros del trabajo—respondió Yuji.

—No sabía que estaba todo el mundo enterado de tu condición. Ya podemos irnos, ya firmé el alta.

Yuji se comenzó a levantar de la camilla, pero estaba mareada y tropezó. Le aguanté el brazo evitando que se fuera a caer.

—¿Ves? No puedes irte así. Aún no estás bien—la senté en la orilla de la camilla.

—Estoy bien, no te preocupes por mí. Tengo que irme—habló en un tono bajo.

Su padrastro le agarró el brazo evitando que la siguiera sujetando.

—Nos vamos— se la llevó, haciéndola caminar a su paso.

La expresión de Yuji era muy sospechosa. No está cómoda ni feliz como normalmente ella es.

—¿Puedo pedirte un favor, Akira?—le pedí mirándolo.

—Dime.

—Quiero que la detengas y no dejes que se la lleve.

—¿Sabes lo que estás pidiendo? ¿Por qué quieres eso?

—Hay algo muy raro en todo esto, Akira. La actitud de Yuji es muy extraña. Quiero que la detengas.

—¿Por qué siempre quieres ayudar a los demás con sus problemas? No a todos les gusta que se metan en eso.

—No me importa, Akira. No quiero ser partícipe si algo le ocurre a Yuji. Por favor, ayúdala.

—Quédate aquí—salió de la habitación en busca de Yuji.

Akira

—Ahora que lo recuerdo, necesito que me llenes unos papeles en la oficina. Es muy urgente.

—Pero, señor...

—De eso depende la empresa, Yuji.

—Ella no puede ir a ninguna parte. Su madre la está esperando en la casa, ella está enferma y no puede ir a trabajar. ¿Qué tipo de jefe eres tú?

—No creo haberte dado el permiso de tutearme, de igual manera te espero mañana por la oficina, Yuji.

—Sí, señor.

Lisa

Akira regresó a la habitación.

—¿Lograste convencerla?

—Solo logré que asista mañana a la oficina. El padrastro quiso interferir, pero ella aceptó. Espero eso te mantenga tranquila.

—Gracias, Akira.

Salimos del hospital y nos dirigimos a la oficina. He logrado poco a poco organizar todo lo que había pendiente.

—¿Qué me queda?—preguntó Akira.

—En una hora tiene una reunión con un representante en la sala de conferencias y la fiesta de esta noche.

—Vamos a almorzar juntos.

—¿No llegarás tarde?

—No importa.

Fuimos a un restaurante, hace tiempo no salíamos los dos solos. Durante el camino no nos dirigimos palabra alguna. Es como si a pesar de todo lo que pasó esta mañana, aún estuviéramos un poco distantes. No es que me moleste, pero si me incomoda. No sé si sea conveniente pedirle disculpa ahora. Antes de romper el silencio entre los dos, Akira habló.

—Quiero que vengas a la fiesta de esta noche.

—Pero es de negocios, ¿No es así?

—Sí, pero eres mi asistente y ahora mi prometida. No puedes faltar— aún no me acostumbro a que se refiera a mí como "su prometida".

—No sé qué ponerme para la fiesta.

—¿Y eso es lo que más te preocupa?

—Sí, siempre tengo que estar a tu altura.

—Ya lo estás—dijo sin titubear.

Su respuesta rápida me puso nerviosa. No sabía qué más decir.

Salimos del restaurante y Akira me trajo a la casa.

—Pasaré por ti más tarde y no tienes que aparentar lo que no eres, solo por estar a mi altura. Así como eres y quién eres me gustas más. No te olvides de la hora—diciendo eso se fue.

Una vez más me deja de esta manera.

Al entrar a la casa llamé a mi mamá.

—Hola, mamá. ¿Cómo estás?

—Bien, lisa, ¿Cómo está todo?

—Bien, mamá.

—Hace días no he sabido de ti, hija. Me tenías preocupada.

—Todo está bien, mamá.

—¿Cuándo vas a venir conmigo?

—Aún no puedo. Dame un poco de tiempo. Comencé a trabajar en la empresa de Akira. Quiero aprovechar esta oportunidad.

—¿Al lado de ese hombre, lisa? ¿En qué estás pensando?

—Mamá, esto quizá va a sonar complicado, pero me voy a casar con él.

—¿Qué dijiste, lisa?

—Solo por negocios.

—¿Has perdido la cabeza?

—Solo quería que lo supieras. Sé que sonará fuera de lugar pedirte que no te preocupes por mí, pero por favor, confía en mí. Yo estaré bien.

—No quiero que te suceda nada, entiéndeme.

—Lo entiendo, y por eso te digo no te preocupes por mí, mamá. Sé lo que estoy haciendo.

—Al menos quiero que te comuniques más conmigo, lisa. Me preocupa que estés incomunicada.

—Lo haré. Te amo, mamá.

—Te amo, lisa.

No puedo aguantar la idea de que mamá esté lejos. Siempre he estado acostumbrada a tenerla cerca. Quisiera poder cumplirle la promesa que le hice, pero ni yo misma sé si pueda. Quisiera poder aclarar todo lo que estoy sintiendo.

Ya iba a ser hora de que Akira pasara por mi. Debía terminar de arreglarme y bajar. Al salir de la habitación, me encuentré cara a cara con él. Vino un poco antes del tiempo que me indicó. Se veía muy diferente y tan guapo con esa vestimenta. Me ruboricé al verlo y desvié la mirada para que no se diera cuenta.

—Llegaste un poco antes, Akira.

—Quería verte mientras te cambiaras, pero me lo perdí. Te ves muy hermosa, lisa.

—¿Ya nos vamos? No quiero que llegues tarde.

—Sí, nos vamos, pero quiero hacer algo antes— entrelazó su mano en mi pelo y me besó.

Un beso tan dulce y amable, que por un mínimo instante, sentí ganas de que lo hiciera por más tiempo.

Salimos de la habitación para dirigirnos a la fiesta. A diferencia de los otros lugares, este lugar lucía más privado. No había muchas personas. Había un minibar en una esquina y un escenario en el centro. En la agenda no decía qué tipo de fiesta sería. 

—¿Qué tipo de fiesta es esta?— pregunté curiosa.

—Sabía que lo preguntarías, corderito. Siendo mi asistente, ¿Cómo no pudistes averiguarlo?— se burló.

—Disculpa, esto de asistente no me va muy bien.

—Como mi mujer te iría mejor, pero prefieres ser solo mi asistente— sonrió.

—¿Me dirás?— insistí curiosa.

—Es una fiesta de caridad. Ayudamos a familias que lo necesiten.

—¿Acaso tu...?—en el momento que iba a preguntarle, se acercó un hombre mayor a nosotros.

—Es un honor que haya venido. Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer lo que hizo por mi familia. Luego de todo no supe más de usted.

—No hay por qué agradecer, lo hice con mucho gusto— sujetó el hombro del hombre, mientras le agradecía.

Cada vez conozco más facetas de Akira que desconocía. Ni siquiera parece al hombre cortante y orgulloso de siempre. Parece mucho más amable.

—¿Quieres tomar algo, corderito?

—Sabes que no tomo.

—Un vino no te haría mal, te ayudaría a relajarte. Te ves muy tensa— tomó la copa de un mesero y me la dio.

Le di un pequeño sorbo y no era tan malo, de hecho, era muy dulce. Pensé que todos los vinos o alcohol serían amargos.

—Gracias, Akira—terminé la copa y me acerqué a él.

—Este lugar es muy bonito. ¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto?

—Hace unos 5 años. Desde que comencé en el negocio, siempre quise hacerlo. Me planteé la idea y surgió.

—Esto fue muy amable de tu parte. Cada vez me sorprendes más—sonreí.

—Permiso, Sr. Akira. Ya puede dar la conferencia, tenemos todo preparado—dijo un hombre alto que se acercó.

—Ya vengo, Lisa. Puedes verme muy bien desde ahí— me dio un tierno beso en la mejilla y mi corazón se aceleró.

Akira subió al escenario y comenzó a dar la conferencia sobre la organización sin fines de lucro. Se veía muy amable y sincero cuando hablaba de eso. No parecía ser una persona que ayudara a nadie y ahora saber esto, me causa algo de culpa por todo lo que pensé de él.

Tomé una copa del mismo vino del mesero, mientras que observaba a Akira. Me sentía cada vez más relajada al ver como el semblante de Akira parecía muy tranquilo. Al terminar la conferencia, bajó del escenario dándole las gracias a todos. Muchas personas se acercaban a él y fue saludando uno por uno, tomando el tiempo de hablar con ellos. Si no lo estuviera viendo con mis propios ojos, no lo creería. Akira es genial. Me estaba sintiendo un poco mareada. Creo que tomé más de la cuenta. Sin darme cuenta, ya había tomado más de tres copas. ¿En qué momento? Esto está mal. ¿Cómo pude haber tomado tanto en un lugar como este? La ansiedad y los nervios de estar aquí con él me pusieron así.

Me acerqué al minibar y me senté en una de las sillas, esperando a que se pasara el mareo antes de que Akira viniera. Si me ve en este estado se molestará.

—¿Estás bien?—la voz de Akira me puso más nerviosa de lo que ya estaba. No contaba con que llegaría tan pronto.

—Sí, estoy bien—respondí temblorosa.

—¿Así que estás borracha? Ya me lo esperaba— rio.

—¿Cómo puedes burlarte de esto?

—Vamos a la casa— sujetó mi mano y me levantó de la silla.

—No, Akira. Debes estar preparando algo para molestarme.

—¿Quién sabe? No lo sabrás si no vienes— me hizo un guiño y esbozó una sonrisa.


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