—Los dragones y los humanos vivíamos juntos en paz, pero todo cambió cuando los humanos se enteraron de que nosotros teníamos un gran poder mágico. Los humanos, llenos de envidia, empezaron a cazarnos para robarnos el poder mágico. Cuando intentamos defendernos, los aventureros legendarios nos hicieron frente y asesinaron a toda mi especie... Yo fui salvada por un espíritu... Ese espíritu me pidió mi ayuda. Me dijo que mi poder mágico es el adecuado para controlar la magia del elegido.
—En los libros dicen que los dragones intentaron conquistar el mundo.
—Eso es falso... Créeme, te estoy diciendo la verdad... Tú eres mi nuevo amo, no puedo mentirte
—Está bien... Ya no me digas nada... Te creo... Como elegido, ¿Qué se supone que haga?
—En un futuro lo sabrás, no puedo decírtelo aún.
—Está bien... Por cierto, ¿No puedes ocultar tus alas? No quiero que se enteren de que eres un dragón.
—Claro.
Las alas desaparecen y sus ojos se vuelven azules.
—Qué fácil... Está bien... Yo soy tú amo, harás lo que yo te diga, ¿No?
—Por supuesto.
—La espada absorbe la magia y el escudo puede desviar la magia... ¿La espada absorbía la magia antes de que entraras en ella?
—Sí.
—¿Y era necesario que tú te fusionaras con la espada?
—Sí, era necesario. La única manera de que pudiera vivir fuera de tu cuerpo, es que mi cuerpo y la espada se unieran. Si no me hubiera unido a la espada, ya estuviera muerta.
—Todo realmente es raro... Mejor no busco la lógica en esto.
-Tres días después-
Entramos al gremio y le entrego la tarjeta a la encargada.
—Terminé la misión.
—Los números desaparecieron... Felicidades. Traeré su recompensa.
Me entrega la tarjeta.
Se levanta y se va.
—Mersa, ¿Tienes hambre?
—Un poco.
—Está bien, vamos a ir a un restaurante a comer.
La encargada regresa con una pequeña bolsa con monedas.
—Son cien monedas de oro.
—Vaya... Es mucho dinero... Muchas gracias.
La tomo y la guardo en mi pantalón.
—Adiós... Por cierto, ya dejé su caballo en el establo. Muchas gracias.
—De nada... Daniel, ¿Le gustaría otra misión?
—¿Qué misión?
—Hace cinco días, las tiendas de esclavos de la capital fueron atacadas por un semihumano y liberó a los semihumanos.
—¿El semihumano tenía características de León?
—Sí.
—Ya veo... Por ahora no me interesa... Tal vez después.
—Está bien.
Mersa y yo salimos del gremio.
—Ese semihumano estuvo aquí... Realmente no me interesa capturarlo... Siento algo de admiración hacia él.
—¿Admiración?
—Sí... No sé como explicarlo... Su actitud y su forma de hablar me gusta... Y veo que está decidido a liberar a los semihumanos... Me interesa descubrir si logrará hacerlo.
—Atacó las tiendas de esclavos de la capital y logró escapar... Es fuerte... Muy fuerte.
—Logró escapar de los capitanes de los clanes... Definitivamente es fuerte.
Nos paramos frente un restaurante.
—Está bien, comemos y nos vamos a la posada.
—Está bien.
-En un lugar desconocido-
Los ancianos están reunidos.
—La fase tres está completa, Mersa y Daniel se llevan bien. Los seguí y parece que Daniel no siente desconfianza hacia ella.
—Entonces ya no es necesario que sigamos en este mundo.
—Nos vemos en algunos años, amigos.
—Adiós.
Los ancianos desaparecen.
-Capital de Seldris-
Mersa y yo estamos comiendo carne con pasta.
—Mersa, ¿No quieres ir a mi viejo pueblo? Tal vez vaya en algunos días.
—Iras a vengarte, ¿No?
—Bueno... No te mentiré, iré a vengarme.
—Aún no eres un gran aventurero. Primero conviértete en un gran aventurero como lo prometiste y luego podrás vengarte.
—Sí, lo sé... Supongo que tienes razón.
Mersa termina de comer.
—Estoy satisfecha, gracias.
—Yo igual. Vámonos, necesito bañarme.
Mersa y yo nos levantamos de la mesa y salimos del restaurante.
—Necesitas ropa... Vamos, te compraré algo de ropa... Y tal vez ropa nueva para mi también.
-Al anochecer-
Estamos acostados juntos en una cama.
—¿S-segura que no quieres una habitación para ti sola?
—Mi deber es estar a lado de ti por si me necesitas.
—E-está bien... Buenas noches.
Cierro los ojos e intento dormir.
-Al día siguiente-
Mersa y yo salimos de la posada. Estoy vestido con una camisa roja y un pantalón negro. Mersa está vestida con un vestido rojo.
—Bueno... ¿Quieres hacer algo? ¿Quieres hacer una misión o algo así?
—Me interesa conocer la capital.
—Está bien... Aunque es enorme... Vamos.
Empezamos a caminar y a lo lejos veo a dos chicos y a Lena. Usan una camisa negra con un logotipo blanco con la imagen de un ratón. Los dos chicos son gemelos, tienen el cabello blanco y largo.
—¡¡Miren, es el chico sin magia!!
Trato de ignorarla y sigo caminando.
—¡¡Oye, idiota, te estoy hablando!!
Pasamos a lado de ellos.
—¡¡Maldito sin evolución, te estoy hablando!!
Me toma el hombro con su mano derecha y me detengo.
—No me toques.
—¡¡¿Qué no te toque?!! ¡¡¿Quién te crees que eres?!!
Volteo a verla enojado y tomo su brazo. Empiezo a apretarlo.
—Escucha, no me importa que seas mujer, si me vuelves a tocar, te romperé la cara.
La suelto y seguimos caminando.
—¡¡¿Estás bien, Lena?!!
—Ese chico... Es muy fuerte.
-Varias horas después -
Mersa y yo nos alejamos de la capital cabalgando.
—La misión consiste en derrotar a unos ladrones, así que será fácil. Lo difícil será encontrarlos.
—La última vez que atacaron fue cerca de la capital. Ellos violan a las mujeres y a los hombres los asesinan luego de robarles... Mersa, eres muy hermosa. Si pasamos cerca de ellos intentarán atacarnos para intentar violarte.
—Vaya... Muchas gracias.
-Dos horas después-
Estamos frente a cinco cuerpos muertos.
—Fue bastante fácil.
Escucho movimiento y volteo a ver.
—Alguien está cerca.
A lo lejos veo a alguien correr.
—¡¡Uno sigue vivo!!
Mersa se convierte en espada y la tomo. Lo sigo corriendo rápidamente.
—¡¡Te mataré rápidamente si dejas de huir!!
Estoy a punto de alcanzarlo y reconozco su ropa.
—Esa ropa... Esa cabeza...
Sonrío.
—No pensaba capturarte, pero ahora que te tengo frente a mí, tal vez lo haga.
Estoy detrás de él y le doy una gran patada rápidamente en su costado derecho que lo saca volando, provocando que choque contra un árbol.
—Ahora que tengo mucha energía, no podrás escapar.
Me acerco a él y él intenta levantarse lentamente.
—P-por favor... Cuando te vi, escapé por qué no quiero lastimarte... Déjame ir en paz.
—¿Lastimarme? Vamos, no podrías. Te dejé ir antes por qué estaba cansado, pero ahora que no lo estoy, no escaparás.
—Te lo advertí.
Una semihumana con la piel peluda de color rosa y ojos de gato color rojo sale entre los árboles apuntándome con un arco. Tiene cola y orejas de lobo. Viste una falda blanca y una blusa negra.
Al escucharla, me doy la vuelta y ella me lanza una flecha. Me hago a un lado, esquivando la flecha y el semihumano se dirige a mí y me da una gran patada en el costado derecho, que me saca volando, pero logro detenerme y ponerme en guardia.
—Dos contra uno... Será una batalla justa. - Digo sonriendo.