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8.33% Escritos Inconexos / Chapter 1: 1•- No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista
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Escritos Inconexos

Penulis: RN_Ikrush

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Bab 1: 1•- No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista

Desperté y estaba sólo.

Desperté y no tenía madre.

Desperté y ya no vería a mi padre.

Desperté y no era nadie.

Supe desde el primer instante en que mis ojos se abrieron que mi vida daría un giro increíblemente drástico. Recuerdo el último instante de vida en los ojos de mi madre, a mi padre siendo empujado dentro de un auto, y a mi pequeño hermano gritando antes de que una bala perforara su pecho.

Todo aquello fue mi culpa. No tengo derecho siquiera de llorar.

Ahora atado a una silla metálica, completamente retenido por aquellas cuerdas que rasgan la piel que alguna vez fue pálida y delicada de mis muñecas, una cinta cubre mis labios, que arden, tal vez por todo el tiempo que han durado contenidos; desconozco el cuanto llevó aquí, mi inconsciencia no me permite recordar. Necesito comida, necesito agua con todo mi ser. Pero lo merezco.

Si tan solo no fuera un adolescente insolente, si tan solo hubiese tenido conocimiento de mis actos; tal vez estaría disfrutando de una película, durmiendo o simplemente bebiendo gaseosa; ahora tan solo me queda esperar a que tomen decisiones en mi destino, yo debería de estar muerto, no ellos.

Pero esto debe ser peor que la muerte. ¿Acaso puede haber algo más horrible que atormentarte?

Mis ojos no enfocan con claridad y un mechon rojizo cubre el izquierdo. Dirijo mi ojo libre a la punta de mi nariz, salpicada con pecas que ahora se juntan con el polvo. Soy como un juguete viejo y desmejorado, abandonado en el sótano luego de que el pequeño se cansace de jugar.

Mi vista se nubla, quiero llorar, no por mi familia muerta, sería vergüenza para sus almas y cuerpos que un ser atroz como yo llorace por ellos. Tan solo quiero llorar, llorar por la juventud que se que ha sido arrebatada, llorar porque ahora mi cuerpo no me pertenece más, llorar por el asqueroso dolor que entumece mis piernas y cadera. Y aún más importante llorar por el chico que ha dejado de existir en mi, al que le arrebataron todo rastro de inocencia, su sonrisa; llorar por aquellas palabras de la maestra de  historia: <<¡Eres un excelente muchacho! ¡Tienes un gran futuro por delante, Elliot! >>

Pero lo había arruinado, ya el futuro brillante se difuminó. Ahora les pertenezco, ahora soy suyo. Y ya lo habían demostrado.

¿Qué más me queda?

Salir de aquí es una esperanza incierta, estoy completamente jodido, lo se, soy perfectamente consciente de que mi vida se ha arruinado... Pero la idea es simplemente insoportable.

Duele, duele muchísimo, tanto mi cuerpo como mi corazón. ¿Que pensarían mis amigos, conocidos, vecinos o el resto de mi familia? ¿Acaso pensaran que yo lo hise? ¿Me buscaran o piensan que estoy muerto como mis padres y hermano? No, no, no, fui un completo imbecil al pensar que podría contra ellos.

Le arrebate los sueños de crecer a Jackson, oh pobre de mi hermanito, aquel que me admiraba ahora debe de estar en un ataúd, o quizás en el frío metal de la mesa del forense. Por mi culpa. Mi madre no volverá a usar aquel vestido rojo que tanto amaba mientras come sus fresas, mi padre no volverá a volar su amado avión, mi hermanito no pateará de nuevo su balón firmado.

Merezco que regresen, merezco que vuelvan a hacerlo, que me tomen las veces que quieran; sin mis inmadureces ellos aún tuvieran sus vidas, y si ellos no las tienen, podrán tomarme cuantas veces quieran, igualmente ya no me pertenezco, igualmente ya no valgo nada. ¿Para que juzgar a aquellos que toman a un simple trapo sucio?

Tal vez el dolor me haga olvidar, no lo se. Pero sabré que lo merezco, cuando quiera llorar, cuando quiera gritar lo recordaré: Por mi culpa los mataron, yo los maté.

Ahora la puerta de acero se abre con un fuerte chirrido, se acerca a mi con paso lento. Lo miro directo a sus ojos con miedo u arrepentimiento quizás, y el tan solo me devuelve una mirada cargada de superioridad.

Una vez situado frente a mi, se agacha, y con fuerza tira de la cinta que cubre mi boca, duele. Abre una botella que hasta ahora no había notado. Es agua, mi cuerpo la pide a gritos. La acerca a mis labios y con brusquedad me hace beber. Sabe como la gloria, me refresco al instante, bebo a tragos grades y cuando termina, quedo con ganas de más.

Pero ellos no volverán a beber. Yo tampoco debería hacerlo, pero para que mi cuerpo resista a mi merecido, la necesito.

Mojo mis labios y suelto un quejido cuando arden en contacto con mi saliva. Sin delicadeza alguna aparta el mechon de mi ojo, bruscamente levanta mi barbilla y hace una mueca de asco.

Tira la botella fuera de mi vista, me desata. Cuando mis muñecas se liberan y las tengo frente a mi, las noto increíblemente sucias, no hay rastro de mi blancuzca piel, están cubiertas por una densa capa de tierra, polvo y sudor.

Toma mi brazo y con fuerza jala de el, levantándome. Un dolor horrible hace que mis piernas fallen y caiga de rodillas frente a él.

— ¿Te duele, preciosura? —Su tono es sarcástico con un acento británico.

Claro que dolía, y mucho, de mi cintura para abajo el dolor era insoportable. Mis labios tiemblan; no había cosa que más le doliera ver a mi madre que un chico en este estado, cuando su inocencia le fuera arrebatada sin su permiso.

<< —Nadie, absolutamente nadie merece algo así —Decia mi madre con tristeza mirándome con ojos vidriosos.

—Pero... —Dudé, según yo habían personas que lo merecerían: violadores que recibirían de su propia medicina, o asesinos como yo en estos momentos. Si se arrebata una vida te podrían arrebatar a ti ¿no?

— ¡No, Elliot, no! —Gritaba con voz temblorosa —. ¡Nadie, sin importar lo que haga merece eso! ¡Nadie! ¡Y más si estas arrepentido o en tus manos no hubo sangre, si no has hecho nada malo no lo mereces! >>

Y lo entendí, no lo merecía. Yo no los maté ¡¿como? Si los amaba! Tome decisiones estúpidas pero, no era culpable, ¿o si?

Dios, no se nada.

Su risa inundó mis oídos dándome un leve mareo.

— ¡Levanta, pequeña zorra! —Pateó mi cadera dándome una descarga de dolor. —. Ven a limpiarte, a los clientes no les gustaras así.

¿Clientes? ¿Ahora que planeaba...? Oh no...

— ¿Clientes? —Pregunte en un hilo de voz. Anteriormente podía cantar hermosas notas pero ahora, estaba completamente devastada.

— ¡Pero claro! —Ríe —. ¿Creias que eras sólo para nosotros? ¡También para nuestros colegas! ¡Ah y de mercancía!

— N-no —Lloriqueo completamente asustado.

— ¡Tranquilo! ¡Pagaran muy bien por ti! —Vuelve a jalar de mi brazo, esta vez con más fuerza, dejándome tambaleando con increíble dolor.

¿Ahora que? ¿Me prostituirán así sin más?

Todo esto por haber sido un adolescente insolente... La Deep Web es realmente peligrosa. Lo oscuro es peligroso.

Ese día delante de mi laptop, no imaginaría que esto sucedería, no se me pasaba por la mente al instalar Tor y entrar a la maldita página.

Tan solo por jugar a ser valiente.

Ahora mi futuro cambió.

Ahora pueden hacer lo que quieran conmigo.

Vale, tomenme, después de todo:

No hay mal que dure cien años.

Ni cuerpo que lo resista.


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