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27.59% EL Mundo del Río / Chapter 77: EL OSCURO DESIGNIO(15)

Bab 77: EL OSCURO DESIGNIO(15)

En aquel momento, varias personas invadieron la conversación. Jill se apartó del grupo y fue de un lado para otro, buscando otro grupo, una colonia temporal a la que unirse. En el Mundo del Río, como en la Tierra, todos los cócteles o reuniones eran iguales. Una hablaba brevemente, intentando hacerse oír por encima de todas las conversaciones y la música, yendo de grupo en grupo hasta haber dado una vuelta completa. Si una se sentía intrigada o incluso interesada respecto a alguien, la única solución era quedar para verse, con él o con ella, en algún otro lugar y momento, cuando una pudiera tener la oportunidad de una conversación tranquila y sin interrupciones.

En los viejos tiempos, hacía ya mucho, cuando era mentalmente joven, a menudo se había encontrado con hombres o mujeres en tales reuniones que la habían fascinado. Pero siempre había estado llena de alcohol o yerba o ambas cosas y por ello

tremendamente receptiva. Era fácil sentirse atraída por una mente o un cuerpo... o por ambas cosas al mismo tiempo. Luego, la sobriedad traía consigo normalmente la lucidez. Una decepción. No siempre. Sólo la mayor parte de las veces.

Todos los cuerpos tenían allí veinticinco años de edad. Cronológicamente, ella tenía sesenta y uno. Algunos de los reunidos allí era posible que tuvieran realmente ciento treinta y dos o incluso más. Los más jóvenes no podían tener más de treinta y seis.

El índice de cordura y de sabiduría tenía que ser pues alto, si era cierto que la edad comporta el buen juicio. No había hallado que eso fuera cierto para la mayoría de la gente en la Tierra. La experiencia era algo difícil de evitar, aunque mucha gente había conseguido mantenerla a un nivel mínimo. Pero ganar experiencia no significaba ganar sabiduría, la cual significa comprender los mecanismos básicos de la humanidad. La mayoría de los ancianos que había conocido estaban gobernados por los reflejos condicionados de cuando habían tenido diecinueve años.

De modo que era de esperar que la gente no se hubiera beneficiado mucho tampoco de sus experiencias aquí. Sin embargo, los sucesivos martillazos de la muerte y la resurrección habían roto los sellos de las mentes de muchos.

Para empezar, absolutamente nadie había esperado este tipo de postvida. Ninguna religión había descrito un lugar así ni unas condiciones como éstas. Sin embargo, para ser sinceros, todas las religiones que prometían paraísos e infiernos eran notablemente vagas a la hora de proporcionar detalles. Quizá no tan notablemente, puesto que muy pocas personas habían proclamado realmente haber visto el mundo postmortem.

Y evidentemente no había nada sobrenatural en aquel lugar ni en la resurrección de los muertos en él. Todo bueno, no todo, pero si casi todo podía ser explicado en términos físicos, no metafísicos. Pero eso no había impedido que la gente esbozara nuevas teorías religiosas o remodelara algunas de las antiguas.

Esas religiones que no poseían perspectivas escatológicas relativas a la resurrección o la inmortalidad en el sentido occidental, como el budismo, el hinduismo, el confucianismo o el taoismo, quedaron desacreditadas. Aquellas que las poseían, como el judaísmo, el islamismo o el cristianismo, quedaron igualmente desacreditadas. Pero aquí, como en la Tierra, la muerte de una gran religión era al mismo tiempo el nacimiento de otra nueva. Y había aquí, por supuesto, minorías que se negaban obcecadamente, pese a todas las evidencias, a admitir que su fe había quedado invalidada.

Jill, de pie cerca de Samuelo, el ex rabino, en la actualidad obispo de la Iglesia de la Segunda Oportunidad, se preguntaba cuál habría sido su reacción el primer año en aquel mundo. No había venido ningún Mesías a salvar al Pueblo Elegido, ni por supuesto ningún Pueblo Elegido que se hubiera reunido en el Jerusalén de la Tierra. No había ningún Jerusalén, ni ninguna Tierra.

Aparentemente, el desmoronamiento de su fe no lo había desmoronado a él. De alguna forma había sido capaz de aceptar que estaba equivocado. Pese a ser un superortodoxo rabino de los tiempos antiguos, poseía una mente flexible.

En aquel momento Jeanne Jugan, que oficiaba como anfitriona, ofreció a Samuelo y a Rahelo un plato de brotes de bambú y de filetes de pescado. Samuelo miró al pescado y dijo:

¿Qué es eso?

Pejesapo dijo Jeanne.

Samuelo frunció los labios y agitó la cabeza. Jeanne pareció desconcertada, puesto que evidentemente el obispo estaba hambriento y sus dedos estaban tan sólo a unos centímetros de los brotes de bambú. Los brotes de bambú, por lo que Jill sabía, no eran tabú para la ley mosaica. Pero estaban en el mismo plato que los prohibidos peces sin escamas, por lo que estaban contaminados.

Sonrió. Era mucho más fácil cambiar la religión de una persona que sus hábitos alimentarios. Un judío o un musulmán devotos podía abandonar su credo, pero no por eso

dejaría de sentir náuseas si se le ofrecía un plato de cerdo. Un hindú al que Jill había conocido se había vuelto ateo en el Mundo del Rio, pero seguía sin ser capaz de comer carne. Jill, aunque descendía parcialmente de negros aborígenes, no se sentía con ánimos de comer gusanos, pese a que lo había intentado. La herencia genética no tenía nada que ver con la dieta, por supuesto; era la herencia social la que determinaba la elección de las comidas. Aunque no siempre. Algunas personas podían adaptarse más fácilmente que otras. Y siempre estaban los gustos particulares. Jill había dejado de comer cordero desde el momento mismo en que había abandonado la casa de sus padres. Lo odiaba. Y prefería una hamburguesa a un rosbif.

El hecho, pensó mientras emergía de su ensoñación, del mismo modo que un buceador emerge del agua, el hecho es que somos lo que comemos. Y comemos lo que comemos a causa de lo que somos. Y todo ello está determinado parcialmente por nuestro entorno y parcialmente por nuestra constitución genética. Toda mi familia excepto yo adoraba el cordero. Una de mis hermanas compartía mi indiferencia hacia el rosbif y mi preferencia por las hamburguesas.

Todos mis hermanos y hermanas, por lo que sé, son heterosexuales. Yo soy la única bisexual. Y no es que lo desee. Deseo ser una cosa o la otra, pero mi puerta se abre en ambos sentidos, y lo hace en dirección a uno u otro lado según de donde sople el viento. Mi viento interno sopla de este a oeste o viceversa, y mi puerta basculante se abre en consecuencia en uno u otro sentido.

En realidad, ella no deseaba ni una cosa ni la otra. Pero si tuviera que elegir ¿y por qué no debería hacerlo?, elegiría amar a otra mujer, el ser lo que los ingleses llaman un woman lover.

Woman lover. ¿Por qué no decirlo claramente: lesbiana? El inglés era el mejor idioma del mundo, pero también tenía sus fallos. A menudo era demasiado ambiguo. Woman lover podía significar un hombre que amaba a las mujeres, un hombre o una mujer que amaba a las mujeres, o una mujer que era una amante.

Al fin lo había dicho. Lesbiana. Y no sentía ninguna vergüenza ante ello. ¿Y qué pasaba con Jack? Ella lo había amado. Entonces...

Había emergido de su ensoñación sólo para volver a hundirse en ella de nuevo.

Al otro lado de la estancia, Firebrass, mientras hablaba con otros, no dejaba de mirarla.

¿Había notado su tendencia a convertirse en una estatua, los hombros hundidos, la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda, los párpados entrecerrados, y los ojos ligeramente introspectivos? Y si lo había hecho, ¿había decidido que era demasiado distraída y por lo tanto indigna de su confianza?

Pensar en aquello le hizo sentir un asomo de pánico. ¡Oh, Dios, si la rechazaba como candidata sólo porque de tanto en tanto se quedaba pensativa! ¡Ella no era así cuando estaba de servicio! Nunca. ¿Pero cómo convencer a Firebrass de eso?

Debería estar alerta, actuar siempre como si estuviera al acecho, extrovertida, preparada, eficaz. Como si fuera una girl scout.

Se dirigió hacia el círculo en cuyo centro se hallaba el obispo Samuelo. El hombrecillo de tez oscura estaba contando algunas historias de La Viro. Jill había oído un cierto número de ellas, puesto que había acudido a varias reuniones de la Iglesia de la Segunda Oportunidad y hablado con sus misioneros. En Esperanto, el idioma oficial de la Iglesia, La Viro significaba El Hombre. Era llamado también La Fondito, El Fundador. Aparentemente, nadie conocía su nombre terrestre, o éste no era considerado importante por los miembros de la Iglesia de la Segunda Oportunidad.

La historia de Samuelo se refería al desconocido que se había acercado a La Viro en una noche tormentosa, en una cueva arriba en las montañas. El desconocido había revelado que era uno de los que habían remodelado aquel planeta convirtiéndolo en un largo valle fluvial y que luego habían resucitado a la gente de la Tierra.

El desconocido había dado instrucciones a La Viro para que fundara la Iglesia de la Segunda Oportunidad. Le había dado también varios principios que predicar, y le había dicho que después de que los hubiera difundido arriba y abajo por el valle del Río le proporcionaría más revelaciones. Por lo que ella sabía, esas nuevas «verdades» aún no habían llegado.

Pero la Iglesia se había extendido por todas partes. Sus misioneros habían viajado a pie y en barco. Algunos, se decía, habían hecho el trayecto en globos. Los medios de transporte más rápidos habían sido la muerte y la resurrección.

Realmente, aquellos que habían matado a los predicadores de la Segunda Oportunidad habían prestado un servicio a su Iglesia. Habían garantizado que la fe se difundiera por todo el Mundo del Río mucho más rápidamente.

El martirio era un excelente método de viaje, pensó Jill. Pero se necesitaba un gran valor para morir por la religión de uno ahora que los muertos seguían estando muertos. Había oído además que recientemente se había producido una gran desafección de la Iglesia. No sabía si era debido a la permanencia de la muerte ahora, o simplemente porque el movimiento había perdido buena parte de su empuje.

Uno de los componentes del grupo era un hombre al que no había sido presentada. Piscator, sin embargo, lo había sealado desde el otro lado de la estancia y había dicho:

John de Greystock. Vivió durante el reinado de Eduardo I de Inglaterra. ¿Siglo XIII? He olvidado mucho de la historia inglesa, aunque la estudié intensamente cuando era un cadete naval.

Eduardo reinó desde 1270 aproximadamente hasta principios de los años 1300, creo

dijo Jill. Recuerdo que reinó treinta y cinco años, y que murió cuando tenía sesenta y ocho. Lo recuerdo porque era una larga vida por aquellos tiempos, especialmente para un inglés. Aquellos castillos fríos y ventosos, ya sabes.

Greystock fue nombrado barón por Eduardo y lo acompañó en sus expediciones contra los gascones y los escoceses dijo Piscator. Realmente no sé mucho de él. Excepto que fue gobernador de La Civito de La Animoj, Soul City en ingles, un pequeño estado a unos cuarenta kilómetros Río abajo. Vino aquí antes que yo, no mucho después de que el Rey Juan le robara a Sam Clemens su barco. Se alistó en el ejército de Parolando, ascendió rápidamente en sus filas, y se distinguió durante la invasión de Soul City.

¿Por qué invadió Parolando Soul City? preguntó Jill.

Soul City había efectuado un ataque por sorpresa contra Parolando. Deseaba apoderarse del control del hierro del meteorito, y también del No Se Alquila. Casi tuvieron éxito. Pero Clemens y algunos de los otros hicieron volar la gran presa. Había sido construida para retener el agua de un arroyo de montaña y utilizarla para generar electricidad. La destrucción de la presa liberó varios millones de litros de agua. Los invasores fueron arrasados, juntos con miles de habitantes de Parolando. El agua barrió también las fábricas de aluminio y acero y las arrojó al Río. Pero el barco fluvial pudo ser recuperado casi sin daños.

»Clemens tuvo que reconstruirlo casi todo a partir de la nada. Durante nuestra situación de vulnerabilidad, los habitantes de Soul City se aliaron con algunos otros estados y atacaron de nuevo. Fueron rechazados, pero con grandes pérdidas. Los de Parolando necesitaban desesperadamente la bauxita, la criolita, el cinabrio y el platino de Soul City. Era la única fuente en todo el Valle. La bauxita y la criolita eran necesarias para hacer más aluminio. El cinabrio es un mineral de mercurio, y el platino es utilizado para los contactos eléctricos de varios aparatos científicos, y es un catalizador indispensable en varias reacciones químicas.

Sé todo eso dijo Jill, con una cierta aspereza.

Discúlpame dijo Piscator, sonriendo ligeramente. Tras el fracasado ataque de los habitantes de Soul City, Greystock fue nombrado coronel. Y después de la victoriosa

invasión de Soul City por parte de Parolando, fue hecho gobernador del terreno conquistado. Clemens deseaba un hombre duro y despiadado, y como la mayoría de los señores feudales Greystock lo era.

»Sin embargo, hace varias semanas, Soul City ha solicitado voluntariamente convertirse en uno de los estados miembros de los Estados Unidos de Parolando, con igualdad de derechos que el estado madre.

»Naturalmente y aquí Piscator esbozó una retorcida sonrisa , en estos momentos la fuente de minerales en Soul City está casi agotada. El Proyecto Aeronave ya no necesita para nada a Soul City. Y también, a través de un proceso que Greystock llama desgaste, un término muy eufemístico, me temo, la conformación original de la población de aquel país ha cambiado considerablemente. Hubo un tiempo en que la mayoría estaba constituida por negros americanos de mitades del siglo XX, con una minoría de árabes medievales, fanáticos wahhabis, y dravidíanos de la antigua India. Debido a las guerras y al férreo gobierno de Greystock, en la actualidad la mitad de la población es blanca.

Suena como algo realmente salvaje dijo ella. Con las debidas disculpas a los salvajes.

Ha tenido que sofocar varias rebeliones. Nadie estaba obligado a quedarse en Soul City, ya sabes. Clemens no toleraba la esclavitud. Todo el mundo tenía la posibilidad de marcharse, irse pacíficamente y con todas sus posesiones a cualquier otro lugar. Muchos ciudadanos de allí se quedaron aquí, juraron lealtad a Parolando, pero se convirtieron en saboteadores.

¿Guerra de guerrillas?

Difícilmente dijo Piscator. Ya sabes que la topografía del lugar no es muy adecuada para las actividades guerrilleras. No. Parece que un cierto número de ciudadanos de Soul City pensaron que el sabotaje podía ser un excelente medio de distraerse.

¿Distraerse?

Les proporcionaba algo que hacer. Era mejor que dirigirse a otra parte del Río. Además, muchos de ellos deseaban vengarse.

»Para ser justos con Greystock, él normalmente se contentaba con echar de su territorio a los saboteadores que capturaba. En realidad, los echaba al Río. Bueno, eso es historia, y ocurrió antes de que yo llegara aquí. De todos modos, Greystock ha venido aquí porque desea ser uno de los miembros de la tripulación de la aeronave.

¡Pero él no posee ninguna cualificación!

Cierto... en un sentido. No proviene de una cultura altamente tecnológica, hablando relativamente. Pero es inteligente y curioso, y puede aprender. Y aunque en sus tiempos fue barón de Inglaterra y gobernador de Soul City, está dispuesto a ser un simple tripulante. La idea de volar le fascina. Es algo tan parecido a la magia... para él. Firebrass le ha prometido que podrá ir... si no consigue suficientes hombres cualificados Naturalmente, si por casualidad la tripulación del Graf Zeppelin o del Shenandoah se presentara...

Piscator había sonreído.

Greystock medía metro ochenta de altura, mucho para la época medieval. Su pelo era negro, largo y liso; sus ojos, grandes y grises; sus cejas, densas; su nariz, ligeramente aquilina Sus rasgos armonizaban entre sí formando un rostro áspero, pero atractivo. Sus hombros eran anchos; sus caderas, estrechas; sus piernas, muy musculosas pero largas.

En aquel momento estaba hablando con Samuelo, y su sonrisa y su tono eran ambos sarcásticos. Piscator había dicho que Greystock odiaba a los sacerdotes, aunque había sido una persona muy devota durante su existencia terrestre. Aparentemente, nunca había perdonado a los clérigos por pretender falsamente conocer la verdad acerca de la postvida.

Utilizando el Esperanto, Greystock dijo:

Pero seguramente tendrá usted alguna idea de quién y qué era La Viro en la Tierra.

¿A qué raza pertenecía? ¿A qué nacionalidad? ¿Cuándo había nacido, cuándo murió?

¿Era prehistórico, antiguo, medieval, o de cuál de los pueblos que más tarde llamaron modernos? ¿Qué había sido en la Tierra, un religioso, un agnóstico, un ateo? ¿Cuál era su actividad o profesión? ¿Y su educación? ¿Estaba casado? ¿Había tenido hijos? ¿Era homosexual?

»¿Fue un desconocido en su tiempo? ¿O era, tal vez, Cristo? ¿Y es por eso por lo que ahora permanece anónimo, sabiendo que ya nadie creería Sus mentiras una segunda vez?

Samuelo frunció el ceño, pero dijo:

Sé muy poco acerca de ese Cristo; sólo lo que me han dicho, y no es demasiado. Todo lo que sé de La Viro es lo que he oído de boca en boca. Dicen que es muy alto, de piel blanca aunque muy morena, y algunos dicen que su origen puede ser persa.

»Pero todo esto es irrelevante. No es su antiguo entorno o su apariencia física lo que importa. Lo realmente importante es su mensaje.

¡Que he oído multitud de veces de boca de los predicadores de su maldita Iglesia! dijo Greystock. ¡Y que no creo más que esas asquerosas falsedades que los asquerosos monjes ofrecían en mi propio tiempo diciendo que eran las verdades de Dios!

Es su privilegio, aunque no su derecho dijo Samuelo.

Greystock pareció desconcertado. Jill tampoco comprendió lo que quería decir el otro.

¡Todos ustedes los sacerdotes dicen estupideces! exclamó Greystock en voz muy alta, y se marchó con el ceño fruncido.

Piscator, observándole, sonrió.

Un hombre peligroso. Pero interesante. Deberías conseguir de él que te contara la historia de su viaje con un arcturiano.

Jill alzó las cejas.

Sí, conoció a un ser que vino a la Tierra procedente de un planeta de la estrella

Arcturus. Aparentemente, este ser vino con algunos otros en una nave espacial en el año

2002 después de Cristo. Pero se vio obligado a matar a casi toda la humanidad. El también murió, creo. Es una historia horrible, pero verídica.

»Firebrass puede proporcionarte los detalles. Estaba en la Tierra cuando ocurrió.


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