Alejandra tomó su tablet y la revisó para asegurarse que la mujer no había ido a ningún otro lado. Por fortuna para ella, parecía que no.
Se apresuró a tomar sus cosas, se aseguró que todo lo que tenía que estar cerrado se quedara de esa manera y salió en dirección a su moto. Presionó el acelerador para llegar en un periodo de 20 minutos y no perderse a la mujer. Se acomodó en el espacio que había encontrado cómodo para tomar fotografías y esperó por dos horas.
Con toda la paciencia que tenía se mantuvo en su lugar apenas moviéndose para no entumirse cuando la puerta de la residencia se abrió dejando ver a la mujer poniéndose los aretes, mientras un hombre en bata de baño detrás de ella la abrazaba por la espalda besandole el cuello sin intensión de querer dejarla ir.
Alejandra tomó una foto de los dos y notó la cara de desesperación de la mujer. Esta giró para darle un beso apasionado y después salió rápidamente de la residencia, un chofer le abrió la puerta del Cavalier en color plata brillante que el sobrino le acababa de regalar.
Alejandra guardó su cámara y se subió a su moto dispuesta a seguirla. Tan pronto la mujer dejó la residencia la siguió hasta un complejo de apartamentos a las orillas de Tlaquepaque, la vio salir con el chofer del auto y entrar sola en uno de los departamentos del tercer piso, no pudo seguirla más porque el chofer se quedó haciendo guardia en la puerta.
Mientras esperaba sacó su tablet y leyó la poca información que su amigo le había enviado sobre la mujer. No había mucha información además de lo básico. Al parecer su nombre es Amanda, vive en los suburbios de Guadalajara y al parecer fue reportada como desaparecida hace quince años atrás, su caso se cerró debido a que no se encontraron pistas sobre su paradero, después de eso no había más información sobre ella. Alejandra bajó los papeles, tendría que investigar en las calles para saber que había sucedido con Amanda después de su desaparición, al menos ahora sabía su nombre y a quién buscar.
La puerta del departamento se abrió dejando escuchar la voz de un hombre en el interior.
-Susana, no puedes negar la atención de Alejandro, sabes que como sobrino del senador nos es de mucho beneficio, no importa si te agrada o no, o sí quiere acostarse contigo cada cinco minutos. Debes cumplir la misión que se te encomendó si quieres que se cumpla el acuerdo que tenemos.
-Lo sé, lo sé. Solo pedí reducir los días que lo veo a tres por semana, al paso en el que voy terminaré desmayada por exceso de cansancio en alguna esquina. Pero si no se puede, ya veré como terminar este trabajo lo más rápidamente posible, mientras aún tengo energías para moverme.
-Por mi mejor si terminas antes. Espero tu nuevo reporte la semana que viene y más vale que tengas noticias de valor.
-Siempre te traigo noticias importantes. Solo recuerda cumplir nuestro acuerdo, me voy.
Amanda salió del departamento, el chofer la siguió cuando un hombre robusto, calvo y alto lo arrastró al interior del departamento y la puerta se cerró.
Alejandra se ocultó bien evitando que Amanda la viera. Se quedó dudando un momento preocupada por el destino del desafortunado chofer que sin intensión escuchó información sobre su amo que no debía, pero sabía que no podía salvarlo y seguir a Amanda era importante para su trabajo. Respiró hondo y siguió nuevamente a la mujer.
Alejandra corrió a su moto después de que Amanda se subiera a su coche y avanzara. Aceleró para alcanzarla y solo bajó la velocidad cuando consideró que estaba a una distancia prudente. Amanda condujo por las calles de la cuidad hasta una casa en las afueras de Tlajomulco. Era una casa descuidada, el auto nuevo resaltaba mucho en la cochera de la casa. Amanda bajó del coche y tocó la puerta ocho veces. La puerta se abrió ligeramente y un par de ojos oscuros se asomaron antes de abrir la puerta por completo.
-Bienvenida Susana, justo estábamos por revisar la nueva mercancía y como no estamos muy seguros de que los chicos se controlen es bueno que vengas a ayudarnos. Así al menos sabemos que la mercancía no perderá valor en tus manos.
-Sí, déjame entrar rápido que aún tengo trabajo por hacer al rato y debo descansar temprano para ir a jugar con el animal de Alejandro.
-Tienes un trabajo difícil, ¿uh?
-Bueno, ya sabes, gajes del oficio.
-Adelante, los chicos están al fondo y la mercancía está por el pasillo en los cuartos de la derecha. Son 20 adquisiciones nuevas. Espero que termines pronto.
Amanda arrugó la cara después de escuchar la cantidad, entró rápidamente en la casa y la puerta se cerró a sus espaldas.
Alejandra revisó las fotos, esta vez eran nítidas a pesar de su prisa por tomarlas antes de perderle de vista. Guardó su cámara y se acercó lo más que pudo a la casa sin llamar mucho la atención. Se escondió detrás del coche y se acercó a la puerta evitando la ventana.
Metió su mano en la maleta que llevaba y sacó una cámara con micrófono en forma de alambre, se aseguró que el orificio entre la puerta y el suelo fuera lo suficientemente grande para que entrara. El espacio era justo pero no tan justo como para dañar la cámara.
Sacó su tablet y encendió la cámara, comenzó a introducirla lentamente mientras miraba la imagen en su tablet. Se congeló por unos instantes cuando la imagen mostró a un hombre sentado a un lado de la puerta frente a la ventana, pero después de asegurarse que no había notado la cámara continuó haciendo una revisión del interior.
Al fondo se veía una mesa de plástico con cinco hombres sentados en bancos de plástico, estaban jugando cartas y apostando dinero, parecía que se divertían. Los hombres miraban en dirección a la derecha constantemente y cada cinco minutos un hombre se levantaba para caminar en esa dirección y volver segundos después. 'Seguro esa es la dirección en donde se encuentran las habitaciones que mencionó el hombre. Parece que Amanda tiene múltiples trabajos en sus manos bajo el nombre de Susana. ¿Qué más escondes?'
Alejandra tuvo la sospecha de que había más en la historia de Amanda de lo que había imaginado originalmente.