—¿Entregárselo? —se mofó Lonemoon—. ¿Y luego dejar que todos ustedes lo usen para otro sacrificio de sangre? ¿Cuál de ustedes va a ascender esta vez?
Sus rostros cambiaron cambiaron al instante, mostrando un poco del miedo a través de sus ojos. Inmediatamente contestaron con más ira:
—¡De qué tonterías habla! —por supuesto, ese tipo de cosas no las podían admitir. El aura asesina en ese inmortal itinerante se volvía más densa—. ¡No confundas a los demás con tus malas palabras, cultivador hereje!
—Confunda o no a la multitud, ustedes se conocen mejor —por su reacción, Lonemoon supo que todos sabían sobre el sacrificio de sangre del Gordito. Al pensar en ello, su expresión fue aún más fría—. Usan la carne y la sangre de otro para aumentar la cultivación y así se atreven a llamarse una secta decente. ¡Ridículo!
—No deformes los hechos aquí. ¡Apresúrate y entrega a Hui Ze!